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(El secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin

El secretario de Estado del Vaticano, Pietro ParolinEuropa Press

Pietro Parolin, un 'papable sin sorpresas'

Su escasa experiencia directa en el ministerio pastoral plantea interrogantes sobre su sensibilidad ante los desafíos concretos del mundo católico actual

Es uno de los nombres que suenan con más fuerza en el horizonte de los 'papables'. El cardenal Pietro Parolin, quien ha sido secretario de Estado de la Santa Sede desde el 15 de octubre de 2013 hasta la muerte del Papa Francisco, parece ser uno de los favoritos del momento para convertirse en Sucesor de Pedro.

Con una sólida carrera diplomática a sus espaldas, Parolin ha acumulado experiencia en Oriente Medio, Asia e Hispanoamérica, donde ejerció como nuncio apostólico en Venezuela entre 2009 y 2013.

Desde ese año, su destino fue Roma, cuando el Papa lo nombró Secretario de Estado de la Santa Sede, labor que continuaría hasta la muerte de Francisco. Trabajó codo a codo con él, convirtiéndose en una de las figuras más influyentes del Vaticano.

Es quizás ese trasfondo diplomático lo que lleva a que Pietro Parolin no sea percibido como un hombre de gestos rupturistas. Por ello, se le considera una figura de consenso, equilibrada y uno de los favoritos para dar continuidad al rumbo marcado por el Papa argentino.

No obstante, ser secretario de Estado y contar con un carácter discreto no garantiza por sí solo el perfil que muchos consideran necesario para el próximo Pontífice. Su escasa experiencia en el ministerio pastoral plantea interrogantes sobre su sensibilidad ante los desafíos concretos del mundo católico actual.

Acuerdos Santa Sede y China

Uno de los puntos que empañan el legado de Parolin son los acuerdos entre la Santa Sede y el gobierno chino, firmados en 2018 y renovados en años posteriores, no han estado exento de críticas dentro de la Iglesia. Aunque los términos exactos se mantienen en secreto, el Vaticano sostiene que el pacto se centra exclusivamente en el nombramiento de obispos católicos en el gigante asiático.

Este acuerdo fue interpretado como un primer paso hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos Estados —interrumpidas desde 1951— y, sobre todo, como un intento de unificar la Iglesia católica en China, históricamente dividida entre una Iglesia Patriótica Católica, reconocida por el régimen, y una Iglesia clandestina, fiel a Roma pero no autorizada por las autoridades chinas y, por ende, perseguida.

Pero esta estrategia ha sido duramente criticada por cardenales como Joseph Zen, quien la calificó como una «traición» a los católicos perseguidos, y por analistas que denuncian la falta de transparencia y el agravamiento de la represión religiosa en China desde la firma del acuerdo.

Además, muchos han señalado el pacto otorga al régimen un papel decisivo en el proceso de selección episcopal, algo que pone en entredicho la autonomía de la Iglesia y contraviene directamente el Derecho Canónico (canon 377.5): «No se concederá a las autoridades civiles ningún derecho ni privilegio de elección, nombramiento, presentación y designación de obispos».

Liturgia tradicional en la diana

En su rol como Secretario de Estado del Vaticano, Parolin también desempeñó un papel clave en la implementación del motu proprio Traditionis custodes, que restringió el uso de la misa en la forma extraordinaria del rito romano, derogando así las disposiciones de Summorum Pontificum de Benedicto XVI.

Este motu proprio otorga a los obispos la autoridad para decidir si se permite o no la celebración de la misa tradicional en sus diócesis, además de imponer otras limitaciones, como la prohibición de celebrarla en iglesias parroquiales y la restricción en la creación de nuevos grupos. En 2022, al referirse a los tradicionalistas franceses, el cardenal los describió como «ovejas heridas y necesitadas de acompañamiento».

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