Una mujer se lava el pelo con champú

Una mujer se lava el pelo con champúGetty Images | skynesher

¿Es mejor ducharse con agua caliente o con agua fría?

Aunque sobre gustos no hay nada escrito, lo cierto es que normalmente una ducha de agua caliente después de un largo día puede resultar reparadora. Sin embargo, puede que tu cuerpo agradezca más una ducha de agua fría o templada para recuperar la energía.

Sobre este tema, Jorge Ángel Heras Huélamo, más conocido como Enfermero Jorge Ángel en redes sociales, explica en un vídeo de TikTok las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas. Sobre ducharse con agua caliente, asegura que esta «da más sensación de relajación y puede venir bien para las contracturas musculares. Sin embargo, reseca mucho la piel y esto no es bueno para las dermatitis y además produce vasodilatación, lo cual puede aumentar las arañas vasculares y las várices». Por contra, «el agua fría te da una mayor sensación de energía y puede venir bien también para la inflamación. Además, cierra los poros y conservar los aceites esenciales va mejor para la piel». El enfermero concluye afirmando que en invierno, obviamente, «no te vas a dar una ducha fría, por lo tanto, los expertos recomiendan que esté templada entre 28 y 30°».

Duchas frente a baño

Mantener una adecuada higiene es primordial para conservar la salud y prevenir las enfermedades. La falta de higiene corporal puede causar sarna, micosis y hongos, entre otras. Sin embargo, según la Academia Española de Dermatología y Venearología (AEDV) la piel pierde un 25 % de su hidratación natural durante la ducha.

El profesor de Harvard, Robert H. Shmerling, explica por qué sucede esto y qué debemos hacer: «La piel mantiene una capa de aceite y un equilibrio de bacterias 'buenas' y otros microorganismos. Frotar la piel con jabones los elimina, especialmente si el agua está caliente». Como resultado, añade el profesor: «La piel puede volverse seca, irritada o con picazón algo que puede permitir que las bacterias y los alérgenos rompan la barrera que se supone que debe proporcionar la piel, lo que permite que se produzcan infecciones de la piel y reacciones alérgicas».

Para evitar que la piel pierda su equilibrio natural, el experto asegura que la solución es sencilla, basta con cambiar las largas duchas diarias con abundante jabón por duchas diarias cortas, no más de tres o cuatro minutos y con agua templada. El uso del jabón se limitará a las zonas con mayor densidad de glándulas sudoríparas como genitales, pies, axilas y manos.

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