Infección urinaria
Salud
Un urólogo explica por qué las infecciones urinarias son más frecuentes en mujeres durante el verano
Aunque la mayoría de los episodios de cistitis son benignos y de fácil resolución, la falta de tratamiento adecuado puede desencadenar complicaciones más severas, como infecciones renales o la aparición de cuadros recurrentes
Durante los meses de verano, las infecciones urinarias tienden a incrementarse, especialmente entre las mujeres, debido a una combinación de factores como el calor, la humedad, la deshidratación y ciertas modificaciones en los hábitos de higiene personal. Así lo advierte el doctor José Emilio Hernández, jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario General de Villalba, quien destaca la particular vulnerabilidad del sexo femenino a estos cuadros por motivos anatómicos.
Desde este centro sanitario subrayan que prácticamente todas las mujeres experimentarán alguna infección urinaria a lo largo de su vida, siendo la cistitis –inflamación de la vejiga urinaria de origen bacteriano– la más habitual. El verano se convierte en la estación con mayor número de casos, si bien hasta un 40 % de los síntomas urinarios no se deben a infecciones bacterianas reales. Por este motivo, los especialistas insisten en la necesidad de contar con una evaluación médica adecuada que permita descartar otros diagnósticos y evite tratamientos innecesarios.
Una de las razones principales que favorece la aparición de estas infecciones en mujeres es la estructura del aparato urinario: la uretra femenina es más corta y está situada más cerca del ano, lo que facilita el acceso de bacterias al tracto urinario. A esto se suman circunstancias veraniegas como la permanencia prolongada con el bañador húmedo, el déficit en la ingesta de agua y una frecuencia menor en la micción, lo que entorpece la eliminación espontánea de gérmenes. En palabras del doctor Hernández, esto «dificulta la eliminación natural de microorganismos».
Aunque la mayoría de los episodios de cistitis son benignos y de fácil resolución, la falta de tratamiento adecuado puede desencadenar complicaciones más severas, como infecciones renales o la aparición de cuadros recurrentes. Según Hernández, «con un diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado, las complicaciones son raras. El problema es que muchas mujeres se automedican o retrasan la consulta sin confirmar la infección».
En el ámbito de la prevención, los expertos apuntan a la eficacia de pequeñas rutinas diarias. Entre estas destacan el consumo diario de entre dos y tres litros de agua, la micción frecuente –cada dos horas–, el cambio rápido del bañador tras el baño, la evitación de ropa interior ceñida y la elección de tejidos naturales, como el algodón.
Otro aspecto clave es la higiene íntima. El doctor Hernández recalca que es «fundamental» mantener un cuidado equilibrado: «una limpieza diaria con agua es suficiente; el exceso de jabón o productos perfumados puede alterar la flora vaginal y favorecer infecciones».
La alimentación también desempeña un papel en la prevención. Una dieta rica en frutas, verduras y fibra contribuye a una hidratación óptima y previene el estreñimiento, un factor menos conocido, pero igualmente relevante, según indica el especialista.
Los síntomas más comunes que deben alertar a las mujeres son el escozor al orinar y el dolor abdominal bajo. Ante su aparición, el tratamiento –que suele ser eficaz y rápido– puede incluir antibióticos y analgésicos. En casos de recurrencias, los especialistas destacan el papel de la inmunoprofilaxis mediante vacunas como estrategia preventiva.