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01 de mayo de 2024

José María Larrú, economista y teólogo

José María Larrú, economista y teólogoJosé Mª Visiers

Entrevista | José María Larrú, economista y teólogo

La visión económica de Benedicto XVI: «En todo acto de consumo hay siempre una dimensión moral»

El economista y teólogo José María Larrú analiza la aportación del Pontífice Benedicto XVI en el campo de los negocios y las finanzas

¿Qué pensaba Benedicto XVI sobre la moralidad de las riquezas o la responsabilidad ética de las empresas? El economista y teólogo José María Larrú, profesor de la Universidad CEU San Pablo, inaugura una miniserie de cuatro entrevistas, producidas por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), que exploran la aportación del Pontífice alemán a diferentes aspectos de la doctrina social de la Iglesia, empezando por los campos del trabajo y la economía.
–¿Cuáles son las principales aportaciones de Benedicto XVI sobre lo económico?
–Benedicto XVI fue un gran teólogo, pero no era economista ni sociólogo, así que en estos temas de moral social se apoyó mucho en el pensamiento de otros expertos, como Stefano Zamagni, líder de la corriente de la economía civil. Esta escuela pone mucho acento en la cuestión antropológica, y se concentra en el ser humano como ser relacional. El tema de la reciprocidad será muy importante en el pensamiento de Benedicto XVI, y emergerá con fuerza novedosa en su encíclica social por excelencia, Caritas in veritate.

Plantea cómo la verdad no puede estar en contra de la razónJosé María Larrú

–¿Cuáles son los ejes fundamentales de Caritas in veritate?
–Tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera parte es teológica, sin duda de la propia pluma de Benedicto XVI, en la que pone mucho acento en uno de sus temas esenciales: la relación intrínseca entre la razón, la fe y la verdad. Plantea cómo la verdad no puede estar en contra de la razón, y señala que la caridad –«caridad en la verdad», como reza el título– debe fundamentar toda acción humana, también –desde luego– la economía. Y luego en una segunda parte va abordando numerosos temas sociales: la cooperación al desarrollo, las migraciones, la empresa y el trabajo.

La lógica del don se refiere a cómo la gratuidad puede pertenecer también a la propia acción económicaJosé María Larrú

–En esta línea, ¿cuál es el planteamiento ético de Benedicto XVI sobre las empresas y el beneficio económico?
–Es un punto muy interesante, porque la concepción que tiene Benedicto XVI de la empresa en Caritas in veritate es que el beneficio es lícito, pero no puede ser el fin último de la empresa. Señala que una empresa no puede renunciar al beneficio, pero que este no puede ser su fin en sí mismo. El papa diferencia entre empresas profit y non-profit, e invita a que haya una complementariedad entre las iniciativas asociativas de la sociedad civil con el mercado y el Estado, porque –dice– de esta manera no se polarizan las ideologías pro-mercado del capitalismo ni pro-Estado del comunismo.
–También señala que Caritas in veritate introduce como novedad «la lógica del don», ¿en qué sentido?
–La lógica del don se refiere a cómo la gratuidad puede pertenecer también a la propia acción económica. A cómo en la empresa se pueden vivir también relaciones de amor, más allá de las motivaciones –intrínsecas o extrínsecas– del empresario y el trabajador. Por ejemplo, si hago una donación a fondo perdido a un familiar para que emprenda un proyecto, estoy actuando de forma gratuita, por el bien del otro. Se introduce una dimensión de amor trascendente; la lógica del don se complementa con la propia lógica del beneficio. La frase que más se repite en la encíclica, que sería como un lema, es que en todo acto económico –siempre que consumimos, siempre que invertimos– no hay solo una dimensión financiera, sino también moral.
–Para Benedicto XVI, ¿ cómo se relacionan la caridad y las leyes del mercado?
–Cuando aún era el cardenal Joseph Ratzinger intervino en la redacción de la constitución pastoral Gaudium et spes, durante el Concilio Vaticano II. Allí queda claro que hay una autonomía de la realidad en la cual el hombre actúa; una cuestión técnica, contingente, que debe estar guiada por la razón. Sin embargo, la fe no se contrapone a la razón, y puede iluminarla, llevando a una visión integral en la que todos los que intervienen en la acción económica –trabajadores, proveedores, clientes, directivos…– se cuidan recíprocamente.
–¿Benedicto XVI realiza alguna aportación nueva al magisterio sobre el trabajo?
–Bueno, recoge todo lo que aportaron Pablo VI y Juan Pablo II acerca de cómo el trabajo humaniza al hombre, porque se hace co-creador con Dios. Y defiende la primacía del trabajo subjetivo –el que realiza a la persona, la personaliza– frente al trabajo objetivo, que transforma la realidad.
–¿También es continuista en lo referente a la relación con la riqueza?
–También. Sigue la línea trazada por Populorum Progressio de Pablo VI a las encíclicas sociales de Juan Pablo II –Laborem exercens, Sollicitudo Rei Socialis y Centesimus Annus– en lo referente a cómo la riqueza puede ser un medio de realización humana, pero se desvirtúa si se convierte en rival de Dios. Por ejemplo, en el discurso que dio en Westminster sentó las bases de una cooperación internacional para el desarrollo, recogiendo el deber de solidaridad. También afirmó que no es lícito usar de manera manipulativa la condicionalidad de la ayuda al desarrollo, por ejemplo, para hacer que otros países adopten culturas o políticas económicas que beneficien al país donante. Esto mismo ha sido después recogido y repetido por Francisco en Laudato Si.
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