Fundado en 1910
Francis Collins: «El Dios de la Biblia es también el Dios del genoma -escribe-, y puede ser adorado en la catedral o en el laboratorio».

Francis Collins: «El Dios de la Biblia es el Dios del genoma, y puede ser adorado en la catedral o en el laboratorio»

Del 'Big Bang' al Genoma Humano: cuatro científicos actuales que demuestran que ciencia y fe son compatibles

Aunque es uno de los clichés más extendidos, lejos de ser incompatibles, la ciencia y la fe católica son complementarias. Así lo demostraron estos 4 grandes científicos católicos, de los siglos XX y XXI, que mostraron cómo la ciencia también lleva a Dios

El padre de la teoría del Big Bang, el descubridor de la Trisomía 21, el director del Proyecto Genoma Humano y un físico ganador del Premio Templeton son solo algunos de los grandes científicos contemporáneos que han afirmado, con rotundidad, no solo que la ciencia es compatible con la fe cristiana, sino que incluso permite afirmar la existencia de Dios.

Así lo ha recogido La Antorcha, la revista gratuita editada por la Asociación Católica de Propagandistas, en su último número monográfico, que versa, precisamente, sobre la relación entre ciencia y fe.

1. Georges Lemaître (1894-1966)

«¿Sabías que la teoría del 'Big Bang' la formuló un sacerdote?» es, probablemente, la frase más repetida en los debates sobre la compatibilidad de ciencia y religión. No obstante, no por repetida pierde fuerza: el sacerdote belga Georges Lemaître fue uno de los primeros científicos en proponer la idea de que el universo se expande, y acuñó lo que se conocería como teoría del 'Big Bang', a la que él llamaba «hipótesis del átomo primigenio» o «huevo cósmico».

Formado en un colegio jesuita, Lemaître llegó pronto a la conclusión de que Dios lo llamaba a una doble vocación: el alzacuellos y las ecuaciones. Entró en el seminario tras presentar su tesis doctoral, y a lo largo de su vida profundizó en ambas dimensiones de su llamada, teniendo siempre claras dos cosas: que no eran incompatibles y que cada método de conocimiento tenía su propio objeto.

Con todo, sí reconocía que tenía una ventaja como científico católico: que, a pesar de contar con las mismas herramientas técnicas que un científico no creyente, él sabía que el mundo físico era obra de Alguien inteligente y, por tanto, las dudas y problemas a la hora de entenderlo no eran enigmas infinitos, sino puzles con una solución.

2. Jérôme Lejeune (1926-1994)

«La calidad de una civilización se mide por el respeto que tiene por los más débiles de sus miembros», declaró el venerable Jérôme Lejeune, un célebre pediatra y genetista que demostró que la pasión por la ciencia y la medicina no está reñida con el amor a Dios y a los más pequeños.

Nacido en la localidad francesa de Montrouge, Lejeune puede ser considerado el padre de la genética moderna. Fue un destacado experto internacional sobre radiaciones atómicas, y en 1958 descubrió la trisomía 21 como causa del síndrome de Down. «Trabajó incansablemente para que se reconocieran y se trataran las enfermedades de la inteligencia, conjugando sabiamente ciencia y conciencia», explican desde la fundación que lleva su nombre.

En 1974 fue nombrado miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias, entre otros muchos reconocimientos profesionales. Fue amigo personal de san Juan Pablo II y siempre se opuso con virulencia a las iniciativas para legalizar el aborto. En un discurso dirigido a sus colegas de profesión, Lejeune cargó duramente contra el aborto; poco después, le escribía una carta a su mujer: «Hoy he perdido mi Premio Nobel de Medicina».

3. Stanley L. Jaki (1924-2009)

Nacido en Hungría y fallecido en Madrid, el físico y sacerdote benedictino Stanley L. Jaki fue catedrático de la Universidad Seton Hall en South Orange, Nueva Jersey. Se le conoce (y reconoce) por sus aportaciones a la historia y filosofía de la ciencia, así como por sus trabajos sobre ciencia y religión.

Con más de treinta libros a sus espaldas, fue miembro honorario de la Pontificia Academia de las Ciencias y miembro correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias y Bellas Artes de Burdeos. En 1987 ganó el Premio Templeton, al que se le nominó por delinear «la importancia tanto de las diferencias, como de las semejanzas entre la ciencia y la religión, aportando un enriquecimiento significativo y equilibrado sobre este tema».

Para el teólogo Thomas G. Guarino, «el trabajo del padre Jaki dilucidó la noción de que, en la comprensión de las mismas leyes del universo físico, la ciencia se abría naturalmente hacia la afirmación de la fe». Y no cualquier fe: para Jaki, en las grandes culturas precristianas la ciencia experimental no pudo echar raíces, y fue en el cristianismo donde encontró suelo fértil.

4. Francis Collins (1950-...)

Cuando el genetista Francis Collins presentó al presidente Bill Clinton el primer borrador de los tres mil millones de pares de bases del genoma humano, aseguró que se trataba de «un primer vistazo a nuestro propio manual de instrucciones, previamente solo conocido por Dios». Una afirmación ciertamente contundente en labios de quien, durante su juventud, se consideraba un ateo recalcitrante.

Nacido en la ciudad estadounidense de Staunton, Collins es un nombre crucial en la historia reciente de la compatibilidad entre fe y ciencia. Entre 1999 y 2008 dirigió el Proyecto Genoma Humano, y desde entonces dirige los Institutos Nacionales de Salud en los EE.UU. A pesar de ser un declarado evangélico, el Papa Benedicto XVI lo nombró miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias en 2009.

Tras una conversión en la que tuvo mucho que ver Mero cristianismo de C.S. Lewis, Collins describe en su libro ¿Cómo habla Dios?: La evidencia científica de la fe como el descubrimiento del genoma humano lo llevó a lo divino. «El Dios de la Biblia es también el Dios del genoma -escribe-, y puede ser adorado en la catedral o en el laboratorio».

comentarios
tracking