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04 de mayo de 2024

La artista María Tarruella en su estudio

La artista María Tarruella en su estudioMaría Tarruella

¿Cuadros abstractos cristianos? Cinco artistas contemporáneos que pintan a Dios desde la luz y el color

Makoto Fujimura, Kim en Joong, María Tarruella, Ela Ruaj o Alberto Guerrero son ejemplos de una tendencia que desafía las convenciones del arte actual

¿Es posible un arte cristiano en el que no se «vea» a Cristo? Al menos, no de la misma manera que en los cuadros de Velázquez o Caravaggio. Aunque la tradición que marcaron estos maestros sigue viva en pintores como Igor Babaliov, Sofia Novelli o los españoles Raúl Berzosa y Nacho Valdés –entre muchos otros–, encontramos otra tendencia en la pintura religiosa contemporánea: un conjunto de artistas cristianos que exploran la belleza en la abstracción más o menos pura sin abandonar la expresión de su fe.
Esta corriente –que, por otro lado, no es nada nuevo– se puede leer como una resistencia a algunos de los valores de fondo que impregnan el horizonte del arte contemporáneo. «Hoy habitamos el desdén por la belleza; muy pocos consideran ya que el arte, para serlo, requiera de belleza», advertía hace un tiempo el profesor de la Universidad de Navarra Ricardo Piñero a los asistentes del seminario Mirar hoy lo estético en la Edad Media.
Detalle de 'Sabiduría', de Estefanía Landeras

Detalle de 'Sabiduría', de Estefanía LanderasEla Ruaj

Frente a esto se alzan pintores como Makoto Fujimura, uno de los principales exponentes de la abstracción en el arte cristiano. «Dios –señala en una entrevista con International Mission Board– no es solo la fuente de la belleza; Dios es Belleza», y añade que esto significa que «la Belleza se encuentra más allá del tiempo y el espacio, respirando en nuestro mundo caído como un suspiro eterno de nuestro Creador».
Las obras de Fujimura –que hoy tiene 63 años– buscan responder a esta concepción. Su trabajo aúna la tradición japonesa del Nihonga, el expresionismo abstracto y una fe profunda y meditada; una combinación fascinante que brilla en series como Walking on water o Four Holy Gospels. En todas ellas late con fuerza una intuición: «Dios el Artista se comunica con nosotros antes que Dios el profesor».
Una de las vidrieras de Kim en Joong

Una de las vidrieras de Kim en JoongPeindre sur le ciel

De Corea del Sur a las vidrieras de París

Otro artista destacado en esta corriente es el padre Kim en Joong. Nacido en Corea del Sur, se convirtió del budismo al catolicismo con 27 años. Viajó a Europa para estudiar historia del arte y teología y quedó fascinado por la vida religiosa de los Dominicos: se ordenó sacerdote poco después y vive desde entonces en París. Conocido como el «pintor de la luz», su arte bebe de esta experiencia vital, en vidrieras y cuadros.
«Su proceso –explicaba el fraile dominico y artista Félix Hernández– ha sido contrario al habitual: no ha llegado a la mística desde la fe cristiana, sino que desde el misticismo taoísta ha llegado a la fe cristiana movido por el sentido de la cruz y del dolor, una dimensión profunda de la vida humana que le faltaba».
Pintura de la serie 'Donde habita la luz

Pintura de la serie 'Donde habita la luzAlberto Guerrero

En España, mirando al Espíritu Santo

Con todo, no hace falta viajar muy lejos para encontrar referentes de este estilo en nuestro país. Es el caso, por ejemplo, de María Tarruella, para quien –según confiesa en la presentación de su web– «pintar es su forma de rezar y de comunicarse más allá de las palabras». El resultado de este proceso son obras creadas «rezando en silencio o cantando al Espíritu Santo» en las que se adivina la trascendencia y el misterio.
Un caso similar es el de Ela Ruaj, nombre artístico de la diseñadora e interiorista Estefanía Landeras. «Con el paso del tiempo –explica– decidí que usaría mi arte como un altavoz del cielo en la tierra». Sus cuadros, oasis de turquesas y malvas, buscan –en sus propias palabras– «revelar la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas, la fuerza del amor y del poder de la oración».
Desde su estudio en Madrid, el restaurador y artista plástico barcelonés Alberto Guerrero explora tanto la figuración como la abstracción. Sus obras –capa sobre capa sobre capa– tratan sobre lo humano y lo divino, pero –como señalaba en una entrevista para El Debate– «mi fe personal creo que afecta a toda mi obra, no sólo a la obra sacra».
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