Los porteros mantienen abiertos los templos en la gigante China, y en su humilde trabajo siguen las huellas de San José, que cuidó de Jesús y María. Sienten la figura del padre putativo de Jesús cercana a su labor silenciosa, alimentada por el amor cristiano y la gratitud, que les lleva a acoger a todo el que se acerca a la iglesia y a dedicarse con entrega a atender todas las necesidades urgentes de la comunidad.
El «portero de la iglesia» es una figura presente en todas las iglesias y capillas chinas. Las comunidades parroquiales, agradecidas por su contribución, también se ocupan de su camino de fe. Competencia, acogida sonriente, espiritualidad y dedicación, sentido de la responsabilidad y voluntad de servicio son las cualidades más importantes que caracterizan la jornada de un portero católico.
Entre las iniciativas de marzo, la comunidad de Ningbo ha organizado un curso de formación para los 21 guardianes (17 hombres y 4 mujeres) de las iglesias de la diócesis. El curso se ha celebrado del 28 de febrero al 2 de marzo, sobre el tema «La fidelidad de San José, custodio de la Sagrada Familia».
Los participantes, bajo la guía espiritual de sacerdotes y religiosas, rezan el rosario, participan en la misa y en el sacramento de la penitencia, pero sobre todo tienen la oportunidad de reflexionar sobre su vocación.
Algunos de ellos también han compartido su experiencia, testimoniando cómo su trabajo ha alimentado su fe y ayudado a su crecimiento espiritual, como siempre ha sucedido, a lo largo de la historia de la Iglesia.
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