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Retrado de Osio de Córdoba

Retrado de Osio de Córdoba

Osio de Córdoba, el consejero del emperador Constantino que compuso el Credo y ahora será santo

Su persona marcó el devenir de la historia de la Iglesia a partir del año 313 cuando lo encontramos asociado a la figura del emperador Constantino desde que se firmará el edicto de Milán

«Osio es gloria no sólo de Córdoba, sino de toda España y de toda la Iglesia» , proclamó antaño el Papa Pío XI. Hablar hoy de Osio de Córdoba significa encontrarnos ante una de las personalidades más significativas que ha dado Córdoba. Supone vislumbrar el semblante de una figura cuya trascendencia va mucho más allá de los límites de la Hispania del siglo IV.

Su persona marcó el devenir de la historia de la Iglesia a partir del año 313 cuando lo encontramos asociado a la figura del emperador Constantino desde que se firmará el edicto de Milán y este lo escogiera como consejero imperial en materia religiosa. Llamado a la corte imperial, Osio participó como enviado suyo en algunas cuestiones trascendentales en el norte de África como fue la cuestión donatista; presidió notables sínodos locales; medió en el inicio de la crisis arriana en Alejandría (324) y Antioquía (325); participó de manera activa en el concilio de Nicea en el año 325 (Primer concilio de ecuménico de la Iglesia del que se celebra este año el en 1700 aniversario); a su mano e intervención se deben la elaboración de los cánones del concilio de Sárdica del año 343.

Lamentablemente, de él tan solo nos ha llegado una bellísima carta dirigida al emperador Constancio en el ocaso de su vida donde le recuerda sus deberes y reclama la autonomía de la Iglesia frente a los poderes del Imperio. Desgraciadamente se han perdido el resto de sus escritos. Sin lugar a dudas, al referirnos a Osio de Córdoba nos encontramos ante el semblante de una personalidad erudita que es fiel reflejo de una comunidad cristiana floreciente en la Bética Hispana del siglo IV y cuya trascendencia no solo marcó el devenir de la historia del cristianismo, sino también de la historia universal trascendiendo de esta forma las fronteras de nuestra ciudad.

Sobre su memoria se vertieron una serie de calumnias en el ocaso de su vida que han mermado su fama de santidad en el occidente latino, y que, sin embargo, no han socavado que la iglesia griega y oriental, celebre su fama de santidad de manera ininterrumpida desde muy pronto. Es por ello, que después de 13 años de empeños el Papa Francisco haya querido impulsar los trabajos que reclaman hacer extensiva esta fama de santidad de Osio de Córdoba para toda la iglesia universal haciéndolo coincidir con el 1.700 aniversario de la celebración del concilio de Nicea, donde Osio jugó un papel emblemático en la proclamación de su credo (el mismo que hoy recitamos y profesamos los creyentes cada domingo en la eucaristía dominical).

Podríamos hacer nuestras las palabras que antaño consignó san Atanasio de Alejandría a propósito de Osio de Córdoba cuando en su Apología dice: «hombre grande, de hermosa vejez y verdadero confesor, resulta superfluo que yo hable, pues todos lo conocen… En efecto, no es un desconocido, sino un anciano mucho más ilustre que todos los demás, pues ¿de qué sínodo no fue guía? Y la rectitud de sus palabras ¿no persuadió a todos? ¿Qué iglesia no conserva los más preciosos recuerdos de su liderazgo? ¿Quién se le acercó alguna vez triste, y no se separó de él contento? ¿Quién al verse en una necesidad le pidió y se marchó sin alcanzar lo que deseaba?...». Eternizada en nuestra hermosa ciudad de Córdoba la soberbia figura de Osio con un grandioso monumento en la céntrica Plaza de las Capuchinas anhelamos la llegada en que también podamos celebrar su fiesta litúrgica en nuestra impresionante catedral.

Antonio Javier Reyes Guerrero es canónigo de la Santa Iglesia Catedral y comisario del Congreso «El siglo de Osio de Córdoba», celebrado del 28 al 31 de octubre de 2013.

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