La diplomacia de Trump: desconcierto total
La diplomacia de Trump es como su carácter, errática e impulsiva. Según John Bolton, improvisa todo el tiempo, no tiene estrategia ni filosofía. Para él lo que vale es su enorme «ego», sin margen para distinguir el bien del mal
Al cumplirse tres meses de la toma de posesión de Trump, comparto el desconcierto total que invade a las Bolsas de todo el mundo. Trump ha mantenido sus promesas electorales y ha anunciado nuevos y más altos aranceles. Al mismo tiempo, se ha convertido en el mejor agente de Putin en la larga guerra de Ucrania, que ya dura más de tres años. Los más graves temores se están cumpliendo: Europa sigue desarbolada y Alemania sin gobierno. Rusia, el país más extenso del mundo, lo tiene hoy más fácil para añadir a su territorio, además de la península de Crimea, toda la región del Donbass. Y Corea del Norte, libre de sanciones, ha enviado tropas al escenario ucraniano, que se han convertido en carne de cañón en una guerra con profusión de destrucción y de bajas.
Remontémonos al primer mandato de Trump para definir algunos rasgos: la fracasada desnuclearización de Corea del Norte, la continuación de la guerra en Afganistán, la salida de EE.UU. de la Unesco, del Convenio de París del Clima, de la Asociación Comercial Transpacífica, y del tratado nuclear con Irán. Y también entonces, la monserga de amenazas de aranceles por aquí y por allá. Trump en ese primer mandato continuó siendo la estrella televisiva que repetía la frase «está usted despedido» (you are fired), de esta forma y con un puntapié salieron del gobierno Tillerson, Bannon, Bolton y buen número de colaboradores.
La diplomacia de Trump es como su carácter, errática e impulsiva. Según John Bolton, improvisa todo el tiempo, no tiene estrategia ni filosofía. Para él lo que vale es su enorme «ego», sin margen para distinguir el bien del mal. De todas formas se está mostrado más imprevisible y caótico que en el primer período. Sólo queda la esperanza de que después de la tempestad venga la calma.
¿Cuál es en este momento la foto fija de la situación internacional?:
1. En el contexto americano, los EE.UU. aspiran a absorber Canadá y Groenlandia, y recuperar el control del canal de Panamá, ahora administrado al parecer por los chinos. La zona de libre comercio en Norteamérica ha saltado por los aires y Trump ha anunciado que va a imponer aranceles a Méjico y Canadá. Prosigue la deportación de ilegales de los EE.UU. y continúa la amenaza de los cárteles de droga a muchos países iberoamericanos.
2. En la UE se está planteando en serio una defensa autónoma, sin apoyo americano, que sea plenamente disuasoria. Y hay dudas sobre el futuro de la OTAN (que sería otra cosa sin los EE.UU.). Las democracias europeas se tambalean ante el triple fenómeno de la falta de líderes, extrema confrontación interna, y entradas masivas de emigrantes ilegales. La Comisión ha perdido prestigio, el Parlamento Europeo da muestras de inoperancia y los electores se alejan de la política europea woke, ordenancista y burocrática en extremo. Continúa la guerra en Ucrania.
3. Rusia se encuentra en estos momentos en una posición ventajosa de cara a un alto el fuego en Ucrania. Putin sube el listón de su reivindicaciones. Europa sigue dependiendo del gas ruso. No hay síntomas de fatiga de guerra ni de que la oposición (aniquilada) pueda mover el sillón a Putin.
La aproximación entre Rusia y China se ha producido debido a la necesidad china de materias primas rusas y a la necesidad rusa de productos y tecnología chinos. Hoy el PIB chino es 10 veces el PIB ruso.
4. China ha salido indemne del covid y para 2030 su PIB será mucho más grande que el norteamericano. Xi Jinping se asegura el apoyo del «Sur Global» y controla con su apoyo la Asamblea General de la ONU. En un momento de crisis del trinomio capitalismo-democracia-prosperidad, sube la cotización del «socialismo con caracteres chinos» en forma de mercado-autoritarismo-desarrollo.
En el tablero político mundial hay en realidad sólo tres grandes actores: Trump, Putin y Xi, que tienen común su enorme poderío militar, control interno quasi absoluto, y escaso respeto a las leyes y a los derechos humanos. Parece que vamos a un mundo donde se impone la ley del más fuerte. Los estados pequeños están debilitados, y quizás severamente amenazados.
Es evidente que Trump desprecia a Europa y que, después de la bronca a Zelenski, las relaciones atlánticas no podrán ser lo que eran. Habrá que agradecer al presidente norteamericano que Europa adopte como objetivo ineludible el tener su propia defensa. Debe recuperar su mayoría de edad, que había perdido tras la Segunda Guerra Mundial. Vamos a un mundo dividido en esferas de influencia, como cuando Stalin, Roosevelt y Churchill decidieron el reparto en Yalta. Si se deja a Putin salir como vencedor en Ucrania, no habrá obstáculos para una posible intervención en Taiwán, o a una puesta al día de la doctrina Monroe, con la integración de Canadá o Groenlandia.
¿Día de la Liberación? La guerra de aranceles está en pleno fragor, mientras continúan las de Ucrania y Gaza. Tiende a ampliarse el «Club Nuclear» y siguen las turbulencias en el mundo islámico y en el Sahel. Nuestras seguridades y valores, y las instituciones que surgieron en 1945 están puestas en solfa. Como ha dicho un portavoz de JP Morgan «de la diplomacia de Trump puede resultar no una América más grande, sino unos EE.UU. más solos».
Gonzalo Ortiz es embajador de España