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25 de abril de 2024

Olatz Elola: «Hay personas enamoradas que sin hablar transmiten a Jesús»

Olatz Elola: «Hay personas enamoradas que sin hablar transmiten a Jesús»Thorun Piñeiro

Olatz Elola, fundadora de Blessings: «Hay personas enamoradas que sin hablar transmiten a Jesús»

Olatz Elola es la creadora de la primera comunidad virtual de acompañamiento en la fe

Olatz Elola es laica y madre de cuatro hijos. La sencillez y la alegría podrían ser las cualidades que la describan a primera vista. Hoy acompaña a 82 personas en su fe a través de una comunidad virtual, Blessings. Además, tiene claro cuál es el secreto para que todo marche bien: tener a Dios en el centro de su vida.
–¿Qué es Blessings? Porque es mucho más que una tienda de artículos religiosos, ¿no?
–Blessings nació como una tienda de decoración cristiana, pero nos dimos cuenta de que en realidad lo que más gustaba era lo que publicábamos en las redes sociales. Muchas personas se acercaban a nuestra forma de vivir la fe y se alegraban de ver que hay más gente viviéndola como ellas. Así, esa comunidad que creamos en Instagram y YouTube nos dio muchísima vida y alas para continuar. La tienda se fue transformando hasta lo que es actualmente. El peso mayor de Blessings está en el acompañamiento en la fe, pues hay mucha gente que se ve resignada a tener que vivirla en solitario. Tenemos una comunidad virtual donde nos acompañamos, rezamos juntos y llevamos el Evangelio a nuestra vida diaria. Creamos, en torno a lo más importante de nuestra vida, esa unión y ese acompañamiento en nuestra fe católica.
–Decidiste entonces crear Pray Plan
Sí. Muchos de los que nos seguían querían vivir la fe como nosotros, pero quizá por distintas circunstancias –no tener acceso a un sacerdote en su pueblo, por ejemplo– no podían. Ahí me di cuenta de que, aunque los sacerdotes son indispensables, los laicos tenemos mucho que decir y hacer en el mantenimiento de nuestra fe. Había mucha gente con esa necesidad de estar acompañado, y de cuidar y regar esa semilla que tiene uno en el corazón. Dijimos entonces: ¿Por qué no acompañar a estas personas? ¿Por qué no acompañarlas desde mi humilde formación, que es básicamente vivir el Evangelio en mi día a día? Así nació Pray Plan, con esa motivación de acompañar a todas esas personas que quieren vivir la fe, pero no en solitario.
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–¿Cómo consigues estar capacitada para algo tan grande y siempre tener algo que decir?
–Tengo que estar muy bien espiritualmente porque es una gran responsabilidad. La gente va a poner su vida espiritual en mis manos. Bueno, yo a veces hago poco más que escuchar, pero es una responsabilidad, al fin y al cabo. Entonces tú dices: «me voy a preparar, voy a ir a misa, voy a confesarme, voy a rezar». Y resulta que, en esta preparación que haces para los demás, la que más sale ganando eres tú. Es una responsabilidad que empieza a ordenar tu vida. Recibir al Espíritu Santo en la oración y aterrizar el Evangelio a tu vida te hace muchísimo bien. Todo es fruto del Espíritu Santo, que es pura creatividad, y está soplando ideas constantemente. Y a la persona a la que más ayuda esta cotidianidad es a mí, que rezo cada día, que caigo y me tengo que volver a levantar cada día. Tengo que estar ahí para esas ochenta y dos personas. Ellos no lo saben, pero a mí me salvan.

El reto constante de mi vida es elegir entre el bien y el bien mayor

Olatz en la redacción de El Debate

Olatz, en la redacción de El DebateThorun Javier Piñeiro

¿Has tenido dudas de fe o épocas de flaqueza durante este camino?
–Yo tengo momentos de oscuridad constantemente. Además estoy convencida de que cuando uno se pone delante de algo santo, delante de algo que quiere hacer bien, por el Señor, al demonio no le gusta nada. Cuanto más cerca quieres estar de Dios, más va él a empujar para que no lo estés. Yo reconozco que el demonio me lanza mucha oscuridad: «¿Quién eres tú para decir nada a otras personas? Si tú no eres nadie, no eres nada». Evidentemente, yo no soy nadie. Pero no se trata de ser alguien, se trata de que yo sea un canal. Y cuando uno se pone en modo canal, son el Espíritu Santo y Dios los que hacen. En estos momentos, el Señor también me manda mensajes muy bonitos: «Lo estás haciendo bien, pero no porque tú te estés formando o porque tú estés queriendo hacerlo bien, sino porque Yo lo hago». Cuando te das cuenta de que tu misión está por encima de ti y te sobrepasa, acoges esos momentos de oscuridad sin entenderlos, pero confiando en que Dios está a tu lado y Él te sostiene.

Cuando te ves delante de una mirada de un Dios que no te juzga, sino que te ama muchísimo más, comprendes que Él te salva

–Me gusta que hables del demonio. Da la sensación de que ya no se habla de él
–Sí. El demonio es un tabú. Y a él le interesa. La lucha entre el mal y el bien existe desde siempre, y cuanto menos nombre se le ponga al mal, mejor para el demonio. Él gana la batalla cuando tú no te das cuenta de su presencia. Todos somos capaces de hacer el bien si lo reconocemos. El problema surge cuando no sabemos dónde está el bien y dónde está el mal. Esto al demonio le interesa muchísimo, porque así nos confunde. Una de las grandes batallas ganadas por el demonio es que pensemos que no existe. Por eso creo que es importante que hablemos de él. Además, a medida que te vas haciendo más consciente de que él existe, se va volviendo más listo y sutil. Se camufla todavía más. Te va presentando cosas que en principio son buenas, pero te hace perderte, por ejemplo, en tu perfeccionismo, en tu querer agradar a los demás o en tu soberbia de querer aparentar. Ahí se esconde y te atrapa. Por eso es bueno reconocer: «aquí está el demonio». En cuanto lo ves, ya no tiene poder, porque Cristo ya ha vencido al demonio.
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Hablabas antes de «ponerse en modo canal»: ¿Cómo podemos mantenernos en la humildad y dejarnos hacer?
–Los cristianos debemos estar felices y orgullosos de llevar a Dios, pero sabiendo que somos tinajas de barro. Debemos anunciar a Cristo todo el tiempo con alegría, con seguridad, con firmeza, pero sabiendo que Él es el que lo hace todo. Todo es gracia suya. Esto se experimenta cuando uno ve su pecado, cuando no está cerca de Dios. Entonces, observas que todo lo bueno en tu vida es gracias a Él. Cuando ves tu miseria, y te ves delante de una mirada de un Dios que no te juzga, sino que te ama muchísimo más, comprendes que Él te salva. De hecho, los pecados graves también son para agradecerlos, porque te hace ver lo limitado y lo poca cosa que eres. Y cuando tocas ese pecado ya no hay soberbia, solo hay infinita gratitud ante esa misericordia de Dios.
–¿Y no crees que a veces los católicos ahuyentamos a los demás con la forma de transmitir nuestros valores?
–Creo que tenemos que dejar de transmitir menos valores y más relación con el Señor. Cuando vamos con la cartilla de valores es cuando cerramos puertas. Sin embargo, una relación de amor con Jesús traspasa las palabras. Hay personas enamoradas que sin hablar transmiten a Jesús. La clave está en enamorarnos todos los días de Él. Cada día que nos levantamos tenemos que decir que sí a Jesús. Así, nuestra vida hablará de Él, estemos a lo que estemos. Y no es una lista de tareas a cumplir, es simplemente enamorarse de Dios. Esto está escrito en los corazones de todas las personas de este mundo. Todos tenemos ese lenguaje de amor universal que desea amar así y que nos amen así. Uno quiere ese amor cuando lo vive. Todo el mundo puede acogerlo. Todo el mundo puede decir: «Yo quiero eso».
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