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17 de mayo de 2024

Activistas escenifican las consecuencias de la droga 'bombé' en Kinshasha (República Democrática del Congo)

Activistas escenifican las consecuencias de la droga 'bombé' en Kinsasa (República Democrática del Congo)Twitter | CongoActual

Sociedad

Bombé, la peligrosa ‘droga zombi’ que arrasa en la República Democrática del Congo

La falta de oportunidades arroja a cientos de jóvenes a las garras de un estupefaciente artesanal elaborado con metales extraídos del motor de los coches

Una persona permanece de pie en mitad de una calle de Kinsasa, la populosa capital de la República Democrática del Congo. Tiene los brazos abatidos, las piernas ligeramente flexionadas, la cerviz totalmente doblada hacia el suelo y los ojos cerrados. Parece dormitar, al estilo de un robot al que de pronto se le hubiera terminado la batería. Pero la cruda realidad es mucho más descarnada: se encuentra bajo los efectos de una nueva y potente droga que se ha apoderado de esta megalópolis de 17 millones de habitantes.
Desde hace unas semanas, la anterior se ha convertido en una estampa habitual en barrios pobres de la capital congoleña, un país que se sitúa en el quinto puesto de países con menor renta per cápita del mundo, según datos del Fondo Monetario Internacional. La corrupción, la falta de oportunidades, el conflicto armado y la pobreza extrema –casi tres de cada cuatro congoleños viven con menos 1,90 dólares al día– han empujado a cientos de jóvenes a las garras de un estupefaciente artesanal conocido como ‘bombé’ que ha puesto en alerta máxima a las autoridades del país africano.
También conocida como la ‘droga zombi’ por el estado catatónico en el que sume a quien la consume, el bombé es una droga barata (la dosis no pasa de un euro) que se elabora a partir de la malla cerámica ubicada en el interior del catalizador del motor de los coches, cuyos componentes se mezclan con medicamentos y opiáceos.
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Las autoridades investigan la composición exacta de la droga, pero creen que entre sus principales ‘ingredientes’ se encuentran, aparte de los extraídos de los motores (óxido de zinc, platino, rodio y paladio), sustancias químicas como el tramadol, el dolareno, el nitrilo, la amplicina e incluso residuos de heroína. Al consumirlo, ya sea fumándolo o por vía intranasal, los afectados entran en un estado de somnolencia y vacuidad que puede prolongarse minutos u horas y con el que logran evadirse de la falta de perspectiva de futuro que aquejan. Un efecto que se suma, además, al retraso del apetito, lo que puede ayudar a combatir el hambre.
Ante una epidemia cuyas dimensiones no paran de crecer, las autoridades han puesto en marcha varias vías de actuación con el fin de atajar el consumo. Por un lado, un duro plan de choque que prevé arrestos y cárcel para traficantes y consumidores. Por el otro, una estrategia de formación agrícola para jóvenes con el fin de ofrecerles una alternativa a la drogadicción.
En cuanto a su impacto sobre la salud, los expertos indican que el consumo de metales extraídos de un vehículo puede ocasionar cáncer, deterioro pulmonar e intoxicación, entre otras complicaciones.

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