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TribunaJosé Andrés Gallegos del Valle

Nació Lucas, juguete para un bebé

Y, así, cuando en 'La Rendición de Breda' Spínola, el general vencedor, se dirige con afable atención al vencido, el general Nassau, el artista no buscó reflejar sólo el fin de una guerra, sino el arranque de una paz. Su cuadro refleja toda una concepción del hombre, un modo de hacer España y un enfoque de la Historia

Ha nacido en Madrid estos días de 2025 un español, un europeo nuevo, un ciudadano –aún pequeño–para el mundo. Se llamará Lucas en cuanto lo bauticen. Le llaman así ya.

Esos mofletes, llenos de cariño a su madre –que se encuentra bien– y a su padre –sonrisa enamorada– se expresan con ojos como pozos transparentes de alma espiritual, inmortal. El lector pensará que cada uno de estos adjetivos parece más grande que el niño. Pero no: le van como un guante cuando ante la ternura de su familia mueve dedos y piernecillas diminutos y como lo entenderá mejor, cuando crezca.

En efecto, esta delicia envuelta en lana y algodón encuentra que el sustento rico que mamá le da y la risa de su padre son buenos, hermosos, ciertos. Sostiene así que la verdad libera. Es un realista. Como Antonio Machado cuando observó que «el ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve».

Por eso, los recién nacidos en nuestro país enraízan la pasión por la libertad en su propia esencia. Cierto, cuentan con una rotunda interiorización cultural previa durante algunos milenios, toda vez que la primera muestra de completo parlamentarismo europeo se dio ya, formal, en las Cortes de León de 1188. Y no entro en la defensa española a capa y espada de esa fuente inagotable de la responsabilidad personal que se denomina 'libre albedrío'.

La 'real gana' de cada uno de nosotros no sólo marca en profundidad nuestra vida diaria, sino que sabemos inculcarla en los hombres y mujeres del planeta con los que tratamos. De hecho, Francisco de Vitoria, aún en pleno Renacimiento, supo entender los derechos de cada indio de América como miembro igual de la comunidad humana. Por eso España no tendría jamás colonias en América o Filipinas, sino Virreinatos, como en Nápoles, o Capitanías. Por eso, también, la temprana erección de tantas universidades al otro lado del Océano.

Resultado: nada más lejos del pequeño Lucas que el totalitarismo. Los españoles tenemos no claro, iridiscente, el principio «lo que el corazón no da, Salamanca no lo presta». Digo bien: «corazón», mezcla de núcleo, ánimo y amor. Regado con ese regalo que es la fe –si tú, Lucas, la aceptas– ese principio asumirá el empeño de toda tu familia por hacer de ti una personalidad franca, leal, generosa, comprensiva, prudente, trabajadora, deportista, capaz de entrega, alegre, con iniciativa, abierta al futuro, de una pieza. España es tierra de reconquistas, de conquistadores, de horizontes inmensos de paz. Lo anuncian en nuestro Escudo las columnas de Hércules: Plus Ultra, más allá, clave de excelencia, también científica. Siempre a tu propio aire, que los chicos y chicas de esta tierra no son criaturas de molde, sino personalidades únicas.

Te brindarán una capacidad apasionante de conocer tu mundo: la diversión de leer, en varias lenguas. Y la de sumar, que permite, más que medirlo, conjeturarlo. Te recordarán que en clase, a estudiar más que nadie; y en el recreo, a disfrutar más que nadie.

Sin engaños: la mentira engloba siempre un componente de diabolería. Así que sabrás pronto que no somos superhombres, sino talentos medios… con sorprendentes y queridos apoyos: «Ángel de mi Guarda, dulce compañía…», «… celestial princesa, Virgen Sagrada, María…» y, sobre todo, «Padre nuestro…». Son respaldos seguros, por amor. La risueña certeza de Teresa de Jesús te lo recordará con su «Dios no se muda». Y, como frágiles, contamos con la confesión, a la vez limpieza y abrazo, insólita renovación del alma.

Te costará alguna rabieta cuando tengas que ceder algo tuyo a alguno de tus hermanos. Cuando te enseñarán a comer de todo. Cuando te humille la soberbia –el más peligroso enemigo–. O cuando palpes la injusticia. ¡Qué se le va a hacer! Pero evitarán que llegues a decir «no puedo, no sé o no tengo costumbre» y que te conviertas en un tiranuelo insoportable o en un insufrible egocéntrico, pagado de ti mismo. Sabrás servir. Serás amigo de tus amigos. Podrás considerar adversarios a otros, pero no enemigos, consciente de que en política casi todo es opinable. El catolicismo forma, con diferencia, los mejores demócratas.

Diego Velázquez, quizá el más penetrante retratista conocido, supo ver la inmensa dignidad de cada ser humano en su modo personal de ser, desde Las Meninas a Los Bufones. Y, así, cuando en La Rendición de Breda Spínola, el general vencedor, se dirige con afable atención al vencido, el general Nassau, el genio del artista no buscó reflejar sólo el fin de una guerra, sino el arranque de una paz. Su cuadro refleja toda una concepción del hombre, un modo de hacer España y un enfoque de la Historia. Con la Monarquía implícita.

Claro que, Lucas –nené tan tierno–, aún no estás para estas cosas. Sin embargo, enriquecen ya tu vida, sin que lo sepas por ahora. Bienvenido a esta tierra grande de cultura universal y valores anchos. Bienvenido, Lucas, a España.

José-Andrés Gallegos del Valle es embajador de España

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