¿Dónde acaban los papeles que los judíos dejan en el Muro de las Lamentaciones?
Cuando el papelito roza el muro, se convierte en un objeto sagrado que ya no puede ser destruido

El Muro de las Lamentaciones es el único resto visible que queda del Segundo Templo de Jerusalén (516 a.C.-70 d.C.) Construido por Herodes el Grande, el templo es un lugar sagrado para el judaísmo.

En el año 70 d.C. las legiones romanas de Tito entraron en Jerusalén, destruyeron el templo y redujeron la cuidad a escombros, haciendo realidad la profecía de Jesús cuando lloró por la ciudad. Aunque Tito dejó en pie el muro occidental para recordar la victoria de Roma, los judíos lo atribuyeron a la promesa de Dios de proteger una parte del templo que simbolizara su alianza fiel con el pueblo.

Dos mil años después, el Muro Occidental sigue siendo lugar sagrado para los judíos, que llegan de todas las partes del mundo para orar y pedir la llegada del Mesías y muchas otras plegarias. El espacio está separado por una valla que delimita las zonas de oración por sexo.

El rezo de los hombres suele ser mucho más llamativo, cantan los salmos en voz alta, hacen corrillos y mueven la cabeza frenéticamente frente al muro. Desde 2013, las mujeres también pueden rezar en voz alta y utilizar los mismos símbolos religiosos que los hombres.

En las dos zonas del Muro de las Lamentaciones hay estanterías con ejemplares de la Torá para todos aquellos que quieran rezar y numerosas sillas de plástico para sentarse frente al muro. La entrada a la plaza y al Muro de las Lamentaciones está permitida para cualquier persona de cualquier religión, excepto el día del shabat.

En el día sagrado para los judíos no está permitido el acceso a la zona, ni utilizar ningún aparato electrónico. Al visitar el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, se pueden escribir las peticiones a Dios, doblarlo y dejarlo en los recovecos del muro.
