¡Apañados estamos!

Bien está que vengan a trabajar si hay trabajo (ya aquellas labores que los de aquí rehúyen aun cobrando el paro, ya porque admitan cobrar menos); bien está que coticen a la seguridad social; está superbién que «reconduzcan» la «retorcida» pirámide demográfica, si bien, cuentas habría que hacer si compensa un cotizante con una nutrida prole a la que hay que dotar de enseñanza y sanidad públicas, cuando no de cocidos sin carne de cerdo en el comedor y de historietas y credos ajenos a Europa, amén de otros regalos sociales.

Lo que no está tan bien es que cierto porcentaje de emigrantes vengan a hacer turismo en hoteles estrellados (a cargo de presupuestos patrios) o a rellenar pueblos vaciados con la asistencia de ayuntamientos y diputaciones proveyéndoles de trabajos que realmente son pagas encubiertas para trabajos realmente inexistentes.

Si además de lo reseñado hay que «digerir» sus muy modernas modas medievales en orden a solidaridades feministas y sobrellevar otros desmanes porque a la que llegan quieren tener el «mismo nivel» que los autóctonos, apañados estamos los que no somos como ellos.