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05 de mayo de 2024

TribunaJavier Borrego

Ser y estar: el torero y un presidente

Salvo la Justicia (por favor, no renovación sanchista del CGPJ), todo lo tiene ya colonizado, y ahora va por las empresas privadas

Actualizada 01:30

1.Manuel Escribano es y está torero. Pedro Sánchez es presidente de aquella manera y no está presidente.
El verbo ser liga con la legalidad: Alguien es torero, juez, periodista, médico, presidente…, porque ha cubierto las pruebas y las exigencias establecidas en el orden jurídico para ser torero, juez, etcétera. Legalmente, es torero, médico, etc.
El verbo estar liga con la legitimidad: una vez que alguien es legalmente periodista, bailarín, etc., tiene que ejercer ese oficio, profesión o cargo con legitimidad, es decir, del modo que corresponde al oficio. Un ejemplo: un médico es legalmente médico porque ha estudiado, aprobado y realizado los cursos oportunos de Medicina. Y es legítimamente médico porque ejerce su profesión curando a la gente. Pero si en vez de curar, es un asesino, legalmente es médico pero no es médico legítimamente.
2.- ¿Por qué Manuel Escribano es y está torero, y es torero legal y legítimamente?
Primero, porque se ha esforzado y trabajado duro para serlo, y con diecinueve años tomó la alternativa, en 2004. Entrena día tras día para lograr buenas lidias a los toros. Legalidad de torero indiscutible.
Y cuando torea, da todo para cumplir con lo que debe hacer un torero en la plaza. Y esa legitimidad innegable fue grandiosa el sábado 13 de abril en la Maestranza, Feria de Sevilla: Recibió a su primer toro en la puerta de toriles a porta gayola, es decir, de rodillas con la verónica presta. Pero el toro le empitonó: cornada en la cara interna del tercio inferior del muslo derecho de 10 cm. de extensión. En la enfermería, «me peleé con todos los médicos para que no me durmieran porque quería torear el sexto».
Y el sevillano, tras la intervención de los doctores con anestesia local, con un vaquero, una camisa blanca, un chaleco y cojitranco, salió al ruedo y volvió a la puerta de toriles, se arrodilló y recibió al toro con la verónica. Y cumplió su oficio de torero, poniendo hasta un par de banderillas, desplazándose, no corriendo, cojito. Arte y valentía. Dos orejas y una tarde inolvidable. Legalidad y LEGITIMIDAD con mayúscula torera.
3.- Sánchez es presidente. Cierto. Pero no por haber ganado unas elecciones. Nunca las ha ganado. Es presidente por la primera y única moción de censura en la democracia española. Moción conocida como la de «la morcilla», el añadido contra Rajoy que un juez de la Audiencia Nacional añadió a una sentencia de la Gürtel, y que el Tribunal Supremo anuló por su improcedente y ajena introducción en la causa y resolución. ¿Es Sánchez legalmente presidente? Sí, pero de esta manera extravagante.
Y eso fue en 2018. Y es presidente tras las últimas elecciones de julio de 2023, tras pactar con todos aquellos que dijo que no iba a pactar nunca, y poniéndose él de rodillas, no España, ante un independentista prófugo catalán por siete votos. Legalmente es presidente, porque logró los votos justos para ello. Pero quienes le dieron el voto, comunistas, terroristas blanqueados e independentistas, no se lo dieron para dirigir la Administración y la defensa del Estado, artículo 97 CE. Sus apoyos no pretenden «servir con objetividad los intereses generales…, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho» (art. 103.1), y no quieren defender al Estado, sino destruir a España y su «indisoluble unidad» (art. 1 y 3 CE).
Con toda franqueza, formalmente (tuvo los votos en el Congreso), pero de fondo y espíritu, no es presidente. Por tanto, la legalidad aquí, o no concurre en su normal intensidad, o es tan etérea que hay que cerrar los ojos para verla. Y ocupa la Moncloa.
¿Y es presidente legítimamente? No. Rotundamente no. Ejerce el oficio o cargo con, en, por, para… la mentira; para satisfacer al prófugo independentista, (lo que ayer era rebelión e inconstitucional, hoy ya es delito derogado y se ha presentado una proposición de ley de amnistía escandalosamente fraudulenta. Para publicar en papel higiénico y no en el clásico boletín oficial).
Y tantos y tantos ejemplos de ejercicio no justo ni legítimo de la presidencia, (levantando muros entre españoles; no respetando a los muertos, y discriminando entre ellos; colonizando una a una todas las instituciones…) con chulería, «pero la Fiscalía, ¿de quién depende?», y prepotencia, (anulaciones judiciales de muy importantes nombramientos). Salvo la Justicia (por favor, no renovación sanchista del CGPJ), todo lo tiene ya colonizado, y ahora va por las empresas privadas, etcétera y etcétera. Es un ejercicio de la Presidencia del Gobierno de España, contrario a la justicia, a lo que debe ser una Presidencia del Gobierno.
Y una muestra muy expresiva: ¿es presidente legítimo de España el que inclina su cabeza hasta doblarla ante un príncipe saudí, nada ejemplar por cierto, y ante el Rey de España, su Rey, se pone más tieso que el palo de una escoba?
4.- Admiración ante quien es y está, ante quien es legal y legítimo torero, o médico etc., ante tantos y tantos españoles, que alcanzan un oficio y lo desempeñan con justicia. Y desprecio y repulsión ante quien alcanza un cargo mintiendo y lejos del espíritu del cargo, y que lo desempeña pervirtiendo, prostituyendo, enfrentando, esforzándose en destruir un país por dormir una noche más en Moncloa. ¡Ah!, y por ir de Coruña a Santiago en Falcon.
5.- El Rey Juan Carlos renunció al poder absoluto que recibió de Franco, y entrego el poder a los españoles.
Inquieta y mucho la tendencia caudillista de Sánchez. Pero el hijo del Rey que, devolviendo la soberanía al pueblo, terminó con el caudillaje en España, no puede permitir que surja otro caudillo en España.
Porque Felipe VI tiene un gran prestigio y poder: «Arbitrar y Moderar el funcionamiento regular de las instituciones», artículo 56.1 CE. Y con la ayuda y colaboración de todos los españoles de bien, no puede proseguir el actual funcionamiento, absolutamente, irregular, de las instituciones, hasta convertirse en la sumisión al nuevo caudillo de las instituciones, y el entierro del Estado social y democrático de derecho que es, y quiere seguir siéndolo, España.
  • Javier Borrego es abogado
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