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20 de abril de 2024

Jozef y Wiktoria Ulma

Jozef y Wiktoria Ulma

Un niño que estaba por nacer, incluido como mártir de los nazis

El Dicasterio para la Causa de los Santos ha concluido que los ejecutores actuaron «movidos por un odio antijudío y un rechazo anticristiano importante»

El Papa Francisco ha declarado este mes de diciembre el martirio de una familia católica polaca, asesinada por ocultar judíos en su casa en el año 1944. Se trata de Jozef y Wiktoria Ulma, quienes fueron ejecutados, junto a sus seis hijos y al pequeño de siete meses del que estaba embarazada la mujer. Es la primera vez que en una causa de beatificación en la Iglesia católica se incluye a una persona concebida, de siete meses, pero aún no nacida.
El matrimonio Ulma era una familia campesina, de la localidad de Markowa, a medio camino entre Cracovia y Leópolis (Ucrania). Además de un ferviente cristiano, Jofez era un experto agricultor, que aplicó nuevas técnicas en sus cultivos y trató de compartirlo con sus vecinos. Casado con Wiktoria en el año 1935, al año siguiente nacería la mayor de sus hijas, que en el momento del crimen de toda la familia contaba solo ocho años.

Bajo dominación alemana

La invasión de Polonia en 1939 puso contra las cuerdas a toda la comunidad judía, muy extendida en todo el país. Bajo la dominación alemana, la ley castigaba con la muerte a quienes ayudaran o escondieran judíos en sus casas. En la localidad de Markowa, de unos 4.500 habitantes, se calcula que había 120 judíos en aquella época, de los que apenas sobrevivieron veinte.
Al vivir en una granja alejada del centro urbano, la familia Ulma decidió compadecerse de ocho judíos, con quienes convivieron durante al menos quince meses. Una apuesta arriesgada, sobre todo por la posibilidad de que cualquiera de sus hijos pequeños, de entre 1 y 8 años, hiciera cualquier referencia a esta situación.
Todo apunta a que el denunciante fue un policía de origen ucraniano, que durante un tiempo había chantajeado a una de las familias escondidas. El hecho es que en la mañana del 24 de marzo de 1944, un grupo de soldados alemanes rodeó la casa y ejecutaron sobre la marcha, con un tiro en la nuca, a todos los judíos escondidos.

Asesinados ante todos sus hijos

Después, en presencia de numerosos vecinos del pueblo, a los que habían obligado a contemplar la ejecución a modo de advertencia, procedieron a asesinar a Jozef y Wiktoria, delante de sus hijos, todos menores de ocho años. Ante los gritos de estos pequeños, los soldados nazis deciden ejecutar también a toda la familia en el mismo momento.
Las investigaciones llevadas a cabo por el Dicasterio para la Causa de los Santos han concluido que los ejecutores actuaron «movidos por un odio antijudío y un rechazo anticristiano importante, no solo teórico o remoto». Y es que el oficial que guiaba la expedición, Eilert Diecken había abjurado de la fe cristiana, mientras que uno de sus soldados de confianza y el más cruel con la familia, Joseph Kokott, mostraba en su gorro la calavera que distinguía a los miembros de grupos nazis de matriz satanista y esotérica.

El samaritano y el bautismo de sangre

El oficial y los soldados nazis de servicio en el pueblo y conocían la motivación cristiana al acoger a los judíos por parte de la familia a la que asesinaron. Por ello, la Congregación para la Causa de los Santos considera que «la decisión de ayudar a los judíos se contempla a la luz del mandamiento del amor y del ejemplo del Buen Samaritano, como se deduce de los textos subrayados en la Biblia que tenían en casa. Además, los niños habían sido bautizados y educados en la fe con obras de sus padres. En cuanto al nasciturus recibió el bautismo de sangre».
Algunos meses después del crimen, los vecinos decidieron mover los restos de la familia, que había sido enterrada delante de su casa, ante las amenazas de los soldados. Al trasladar los cuerpos desde allí al cementerio católico, descubrieron que el feto del que estaba embarazado Wiktoria estaba a punto de nacer.
Desde el primer día, los vecinos tuvieron claro que la familia había vivido la fe de forma extraordinaria. Son conocidos como 'los Samaritanos de Markowa'. El Vaticano ha confirmado ahora que «la fama de martirio se ha mantenido en el tiempo, a pesar de la complejidad histórica de Polonia». Y es que las autoridades comunistas que tomaron el país tras los nazis no veían con buenos ojos la devoción hacia ese gesto heroico de una familia católica. La realidad, es que ahora, en diciembre de 2022, esta familia puede recibir culto público en cualquier iglesia del mundo. Su ejemplo de vida cristiana permanece para la posteridad.
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