
Con el derrame ocular, el ojo cobra un color rojizo y brillante
Hemorragia subconjuntival
Cómo identificar un derrame ocular y qué hacer para que desaparezca
Aunque pueda causar impresión, este problema es benigno y no afecta a la visión ni provoca dolor o escozor
Una dolencia bastante habitual, muy llamativa y de poca gravedad es el derrame ocular. Denominado en términos médicos hemorragia subconjuntival o hiposfagma, es un sangrado que aparece en la esclerótica –la parte blanca del ojo– tras romperse algún vaso sanguíneo.
Aunque pueda causar impresión, este problema es benigno y no afecta a la visión ni provoca dolor o escozor en el ojo. Lo más probable es que nos demos cuenta al mirarnos al espejo, puesto que el ojo se vuelve rojo brillante. Ese color rojizo se debe a que, tras la rotura del vaso, no se puede absorber la sangre, que se queda atrapada bajo la capa transparente que envuelve el ojo, la conjuntiva.
Causas que lo provocan
No hay un motivo concreto por el que se produzca el derrame. Las causas pueden ser variadas: desde un esfuerzo físico extraordinario a una infección viral hasta la ingesta de ciertas medicinas, como los anticoagulantes. También puede influir un aumento súbito de la presión arterial (causada, por ejemplo, por una tos fuerte, un estornudo o al vomitar), tras una cirugía ocular o incluso por haberse frotado los ojos de forma insistente.