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19 de mayo de 2024

En primera líneaTomás Poveda

Madrid, capital global

La ola socialcomunista y rupturista no hace ningún bien al conjunto de España pero en la capital y en la región, desde hace décadas, trazamos un futuro de libertad, trabajo y prosperidad

Actualizada 01:30

Me han inspirado estas líneas el acto de Madrid Open City, al que he tenido la oportunidad de asistir. Magistralmente organizado por Gerardo Seelinger y su equipo, y celebrado en la sede de Pérez-Llorca, un ejemplo de hospitalidad. Fue emocionante zambullirse por primera vez en torre Castelar, Paseo de la Castellana, 50. Una obra de arte del arquitecto español Rafael de La-Hoz Arderius, terminada en 1983. Edificio con el que me he topado desde que tengo uso de razón.
Esa mañana, escuchando a los ponentes, y singularmente con interés a Tejada (Arup), Torrón (Telefónica), Conde (Silence-Acciona), salí con las pilas cargadas. Como una moto de las que serpentean la arteria central madrileña. «Consenso» público y privado, es la palabra mágica de los grandes proyectos de Madrid, según Flavio Tejada. Como en la Transición y en la elaboración de la Constitución. Mi querido padre lo sostenía hace 20 años, cuando ya vislumbraba esta España caótica. Predijo que a pesar de lo que se fraguaba, la capital del Reino seguiría siendo un polo de atracción de talento e inversión. Un lugar de prosperidad.
Madrid, junto con Miami, son las dos grandes capitales del espacio iberoamericano. Miami de facto ya pertenece al espacio de nuestra Comunidad Iberoamericana de Naciones. No se hagan cruces los puristas. A esa ciudad tuve la oportunidad de ir en la delegación de los entonces Príncipes Don Felipe y Doña Letizia. Enorme el cariño que recibieron en Miami, en la gira estadounidense de noviembre de 2013. Mayor incluso que el que le expresaron en su primer viaje de Estado como Reyes, a México, en 2015. Al menos así lo percibí, como miembro de aquella delegación. Y es que los cubanos, más que helmanos, nos consideran como los tíos queridos que tienen en este lado del Atlántico.
Madrid, como tantos peloteros de la isla, ha decidido jugar en las Grandes Ligas. Es la primus inter pares de otras grandes capitales de nuestra Comunidad de naciones. Me refiero a Sao Paolo, Ciudad de México, Lima, Bogotá o Santiago. Con Miami hay una suerte de admiración recíproca, de ánimo de colaboración. Y así lo constato en mis frecuentes viajes a la capital económica y cultural de Florida.
Ilustracion madrid

Lu Tolstova

Escuchar los proyectos en el acto citado fue un bálsamo en estos tiempos: Madrid Nuevo Norte, la operación Campamento, el mejor lugar de eventos del mundo, me refiero al nuevo Bernabéu de nuestro Real Madrid, la F1 zizagueando por IFEMA –proyecto singular privado-público, mexica-español–, la movilidad predisruptiva que propone Juanjo Conde, la ciudad hiperconectada en la que Torrón proyecta rutas áreas para objetos voladores. Y todo ello con la guinda de la triada sublime del Paseo del Arte: Prado, Reina y Thyssen. Tanto ofrece una de las ciudades más dinámicas y excitantes del mundo, que bien podría situarse, si la geografía fuera otra, dentro de la banana azul europea. Esa línea curva imaginaria de pujanza y concentración de PIB, que va desde Inglaterra al norte de Italia. Madrid se está convirtiendo en una capital global donde hay que estar. Hasta Carabanchel destaca entre los barrios del mundo –tercero– según la publicación especializada Time Out.
La ola socialcomunista y rupturista no hace ningún bien al conjunto de España pero en la capital y en la región, desde hace décadas, trazamos un futuro de libertad, trabajo y prosperidad. En el bazar –que dirían los franceses– hispano veremos hasta dónde llegan los efectos muy negativos del liderazgo actual, y en el contexto con el que nos toque lidiar, Madrid –y las regiones que se sumen–, deberemos buscar una senda de estabilidad y de riqueza, frente a otras que se han entregado a los populismos bananeros. Al nacionalismo cavernario del s.XIX. Los que nos malgobiernan se han dado cuenta de que el espíritu del motín de Esquilache sigue rondando por nuestras mentes rebeldes. Han osado revivirlo.
«De Madrid al cielo», esa centenaria frase del autor del Siglo de Oro Luis Quiñones de Benavente, en la actualidad se sustancia en el sentido de libertad y de supervivencia que imprime nuestra ciudad. Y esto es así porque los gatos ni estamos para monsergas ni para experimentos, ni siquiera con gaseosa –como diría D’Ors–, y mucho menos para perder el tiempo. Por eso, salvo el interregno Carmena, el centroderecha ha gobernado el Ayuntamiento y la Comunidad –sin pausas– desde hace unos 30 años. Pondrán a Lobato, a Lobezno o a Superman, se seguirán estampando.
Como bien dice mi buen amigo Víctor González, cuando los países pierden el oremus financiero, una catarsis económica les devuelve a la realidad. En este sentido, los madrileños no somos ajenos al contexto, pero sacamos y sacaremos la cabeza. Aunque los chuzos sean de punta. Porque el pulso es entre la ola tóxica sanchista y la dinámica virtuosa madrileña. En el resultado radica el presente y el futuro de Madrid, y de España.
¡Les deseo una Feliz Navidad y todo lo mejor en 2024! La victoria cada día está más cerca.
N.B. En mi último artículo indiqué mis dudas acerca de la respuesta europea al destrozo sanchista a nuestro Estado de derecho. El debate de este mes de diciembre que protagonizó Sánchez en el Parlamento Europeo demostró hasta qué punto ha perdido su propio oremus. Una semana aciaga que se inició hablando de la tierra cenagosa que ha promovido. La Comisión se ha puesto en guardia. Hay partido en Bruselas. ¡Gracias, Señor!
  • Tomás Poveda Ortega es directivo del grupo educativo USIL y cofundador de empresas tecnológicas.
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