¿Por qué rezamos por las personas difuntas si ya están muertas? Noviembre es el mes de los difuntos; mes en el que se insiste especialmente en aquellos que ya han llegado al otro lado Ricardo Franco Madrid 07/11/2022 Actualizada 08:19 Facebook Twitter Whatsapp Whatsapp Enviar por Email El hombre es un ser atraído desde arriba al Misterio. Por eso no basta medir su grandeza o su valor en función de su esfuerzo por trascender desde abajo hacia una anhelada eternidad, sino también en función de quien lo ha hecho brotar de la nada hacia la inmensidad del infinito.PEXELS Ser trascendente, ser con la mirada perenne hacia el más allá, el hombre es habitado por un aliento que le viene de arriba, y que al mismo tiempo tira de él desde dentro como una necesidad interna, de tiempo, de amor y de belleza inextinguible.PEXELS ¿Qué es entonces esa aspiración en forma de necesidad, de anhelo de una realidad invisible que se desvela a través de los rostros, la creación y los acontecimientos cotidianos y en la que cada uno de nosotros se descifra y se comprende?PEXELS Si hemos nacido para elevarnos sobre nosotros mismos, la muerte, la fatalidad, o el drama del límite, lejos de amortiguar ese deseo de elevación, agudizan la dramática conciencia de ser llamados más allá, hacia esa trascendencia. Hacia un fin de Bien que no termina. Hacia una Belleza de Cielo inextinguible. Hacia una Verdad eterna para nosotros y nuestros seres queridos que nuestro destino mortal no pueda ensombrecer.PEXELS No hemos sido hechos para morir. Lo sabemos, precisamente, porque morimos; porque experimentamos esa amarga e innombrable experiencia de anonadamiento y de aparente negación de todo horizonte, cuando toda nuestra carne grita la necesidad de lo eterno.PEXELS Y, en efecto, nuestro error frente a la herida dolorosa del morir, es el de renunciar a la imagen de Dios que brilla en nosotros a través de ese deseo de eternidad que nos hace tender al Absoluto, a la manera inevitable en que rebasamos «infinitamente al hombre», como reconoce Pascal, o como Platón cuando recoge la palabra de Protágoras acerca de que «el hombre es la medida de todas las cosas» para hacer decir al Ateniense que «el dios debe ser la medida de todas las cosas, en el grado más alto».PEXELS Y el Dios «en el grado más alto»; el Dios que nos crea y nos llama, no puede abandonarnos al infortunio o a la tragedia de la desaparición perpetua. A la nada absoluta. A la extinción de la vida que Él mismo ha hecho brotar y que ha sostenido desde el seno materno.PEXELS El Dios «en el grado más sumo», tal y como hemos visto en Jesús no puede ir contra sí mismo a la manera en que los hombres se violentan contra sí mismos pensando que somos entregados a la nada. Es el mismo Jesús quien revela a sus amigos que su Padre tiene preparadas muchas estancias para aquellos que parten hacia Él.PEXELS Por eso, la parte carnal de Iglesia, la Iglesia terrestre, la Iglesia visible recuerda no sólo a los vivos de este mundo, sino también a aquellos seres queridos que en la interminable cadena humana ayudaron a Dios a que viniéramos a la vida. Y por eso, el gesto más grande que podemos hacer por aquellos que están presentes a su manera ahora invisible, es orar por ellos para que alcancen pronto la meta anhelada de la visión eterna de Dios. Esa visión y esa mirada que, tarde o temprano, terminará por alcanzarnos a todos.PEXELS Comentarios Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus.
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