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Villancico de Navidad 2025
Fernando Carratalá

La alegría navideña de los populares villancicos de Juan del Encina

Conviene recordar que del Encina recurre al sayagués, propio de la comarca de Sayago, en la provincia de Zamora, para dar voz a personajes villanescos, normalmente pastores, con el objetivo de crear un efecto cómico y resaltar su origen rural

La "Adoración de los Reyes Magos" de Hans Memling

La «Adoración de los Reyes Magos» de Hans Memling

Juan de Fermoselle, más conocido como Juan del Encina (1468-1529), fue poeta, autor de villancicos –tanto sacros como profanos–; músico –uno de los más preclaros representantes de la polifonía religiosa y profana de finales del siglo XV y principios del XVI–; y dramaturgo –considerado como el patriarca del teatro español renacentista–. Precisamente en la Navidad de 1492 representó en el palacio de los duques de Alba Égloga representada en la mesma noche de Navidad, en la que unos pastores anuncian el nacimiento de Cristo.

Conviene recordar que Juan del Encina recurre al sayagués para dar voz a personajes villanescos, normalmente pastores, con el objetivo de crear un efecto cómico y resaltar su origen rural. Tiene sus raíces en el habla de la comarca de Sayago, en la provincia de Zamora, que forma parte del dominio lingüístico asturleonés. Así lo podemos ver, por ejemplo, en el Auto de repelón.

Juan del Encina pasa por ser el mayor compositor de villancicos de su época, un género popular de temática muy variada, con alternancia de estribillos y coplas, por lo general en versos octosílabos, y que incluye composiciones típicas de la poesía cancioneril y trovadoresca, así como otras de carácter religioso y, entre ellas, las dedicadas a la Navidad. De los «villancicos de devoción» elegimos 'O Reyes magos benditos'.

O Reyes Magos benditos

¡O Reyes Magos benditos,
pues de Dios soys tan amados,
sed mi guarda y abogados!

Sed mi guarda en este suelo
porque en sus lazos no caya
y abogados en el cielo
porque a veros allá vaya;
porque por vosotros aya
gran perdón de mis pecados,
sed mi guarda y abogados.

Tanto quiso Dios amaros
por vuestro merecimiento
que le plugo revelaros
su sagrado nacimiento;
pues le tenéys tan contento
y con Él soys tan privados,
sed mi guarda y abogados.

Venistes desde Oriente
adorar al Rey divino
con aquel alto presente
para quien d'él era dino;
caminastes de contino
por una estrella guiados,
sed mi guarda y abogados.


Fin


Sirviéronle los pastores
por Pastor de tantas greyes
y vosotros, mis señores,
por mayor Rey de los reyes;
pues del Dador de las leyes
soys tan queridos y amados,
sed mi guarda y abogados.

«Sed mi guarda y abogados»: una oración hecha canto

El villancico se articula en torno al verso «sed mi guarda y abogados», verso que cierra el estribillo inicial, así como cada una de las cuatro séptimas que lo conforman. El que yo poético se dirige a los Reyes Magos, en un apóstrofe lírico de gran eficacia expresiva («¡O, Reyes Magos benditos…», «y vosotros, mis señores…»).

A los tres octosílabos iniciales (con rímas /-ítos/ (verso 1, que queda libre; /-ádos/ (versos 2 y 3) siguen cuatro séptimas, en la que los octosílabos riman con distintas consonancias a gusto del poeta, sin que haya tres seguidos que rimen entre sí: primero con tercero, segundo con cuarto y quinto, y sexto con séptimo; es decir:

Séptima 1: /-élo/ (versos 4 y 6), /-áya/ (versos 5, 7 y 8), /-ádos/ (versos 9 y 10).

Séptima 2: /-áros/ (versos 11 y 13), /-énto/ (versos 12, 14 y 15), -/ádos/ (versos 16 y 17).

Séptima 3: /-énte/ (versos 18 y 20), /-íno/ (versos 19, 21 y 22), /-ádos/ (versos 23 y 24).

Séptima 4: /-óres/ (versos 25 y 27), /-éyes/ (versos 26, 28 y 29) [esta rima tiene su complejidad, porque son pocos los nombres que terminan en el diptongo /ei/ -plural /eyes/-], /-ádos/ (versos 30 y 31).

El verso que funciona como estribillo («sed mi guarda y abogados») es de fácil interpretación: «servidme como protectores y mediadores ante Dios». Y conforme el villancico avanza, hasta llegar a su final, el verso se va cargando de connotaciones emocionales cada vez más profundas.

En la primera séptima (versos 4-10), las voz poética se presenta como contrita, e implora a los Reyes Magos que intercedan para que le sean perdonados sus pecados. La contraposición «suelo» (la tierra como lugar de perdición)/«cielo» (morada de los bienaventurados que gozan de la presencia de Dios) hace más apremiante su deseo de rencontrarse con los Reyes Magos en la gloria celestial, donde serán sus valedores. [La forma verbal «caya» (= «caiga») procede el verbo latino cadere]. El contenido de las tres proposiciones causales encabezadas por la conjunción «porque» sirve de justificación al verso «sed mi guarda y abofados», estableciéndose así la oportuna relación de causalidad.

En la segunda séptima se pone de manifiesto que fue el amor de Dios el que les permitió a los Reyes Magos saber el lugar del nacimiento de Jesús. La reiteración paralelística «pues le tenéys tan contento / y con Él soys tan privados», insiste en la idea de que los Reyes Magos, por su «merecimiento», tenían a Jesús «lleno de gozo» («contento/privado»). Y esta circunstancia le permite a la voz poética pedirles nuevamente que sean sus valedores ante Dios. [La forma verbal «plugo» corresponde al verbo «placer» (tercera persona del singular del pretérito perfecto simple); en la actualidad de emplea «plació», ya que la forma «plugo» se tiene por arcaizante].

En la tercera séptima se pondera el largo camino que recorrieron los Reyes Magos hasta llegar a Belén, guiados por una estrella, para alabar al Niño Dios, ofreciéndole presentes adecuados a su condición (se alude, aunque no se mencionen, al oro como Rey, al incienso como Dios y a mirra como Hombre). Y, otra vez, la voz poética les pide que sean sus benefactores ante Dios. [Dino. Digno; del latín dignus. De contino. Locución adverbial en desuso: continuamente].

En la séptima cuarta se hace referencia a la adoración de los pastores, presentándose a Jesús como «pastor de tantas greyes». Y aquí el poeta no hace más que seguir la metáfora bíblica que lo compara con un pastor que cuida de su rebaño: es el «Buen pastor» que da su vida por sus ovejas, que son aquellos que creen en su palabra. Y, asimismo, se lo presenta como el «mayor Rey de los reyes», como el «Dador de las leyes» -de nuevo la tradición bíblica-, porque su realeza trasciende los límites terrenales, se extiende a toda la creación y no tiene fin.

En el Apocalipsis de San Juan (17:14) leemos: «Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles». La séptima se cierra con la invocación a los Reyes Magos para que se conviertan en bienhechores y protectores de la voz poética, ya que «soys tan queridos y amador» por Dios.

Entre la séptima tercera y cuarta figura la palabra «Fin» –algo frecuente en los villancicos clásicos navideños de la época–, que sirve para separar el conjunto de las estrofas –en este caso, tres– de aquella que remata la composición, y en la que puede figurar el estribillo (en este caso, «sed mi guarda y abogados»).

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