La confesión de las exmonjas de Belorado: «Estamos sufriendo muchísimo, pero no nos arrepentimos»
Aseguran que «tenemos nuevos amigos que nos ayudan» y que «en España hay muchos sedevacantistas»
A bordo de un coche eléctrico de golf. En este singular vehículo de segunda mano donado a las exmonjas, Francisco Canals –el responsable de prensa de la comunidad religiosa de Belorado– ha entrevistado a sor Paloma, una de las clarisas excomulgadas del monasterio burgalés. «Es para recoger las cosas de la huerta», explica entre risas. «No veas tú cómo cunde», añade.
Así comienza la entrega del último capítulo del culebrón del convento de Belorado (Burgos), donde la antigua comunidad de clarisas se atrinchera negándose a abandonar el cenobio. «Estamos sufriendo muchísimo», reconoce la exmonja, para añadir que «cada día estamos más ciertas del paso que hemos dado», en referencia a su decisión de romper con la Iglesia católica. «No nos arrepentimos; merece la pena. Si nos quitan todo, pues que nos quiten todo, porque hemos encontrado todo», señala rotunda Susana Varo, nombre civil de sor Paloma.
«Nuevos amigos»
La ex religiosa asegura también que «Dios nos ha dado las energías para volver a comenzar» y que «tenemos nuevos amigos que nos ayudan». «Es muy bello; es el sabor de lo verdadero, que no tiene nada que ver con lo que hemos estado viviendo hasta ahora», prosigue. Según Varo, lo que habían vivido hasta fechas recientes «es como descafeinado, es no cierto», mientras que su experiencia actual «es de una luz y una belleza que te quedas atrapada».
Respecto a los «nuevos amigos», la exclarisa asegura que les está llamando mucha gente desde Estados Unidos a raíz del artículo que salió publicado sobre ellas en el New York Times. «Es impresionante y muy bonito. También nos llaman de Francia y de otros muchos sitios», subraya. «Pierdes todos los amigos que tenías, pero están saliendo tantas personas que nos muestran su cariño, que estamos súper agradecidas», reconoce.
«Muchos sedevacantistas»
Según el relato de Varo, «están saliendo muchos sedevacantistas». «Decimos: ¡Mira! Ha salido otro que estaba escondido», apostilla, lo que le lleva a considerar que «no estamos solas. En América hay muchísimos, y en Francia, pero en España también hay muchos». «A ver si formamos un grupillo, porque se necesita la compañía», reconoce.