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29 de marzo de 2024

Primera mesa redonda, con los rectores Francisco González de Posada y Rubén Calderón

Primera mesa redonda, con los rectores Francisco González de Posada y Rubén Calderón

Invierno demográfico: la ACdP aborda en Cantabria el «suicidio a cámara lenta» de la sociedad española

  • El obispo de Santander, el presidente de la UNIR o el coordinador del Observatorio Demográfico del CEU participaron en las jornadas sobre demografía organizadas por los propagandistas en Santander

El centro de Santander de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) celebró esta semana las VIII Jornadas Católicos y Vida Pública de Cantabria, con el título Cantabria y el invierno demográfico: impactos, retos, propuestas. El objetivo era abordar de forma «rigurosa» la situación e impulsar –según los organizadores– «la urgente adopción de medidas ejecutivas frente a este declive poblacional, que de no reconducirse producirá un auténtico suicidio demográfico».
En la inauguración, Elio Gallego, miembro de la comisión ejecutiva del Congreso Católicos y Vida Pública, identificó «algo nuevo, extraño y diferente» en la crisis demográfica actual, en comparación a otras épocas. «Cuando entonces se daban periodos de decadencia, la clase dirigente trataba de ponerle remedio… pero hoy vemos que la clase dirigente, que debería animar a luchar contra el invierno demográfico, hace exactamente lo contrario», reflexionó el también profesor de la Universidad CEU San Pablo. Gallego puso como ejemplos de esta tendencia la promoción de la disolución de la familia, la esterilidad o el aborto.
«En lugar de sentir esto como un drama y una urgencia, parece que solo les interesa radicalizar el proceso», criticó, y aventuró que la causa está en la renuncia a lo sobrenatural. «Al traicionar a Cristo, Occidente se ha vuelto una cultura de la muerte», dijo el propagandista, y apuntó –citando al difunto papa Benedicto XVI– que, frente a ello, «la esperanza del cristianismo depende de su capacidad de decir la verdad».
En la inauguración también participaron el obispo de Santander, Manuel Sánchez, quien tildó la situación como «no solo preocupante, sino trágica», y llamó a los presentes «a dar la cara», y el secretario del centro de Santander de la ACdP, Alfredo Alonso, que destacó el tema central del evento como «expresión única de nuestra responsabilidad como católicos comprometidos en la construcción de nuestra sociedad».

La natalidad, ni de izquierdas ni de derechas

«Los políticos son cortoplacistas, se gobierna para los próximos cuatro años», criticó el presidente de la UNIR, Rafael Puyol, durante su intervención. El también catedrático de Geografía Humana y ex rector de la Universidad Complutense de Madrid destacó que «las políticas natalistas no son de derechas ni de izquierdas», y aseguró que en España no se aplican por falta de voluntad política y de presupuesto.
«Es absolutamente imprescindible en España una verdadera política de ayuda familiar que permita, aunque sea en unas décimas, recuperar la natalidad», insistió Puyol: según el INE, en 2022 se produjeron en España 329.000 nacimientos, «la cifra más baja de nuestra historia». Puyol identificó varios factores que definen esta tendencia a la baja, como la caída de la tasa de fecundidad desde los 80 o el retraso en la edad de alumbrar el primer hijo.
El catedrático identificó, además, que si la situación de España es mala, con una tasa de fecundidad de 1,20 hijos por mujer, en Cantabria «es peor», con una media de 1,07 hijos por mujer. Puyol identificó varios países que pueden servir como ejemplo en materia de políticas natalistas, como Francia, Suecia o Hungría, tanto en el caso de medidas monetarias –como primas por cada nacimiento o subvenciones mensuales según el tamaño de la familia– como extra monetarias, como la creación de guarderías o exenciones fiscales.
Por último, Puyol señaló otras variables del problema demográfico, como el envejecimiento –«yo creo que no hay que considerarlo como un problema, sino como una gran conquista social», destacó– o el despoblamiento. En relación a esto, señaló que «no cabe esperar milagros» de las políticas pensadas para revertir la tendencia a que los pueblos se vacíen, pero que hay medidas posibles, como la creación de centros de servicios para atender a varios municipios.

España podría perder la mitad de la población

«A cámara lenta, la sociedad española está suicidándose», advertía el viernes el coordinador del Observatorio Demográfico de la Universidad San Pablo CEU, Alejandro Macarrón. En su ponencia, titulada La autodestrucción de España y Cantabria por falta de niños, Macarrón recordó que los nacimientos empiezan a caer en 1977, y que las madres nacidas en España tienen hoy un 65% menos de hijos que hace 45 años. «Esto debería ser motivo de máxima alarma, pero no lo es», dijo.
Macarrón presentó sus proyecciones, y advirtió de que, si no varía el número de hijos por mujer y sin contar los flujos migratorios, «España perdería la mitad de población de aquí a final de siglo». Criticó el énfasis puesto en la llamada España vaciada, «que no es, ni de lejos, el mayor problema de España, sino la natalidad y la integración de la inmigración», y mostró su preocupación por el envejecimiento de la población.
El ponente alertó de que el problema demográfico tiene efectos a todos los niveles –desde la antropología, porque al desaparecer la gente, desaparece cultura, hasta la afectividad, por el aumento de la soledad y los divorcios–, y advirtió de la distorsión que el envejecimiento provoca en los procesos electorales: «El reino de los votos está en los jubilados», planteó.
También insistió en que la inmigración no es la solución al desafío poblacional -«como mucho, una solución parcial», concedió-, porque la gran parte de las personas que llegan son mano de obra poco cualificada, porque no solucionan el problema afectivo de la soledad -«no puedo importar a alguien para que sea mi hijo», ironizó- y porque países como Francia o Bélgica muestran el riesgo de una mala integración sociocultural.
«Los choques de culturas han existido desde que el mundo es mundo», destacó Macarrón, y recordó que la llegada de inmigrantes no es una garantía. «Renunciamos a tener hijos para que vengan otros y los tengan por nosotros, pero ¿y si sus países se desarrollan y dejan de venir?», planteó.
Macarrón concluyó planteando algunas propuestas. «Si faltan niños, no tiene sentido –señaló– que la sociedad sea hostil a la religión, y en concreto a la católica, porque estadísticamente la gente que más hijos tiene son las personas religiosas».

Retos y respuestas

La última sesión de las jornadas se centró en dos mesas redondas que, respectivamente, abordaron los impactos socioeconómicos del invierno demográfico y plantearon algunas posibles respuestas. En la primera participaron el economista y rector de la Universidad Europea del Atlántico, Rubén Calderón, que analizó las consecuencias sociales y económicas de no mantener la tasa de reemplazo, y el sociólogo y ex rector de la Universidad de Cantabria Francisco González, que trazó un recorrido social y religioso sobre algunos temas ligados a la demografía, como la defensa de la vida.
«Hay que defender la vida entera, y la vida significa acoger a todo el que lo necesita», insistió. La segunda mesa, por su parte, reunió a la matrona Manuela Contreras, la experta en sexualidad y naprotecnología Rocío Gómez y el representante de la delegación diocesana de Familia y Vida José Luis Bosque, que abordaron cuestiones ligadas a la familia, la apertura a los hijos o la fertilidad.
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