Cartas al director
El silencio roto en el paritorio
El nacimiento, ese momento revestido de alegría y expectación, esconde para muchas mujeres una realidad dolorosa silenciada durante generaciones: la violencia obstétrica. Un concepto que, lejos de ser una acusación gratuita al colectivo médico, como algunos señalan con resistencia, emerge como un grito desesperado por un trato digno y respetuoso durante el alumbramiento.
La reciente inclusión de la 'violencia obstétrica' en la legislación española Ley de Salud Sexual y Reproductiva, desató una controversia que revela profundas raíces históricas y culturales. Desde el desplazamiento del saber ancestral de curanderas y parteras hasta la medicalización excesiva del parto en el siglo XIX, el cuerpo femenino y su capacidad reproductiva han sido históricamente objeto de control.
Las condenas de la ONU son claras: España debe garantizar partos respetuosos. Pero la negación persiste, evidenciando sesgos de género arraigados: la invisibilidad del dolor femenino, el paternalismo médico, en ocasiones y la normalización de prácticas que vulneran la autonomía de la mujer.
Reconocer la existencia de la violencia obstétrica no busca la confrontación, sino otorgar visibilidad a vivencias reales, impulsar la adopción de medidas preventivas efectivas y avanzar hacia una cultura que priorice el bienestar y la autonomía de las mujeres en este instante vital. Este debate, lejos de haber concluido, apenas comienza a iluminar una realidad que merece ser atendida con la sensibilidad y la urgencia que demanda.