¿Parpadeas menos cuando escuchas? La ciencia explica por qué

Parpadear, al igual que respirar, es un acto automático, pero más allá de su vínculo con la visión, este reflejo también podría ofrecer pistas sobre cómo el cerebro procesa información en entornos difíciles. Comprender el habla en una conversación diaria supone enfrentarse a múltiples obstáculos acústicos, desde el ruido de fondo y la subarticulación hasta los acentos extranjeros, desafíos que se intensifican cuando existen deficiencias auditivas.

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Concordia sugiere que la frecuencia del parpadeo está estrechamente relacionada con el esfuerzo cognitivo que requiere escuchar en situaciones con ruido de fondo.

La investigación, publicada en Trends in Hearing, analizó cómo varía el parpadeo ante estímulos auditivos en distintas condiciones experimentales. Los autores descubrieron que las personas parpadean menos cuando intentan comprender el habla en ambientes ruidosos, lo que indica que el parpadeo puede servir como un indicador del esfuerzo mental que implica la escucha cotidiana. También observaron que este patrón se mantiene estable independientemente de la iluminación: los participantes parpadeaban con la misma frecuencia en entornos brillantes, tenues u oscuros.

Las personas parpadean menos cuando intentan comprender el habla en ambientes ruidosos

«Queríamos saber si el parpadeo está influido por el entorno y de qué manera se relaciona con la función ejecutiva», explica la autora principal, Pénélope Coupal, estudiante del Laboratorio de Audición y Cognición. «Por ejemplo, si las personas ajustan estratégicamente sus parpadeos para no perderse información importante». Los resultados apuntan a que sí: «No parpadeamos al azar —afirma—. Parpadeamos sistemáticamente menos cuando se nos presenta información relevante».

Parpadeos vs esfuerzo mental

Casi 50 adultos participaron en el estudio, realizado en una habitación insonorizada. Sentados frente a una pantalla, escucharon frases cortas mediante auriculares mientras los investigadores modificaban la relación señal-ruido del ambiente. A través de gafas de seguimiento ocular, se registró cada parpadeo y su momento exacto.

Los datos mostraron una caída clara en la frecuencia de parpadeo durante la reproducción de cada frase, en comparación con los momentos previos y posteriores. La supresión era aún mayor en condiciones ruidosas, cuando entender el mensaje requería un esfuerzo extra.

Un segundo experimento replicó los resultados en habitaciones con diferentes niveles de iluminación, reforzando la conclusión de que es la demanda cognitiva –y no la luz– lo que modula el parpadeo.

Aunque las tasas individuales variaban ampliamente (entre 10 y 70 parpadeos por minuto), la tendencia general fue consistente y estadísticamente significativa.

Esfuerzo cognitivo

Tradicionalmente, los estudios que relacionan visión y carga mental se han basado en la dilatación de la pupila. El parpadeo, por el contrario, se consideraba una interferencia que debía eliminarse de los registros. Este trabajo reanaliza datos previos para enfocarse precisamente en ese reflejo, demostrando que su frecuencia y su sincronización pueden ser una métrica práctica, no invasiva y útil para medir la actividad cognitiva.

«Parpadear está asociado con la pérdida de información, tanto visual como auditiva», señala Mickael Deroche, coautor y profesor del Departamento de Psicología. «Por eso suprimimos el parpadeo cuando recibimos datos importantes».

Los investigadores avanzan ahora hacia una pregunta clave: determinar exactamente cuándo y cómo se pierde información durante un parpadeo. Charlotte Bigras, investigadora posdoctoral, lidera un estudio específico para desentrañar ese patrón.

«Estos hallazgos están lejos de ser triviales», concluye el equipo. «Pueden cambiar la manera en que medimos el esfuerzo cognitivo en estudios de percepción y atención», concluyen.