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04 de mayo de 2024

Peio Sánchez, rector de la parroquia de Santa Anna, durante la entrevista

Peio Sánchez, rector de la parroquia de Santa Anna, durante la entrevistaJosé María Visiers

Peio Sánchez: «Muchas parroquias acogen turistas, pero es importante priorizar a los pobres»

El sacerdote lidera el proyecto del Hospital de Campaña en la parroquia de Santa Anna, en Barcelona: una respuesta eclesial al drama del sinhogarismo en la capital catalana

En enero de 2017, Barcelona sufría los efectos de una ola de frío polar. Conmovidos por el desamparo de las personas sin hogar frente a las bajas temperaturas, desde la parroquia de Santa Anna abrieron sus puertas e invitaron a todo aquel que quisiera a refugiarse entre los muros de la iglesia, en pleno centro de la capital catalana. Hoy, seis años después, las puertas siguen abiertas, y el Hospital de Campaña de la parroquia funciona las 24 horas del día para acoger a todos los que lo necesitan.
Peio Sánchez es el rector de Santa Anna e impulsor de esta iniciativa, que a día de hoy funciona como un espacio de acogida y acompañamiento. Integra desde un comedor social –que ellos llaman «mesa de fraternidad», y a la que cada día se sienta más de un centenar de personas a desayunar, comer o cenar– hasta servicios médicos, psicológicos o de orientación laboral. «Cuando la Iglesia acoge al más vulnerable, recupera el sentido de lo que verdaderamente es: una familia», asegura el sacerdote en el capítulo más reciente de El Efecto Avestruz, el programa de entrevistas de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
–¿Cómo recuerda los inicios del Hospital de Campaña en su parroquia?
–Santa Anna está ubicada en el mismo centro comercial de Barcelona, en la Plaza de Cataluña. Es una ciudad muy turística pero también bastante inhóspita, y en esta zona se despliega la situación de las personas en calle. Como iglesia, se nos acercaban frecuentemente personas sin hogar. Vino una ola de frío muy fuerte, los Hermanitos y Hermanitas del Cordero nos traían gente… y decidimos abrir la Iglesia para acogerlos.
–Las imágenes de entonces llaman la atención, con personas durmiendo en la misma nave de la iglesia.
–En nuestra intuición original estaba no separar la realidad de ser Iglesia del servicio social que esta realiza. Muchas veces hay la idea de que la obra social está muy bien pero que la Iglesia es una chapuza… Nosotros procuramos reunirlo, y de ahí que el monasterio sea el lugar de acogida. Y que no haya una puerta para los pobres y otra para los feligreses, sino una única puerta por la que entramos todos. El Papa Francisco siempre nos ha alentado en esta propuesta de una Iglesia de los pobres y para los pobres, que desde ahí se haga presente en el corazón de la ciudad.
–En la puerta han instalado una estatua que está también en el Vaticano y en otras ciudades que muestra a Jesucristo como un indigente, tumbado en un banco.
–Los pobres son la presencia de Jesús. El espacio sagrado es sagrado porque se celebra la liturgia, sí, pero también porque acoge a los pobres. En nuestra ciudad hay muchas iglesias que hacen acogida a los turistas, pero es importante también que la Iglesia muestre la prioridad del Evangelio hacia las personas más vulnerables.
–Para hacerlo, ¿basta con abrir la puerta de la iglesia?
–Bueno, nosotros no solo abrimos la puerta, sino que confiamos en el Espíritu. Cuando se establece un riesgo, hay que contar con que Dios nos acompaña y también hace su trabajo, que no nos deja solos. Pensando en aquellos sacerdotes o laicos que quieran dar pasos en esta dirección, yo diría que cada lugar ha de desplegar un modelo distinto, no todas las situaciones son como en Barcelona, donde hay cerca de 2.000 personas durmiendo en la calle, pero que siempre se pueden llevar a cabo pequeñas iniciativas. Y también he experimentado una cosa.
Mesa de Fraternidad, en el Hospital de Campaña

Mesa de Fraternidad, en el Hospital de CampañaCedida

–¿Cuál?
–Cuando me hice cargo de la parroquia, estaba prácticamente cerrada, pero cuando los pobres han abierto la puerta, la iglesia se ha llenado de creyentes dispuestos a comprometerse. Y también de gente que buscaba a Dios, y que descubría en quién se ocupa de los últimos un fondo de humanidad que puede darle respuestas. En este sentido, abrir la puerta a los pobres no es solo un acto de coherencia de fe, sino un lugar de evangelización. Es abrir la puerta a anunciar lo que somos.
–Volver a lo esencial, de alguna manera.
–Siempre que la Iglesia ha hecho reformas, las ha hecho desde aquí: las órdenes mendicantes, la reforma monástica… En tiempos de encrucijada, los pobres se convierten en lugar de revelación de la presencia de Dios.

Los pobres tienen más experiencia de Dios que los que no lo somosPeio SánchezRector de la parroquia de Santa Anna de Barcelona

–En la atención a los pobres, ¿es suficiente con la labor de los servicios sociales?
–Los servicios sociales funcionan con criterios de justicia, pero la aproximación humana, el reconocimiento del otro y la amistad no se hacen a base de profesionales, sino a partir de la gratuidad de los voluntarios. Esto es lo que la Iglesia ofrece hoy en tantos lugares. Los servicios sociales son imprescindibles, pero también es urgente reconocer que cada persona necesita ser mirada como hijo de Dios.
–Desde estos criterios de justicia, ¿qué creen que debe mejorar en la cartera de servicios sociales?
–Bueno, nuestra experiencia es que reaccionan bastante tarde. La Administración es bastante lenta para atender las emergencias sociales, lo hemos visto con la pandemia o con la llegada de refugiados de Ucrania, y además está demasiado burocratizada. Es muy difícil para una persona emigrante acceder a su regularización; los trámites de Extranjería son enormemente largos. Te pongo otro ejemplo: nosotros acogemos a personas dispuestas a trabajar y tenemos un programa de inserción laboral, pero la gestión administrativa no da la capacidad para que se puedan poner en contacto el empresario que necesita trabajadores y los trabajadores que necesitan trabajar. Y un tercer problema es la digitalización, porque impide el encuentro con las personas. Tenemos la experiencia de que un funcionario de servicios sociales responde mucho mejor si se ha entrevistado con esa persona que si simplemente le ha llegado un informe.
–Hablaba de abrir las puertas como una experiencia evangelizadora. ¿Han vivido conversiones en el Hospital de Campaña?
–Lo que pasa es que los pobres tienen más experiencia de Dios que los que no lo somos, porque como no tienen nada levantan cada día los ojos al cielo. Los jóvenes a los que acompañamos en situaciones muy duras siempre dicen que Dios les está sosteniendo. Nos lo dicen cristianos latinoamericanos, musulmanes de Marruecos… y jóvenes que no eran creyentes pero que han descubierto la experiencia de Dios al sentirse abatidos. Dios está más presente en la realidad de los pobres que en la de los acomodados que no le necesitan. Cuando lo material flojea, lo espiritual crece… pero cuando lo material se da y se reparte, lo espiritual crece.
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