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27 de abril de 2024

Pope Benedict XVI Photo by: Stefano Spaziani/picture-alliance/dpa/AP Images 
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Benedicto XVI ya se ha encontrado con el rostro amado de JesúsGTRES

Benedicto XVI, primer Papa emérito contemporáneo

Ningún Papa en la historia ha renunciado voluntariamente a su cargo, con la excepción de Celestino V en 1294

Benedicto XVI ha sido Papa emérito durante más tiempo del que fue como Papa en ejercicio. Ocupó el cargo de vicario de Cristo durante 2.873 días (del 19 de abril de 2005 al 28 de febrero de 2013) y ha 2.922 días hasta el 30 de diciembre como Papa emérito. Benedicto XVI, primer pontífice contemporáneo que vive bajo el estatuto de «antiguo Papa», ha dado a este estatuto un toque muy personal, aunque ello suponga enfrentarse a algunas críticas.
El «Papa emérito» de Benedicto XVI era un traje a la medida: ningún Papa en la historia ha renunciado voluntariamente a su cargo, con la excepción de Celestino V en 1294, un ermitaño que renunció pocos meses después de su elección.
Retirado desde mayo de 2013 en el monasterio Mater Ecclesiae de los jardines vaticanos, donde disfrutó de una apacible vejez, acompañado por su fiel secretario, monseñor Georg Gänswein, y varias laicas consagradas que le asistían, Benedicto XVI apareció muy poco en público: menos de una docena de veces.
Contrariamente a lo que se suele leer, nunca hizo voto de silencio, recuerda su biógrafo Peter Seewald. Por ello, se permitió hablar libremente durante este periodo, aunque el pontífice emérito insistiera a menudo en no interferir en el magisterio de su sucesor.

La sotana blanca del emérito

Tener dos papas ha sido a menudo sinónimo de desunión en la historia de la Iglesia, por lo que Benedicto XVI ha buscado dejar claro que el estatuto de papa emérito es muy distinto al del que ejerce el papa en funciones.
El papa emérito se deshizo del «anillo del pescador» (símbolo papal), que, como sucedía tras la muerte de los papas, ya ha sido destruido, así como de la mozzetta, la esclavina o capa que cubre los hombros del pontífice. Sin embargo, mantuvo el hábito pontificio blanco, lo que le valió algunas críticas, por ejemplo del cardenal australiano George Pell.
Sin embargo, este detalle no parece haber sido tenido especialmente en cuenta por el obispo de Roma emérito. En una entrevista de 2014 explicó que fue una elección por defecto: «en el momento de mi dimisión, no había ninguna otra prenda disponible».
Para vivir bajo el estatuto de Papa emérito, Benedicto XVI se inspiró en el estatuto del obispo emérito, que desde el Concilio Vaticano II establece que un obispo, al que el Papa acepta la renuncia, deja de tener autoridad jurídica en el desempeño del ministerio episcopal, pero mantiene un vínculo espiritual con la comunidad. Benedicto XVI interpretó este vínculo, ante todo, como una cuestión de oración.

¿Debe callarse un Papa emérito?

La libertad de expresión que en algunos momentos asumió Benedicto XVI como «Papa emérito» no interfirió con las posiciones del Papa Francisco. Ahora bien, varios analistas han planteado el posible riesgo de que la Iglesia pudiera encontrarse con dos magisterios paralelos o contrapuestos.
Medios de comunicación han tratado de forzar esta contraposición. Por ejemplo, en 2017, Benedicto XVI escribió un mensaje que fue leído en el funeral del cardenal alemán Joachim Meisner, amigo personal.
En el texto, utilizaba la clásica metáfora de la Iglesia como «barca a punto de zozobrar» (como la de los apóstoles en el Evangelio). Medios informativos la interpretaron como una crítica a la Iglesia dirigida por el Papa Francisco.
El pobre Benedicto XVI, con gran pesar, tuvo que aclarar que se refería a un texto de San Gregorio Magno (540-604). En sus escasas entrevistas con la prensa, no se ha cansado de recordar que había dejado de tener voz de Magisterio para la Iglesia.
Aunque algunos teólogos, incluido un grupo liderado por la influyente Escuela de Teología de Bolonia, le invitó a regular el estatus de papa emérito, Francisco nunca hizo caso a estas advertencias sobre el vacío legal que esto podía representar.
Algunos le pidieron que impusiera el término «obispo emérito» y dejara de utilizar el apelativo de papa, pues al fin y al cabo el Papa es ante todo un obispo. Otros sugirieron que guardara silencio. En una entrevista concedida al diario ABC, el Papa Francisco explicó que no le interesaba tocar este asunto: «Será que el Espíritu Santo no tiene interés en que me ocupe de esas cosas».
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