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24 de abril de 2024

Detalle de 'San Dionisio sosteniendo su cabeza' del maestro de sir John Fastolf

Detalle de 'San Dionisio sosteniendo su cabeza' del maestro de sir John FastolfWikimedia

De un niño guisado a la monja que convertía el agua en cerveza: los milagros más raros de los santos

Un repaso a algunas de las leyendas y anécdotas más curiosas que aparecen al recordar las vidas de los santos reconocidos por la Iglesia

¿Te sabes la del santo al que cortaron la cabeza, pero la recogió del suelo y caminó seis kilómetros con ella debajo del brazo para dársela a una mujer piadosa? No es un chiste, sino la leyenda que rodea el martirio de san Dionisio de París, el primer obispo de la capital francesa. Es, también, uno de esos milagros sorprendentes que asoman por el santoral católico entre la hagiografía y la leyenda.
En realidad, tampoco hace falta irse tan lejos para encontrar milagros de este tipo: en el pueblo de Morella, en Castellón, cuentan cómo san Vicente Ferrer se encontró con una mujer enajenada que mató, descuartizó y guisó a su propio bebé para dárselo de comer al santo. El dominico se dio cuenta, unió los trozos y resucitó al niño, devolviéndolo sano y salvo a su familia. La truculenta historia se remonta a 1414, y aún hoy una placa sigue recordando el hecho a vecinos y visitantes de Morella.
Algunos relatos son menos gore, como lo que se cuenta de santa Brígida de Kildare, una de las patronas de Irlanda y pionera del monacato femenino en su país. Dicen que la religiosa era una gran amante de la cerveza –de hecho, se conserva uno de sus poemas en el que sueña con entregarle a Dios «a lake of ale»–, y entre sus milagros se cuenta el haber convertido agua de baño sucia en esta deliciosa bebida. ¿Para qué? Hay diferentes versiones: algunos dicen que para dar de beber a unos leprosos; otros, que para recibir a unos clérigos sedientos que venían de visita.

Lobos, nutrias y un gallo 'zombie'

Otra anécdota curiosa se refiere al obispo escocés del siglo VI san Blano de Dumblan. Se cuenta que un día, rezando salmos con sus feligreses, vio cómo todas las velas del templo se apagaron. «San Blano, deseando que nadie cargase con la culpa, ofreció una oración, y el fuego chisporroteó desde las puntas de sus dedos, como las chispas de un pedernal», escribiría más tarde el cronista James King Hewison.
Muchos de los milagros más curiosos del santoral tienen como coprotagonistas inesperados a los más variados miembros del reino animal. Desde santos que predican a la fauna –san Antonio de Padua proclamó el Evangelio a los peces; san Francisco de Asís, a los pájaros– al noruego san Magnus de las Orcadas, que resucitó a un niño tras haber sido devorado por una manada de lobos.
'San Cutberto con nutrias' icono obra de Aidan Hart

'San Cutberto con nutrias' icono obra de Aidan HartSacred Icons

En Perú es conocido el relato del «santo de la escoba», san Martín de Porres. A este fraile dominico se le atribuye el don de la bilocación –se cuenta que fue visto al mismo tiempo en Lima y en África o Japón–, pero también protagoniza cuentos propios del flautista de Hamelín. La leyenda dice que en su convento estaban preocupados por una plaga de ratones, y encargaron al joven Martín que los exterminase. Repugnado por esta idea, negoció con los roedores para que marchasen del lugar; a cambio, les llevaría comida cada día.
Una anécdota más extraña aún es la que se cuenta de san Cutberto de Lindisfarne, patrón del reino de Northumbria. Dicen que este santo medieval fue de visita a un monasterio en el norte de Escocia, donde los religiosos se habían entregado a una vida disoluta, para amonestarles. Con tal de evitar la tentación, pasaba aquellas noches recitando salmos sumergido en el mar frígido. ¿Y los animales? Dicen que, tras estas sesiones de oración, un grupo de nutrias le secaba los pies congelados con su pelo.
En el santoral español también hay historias zoológicas. Tal vez el ejemplo más claro sea el de la localidad riojana de Santo Domingo de la Calzada. Dicen que una familia alemana peregrinaba a Santiago y paró allí a hacer noche en un mesón. Tras un malentendido, el hijo de los peregrinos fue acusado de robo y condenado a la horca. A la mañana siguiente, no obstante, el ahorcado estaba vivo.
«El bienaventurado santo Domingo de la Calzada me ha conservado la vida contra el riguroso cordel», les anunció el joven alemán a sus padres. Cuando estos fueron a explicárselo al corregidor, este desdeñó la idea: «¡Ese está tan vivo como el gallo y la gallina que me voy a comer!», bromeó. Al instante, el milagro: las dos aves asadas se levantaron sobre sus patas y recuperaron las plumas y la vitalidad, dando fe del milagro.
'San Antonio de Padua predicando a los peces' obra del pintor valenciano

'San Antonio de Padua predicando a los peces' obra del pintor valencianoWikimedia

Santos, folklore y el monstruo Ness

2.000 y pico años de la tradición católica da para mucho, y no son pocas las ocasiones en que las historias de los santos se mezclan con la tradición y las leyendas locales. Por ejemplo, se dice que el fundador de Glasgow, san Mungo, bautizó nada más y nada menos que al mago Merlín. Más cerca nos cae la leyenda del patrón de Cataluña y Aragón, el caballero matadragones sant Jordi –o san Jorge–, cuya historia explicó El Debate hace unas semanas.
De la intersección entre leyenda y realidad emergen relatos fantásticos que no tienen nada que envidiar a Tolkien o Sanderson. Desde la leyenda de cómo san Comgall bautizó a la sirena Liban –dándole el nombre cristiano de Muirgein, 'la nacida del mar'–, hasta la batalla entre san Columba de Iona y –sí– el monstruo del lago Ness. Cuenta la Vita Columbae que este misionero en tierras celtas sometió a una criatura junto al famoso lago haciendo la señal de la cruz.
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