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06 de mayo de 2024

Parish priest of Caivano, a comune in province of Naples, father Maurizio Patriciello speaks during a rally in Lusciano, near Caserta, on August 26, 2019 to protest against the abandonment and burning of toxic waste. Citizens and environmental committees have been denouncing for years these criminal acts perpetrate in the area between the provinces of Naples and Caserta called "Terra dei Fuochi" (Land of Fires), because there are buried and burned toxic and special waste endangering people's health. (Photo by ELIANO IMPERATO / Controluce / Controluce/AFP)

El padre Patriciello sufrió un atentado el pasado 12 de marzo por denunciar las tropelías de los mafiosos en el sur de Italia durante añosAFP

La Camorra napolitana le regala una bomba al párroco antimafia el día de su cumpleaños

El atentado en Cavivano del pasado 12 de marzo no provocó daños personales, pero era un mensaje claro a un religioso que se ha distinguido en los últimos años por la lucha contra el crimen organizado en Italia

El regalo sorpresa del último cumpleaños del párroco de San Pablo en Cavivano fue un artefacto explosivo en la puerta de la iglesia. El atentado en la periferia de Nápoles, que no provocó daños personales, era un mensaje claro a un religioso que se ha distinguido en los últimos años por la lucha contra la Camorra. Mauricio Patriciello, pese a todo, no se deja intimidar como muchos otros párrocos que combaten la delincuencia organizada en el sur de Italia.
El presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, ha llamado por teléfono al párroco napolitano para expresarle «cercanía y solidaridad». Un gesto que también han tenido muchas autoridades de una zona en la que las bandas que trafican con droga se mueven a sus anchas.
Las amenazas al párroco no son un hecho aislado. En esta zona del norte de Nápoles ha habido más de seis explosiones de bombas en un solo municipio, Frattamenore, en los últimos meses. El alcalde de la localidad, Giuseppe Bencivenga, asegura que «nos encontramos en un momento de lucha entre dos clanes de la Camorra por el control del territorio» y por ello los explosivos o las ráfagas de ametralladora son habituales.
Tras la explosión en las puertas del templo, el párroco amenazado ha comparado la situación con la de Ucrania. «Allí está la guerra, que mata a los niños. Aquí está la Camorra, que mata la esperanza de niños y adultos. Son guerras diversas, pero en el fondo la lógica es la misma», afirma don Mauricio Patriciello.

Pueden eliminar mi cuerpo, pero la profundidad de lo que siento, la fe y la sed de justicia y amor por los últimos no me las quitarán jamásMauricio Patriciello, párroco de San Pablo en Cavivano

Este sacerdote es uno de los creadores del Comité de Liberación de la Camorra (CLC). Se trata de una organización creada en su parroquia, en la que reúne a políticos, asociaciones y ciudadanos particulares interesados en erradicar el crimen organizado. Don Patriciello no es el único amenazado. Hace poco un comandante de los carabinieri de la zona recibió un ramo de flores con una esquela y el día 10 señalado como la fecha de su muerte. Desde entonces trabaja todos los días con un escolta personal.
El pasado 9 de febrero, tras las primeras bombas en Frattaminore, el CLC lanzó un duro comunicado público, exigiendo más control policial en la zona. «Estamos ante un incendio criminal en el que calles, plazas, barrios y edificios de apartamentos se han transformado en campos de batalla. Han convertido a comerciantes y habitantes, toda la comunidad, en rehenes del miedo y la violencia», denunciaban.
El sacerdote antimafia junto al Papa Francisco en 2015

El sacerdote antimafia, junto al Papa Francisco, en 2015AFP

Sin miedo y con amor

Lo único que pide don Patriciello, después de recibir un explosivo en su cumpleaños, es que el Estado haga acto de presencia. «Si los clanes elevan el tono de violencia, las autoridades deben también aumentar la vigilancia y poner más medios», asegura.
En este tipo de casos, cuando las amenazas de muerte son explícitas, los obispos del sur acostumbran a trasladar al norte de Italia a los párrocos, cambiando su identidad. En el caso de don Patriciello no parece que esté dispuesto a abandonar su compromiso con el barrio. «Con este tipo de prácticas pretenden que les tenga miedo. Sé perfectamente que si quieren hacerme algún mal, si han decidido dañarme, pueden hacerlo. Pueden eliminar mi cuerpo, pero la profundidad de lo que siento, la fe y la sed de justicia y amor por los últimos no me las quitarán jamás».
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