Plaza de San Pedro en El Vaticano.
«Prefieren actuar en silencio»: la red invisible que conecta al mundo con el Vaticano
Detrás de la solemnidad y los gestos, la Santa Sede mueve hilos en silencio. Loup Besmond, corresponsal de La Croix durante cuatro años, desvela cómo funciona la diplomacia más discreta del mundo
En un mundo que vive de titulares y filtraciones, la diplomacia vaticana sigue su propio ritmo: casi imperceptible, pero letalmente eficaz. «Hablan poco porque lo prefieren, pero es un clásico de la diplomacia. Toda la diplomacia funciona así. Prefieren actuar en silencio, por no decir en secreto, porque creen que les resulta más efectivo. Así que son muy activos tras las bambalinas, digamos, y menos, menos en público», explica para Rome Reports Loup Besmond de Senneville, corresponsal de La Croix en el Vaticano entre 2020 y 2024.
Moverse entre bastidores en el Vaticano no es tarea fácil. Según Besmond, el secreto es más que una tradición: es una herramienta que garantiza la supervivencia de la Santa Sede, aunque también puede alimentar fantasías en el exterior. Su diplomacia se sostiene sobre una red de religiosos y religiosas repartidos por todo el mundo que, gracias a los nuncios, permiten que todo lo que sucede en los países se sepa en el Vaticano.
«No son informantes, es decir, no hacen espionaje, no son espías, pero tienen esa capacidad de hacer que todo lo que sucede en el terreno vuelva a Roma. Hay que entender que la diplomacia vaticana es ante todo un lugar de información, donde se concentra todo lo que pasa a nivel informativo del mundo», señala Besmond.
Una realidad muy pequeña
Esa concentración de información convierte al Vaticano en un punto estratégico: países de todas las latitudes, incluso sin tradición católica, buscan mantener lazos diplomáticos con la Santa Sede. «Pensemos que países como Argelia, Irán, Turquía, que no son para nada países con mayorías católicas, tienen un embajador y esto para mí es una señal de que tienen interés en estar cerca del Papa, cerca del Vaticano pero también en contacto con toda esta información que está en la Secretaría de Estado y que tiene la diplomacia vaticana», afirma el periodista.
A pesar de su influencia simbólica e histórica, la Santa Sede no es una «superpotencia» política: su poder real es limitado y «artesanal». «La paradoja es que la diplomacia vaticana [...] son un pequeño equipo. Es una realidad muy frágil y esto no se sabe mucho porque todos tenemos o todos tienen esta idea de un Vaticano como superpotencia que, de hecho, no lo es. Es algo bastante artesanal y una realidad bastante pequeña», apunta Besmond.
Pero dentro de esa discreción, cada gesto cuenta. Desde las llamadas del Papa a líderes como Putin y Zelenski hasta los discursos en sus viajes apostólicos, cada acción tiene un trasfondo diplomático. «Recuerdo muy bien, en particular, el encuentro que el Papa [Francisco] tuvo en Ur. Y ese discurso tan fuerte y emblemático en Irak me impactó profundamente», evoca el corresponsal francés. La Secretaría de Estado coordina estos viajes, y sus miembros aprovechan cada segundo para fortalecer los vínculos diplomáticos con cada nación que visitan.