En el año 2018, el madrileño Álvaro Trigo, de 28 años, casi pierde la vida. Estaba de vacaciones Andalucía cuando de repente sufrió un aparatoso accidente que le calcinó el 63 % de su cuerpo. Después de estar diez días en coma y cuatro meses en el Hospital Virgen del Rocío en Sevilla, logró recuperarse. Esta situación cambió su forma de ver las cosas y se adentró, gracias al deporte que lo usó como recuperación, en retos solidarios.
Gracias a su afán de superación y a sus ganas de ayudar cada año, Álvaro dedica su tiempo libre a los demás. «A raíz de esto, comencé a dedicar parte de mi cuerpo a hacer cosas que fuesen todo para las personas», comenta el protagonista. Aunque ayude a fundaciones, ONG o a personas particulares, este año es el turno de ayudar en un hospital, más concretamente a la Fundación 38 grados, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a los enfermos al final de su vida.
«Lo que hacen me encanta», comenta el madrileño. Desde Fundación 38 grados buscan cumplir el último deseo de niños y personas mayores antes que se encuentran en cuidados paliativos. Cada seis meses, ocho, un año… el deportista, que ya ha escalado el Kilimanjaro junto a dos amigos, Jaime y Miguel, se somete a un nuevo reto. «Este año es el turno del Mont Blanc y del estrecho de Gibraltar», comenta el joven.
Aunque esta nueva aventura abarque dos actividades distintas, no iba a ser así desde el principio. «Iba a ser solo el Mont Blanc», puesto que el año pasado, tras terminar de escalar el Kilimanjaro y el voluntariado en África, les salió esta oportunidad y se lanzaron a la aventura.
Salió el escalar el Mont Blanc. A esto se le sumó que Álvaro en 2018 había cruzado de Formentera a Ibiza nadando para una ONG y «una vez que lo acabé me apunté cruzar el estrecho de Gibraltar», pero entre la covid y las orcas estaban cancelando todos los flotes. Cuatro años después, le llamaron y decidió «tirarse a la piscina» la primera semana de agosto junto a Jaime y Miguel quienes harán la misma distancia que él, pero en kayak.
Para poder ayudar a todas las personas y fundaciones que necesitan fondos, los aventureros han creado Mi grano de arena, «una plataforma en la cual cualquier ONG se da de alta». A través de la página se genera un método de pago y todo lo que la gente aporta «va directamente a esa fundación, ONG o persona». Algo muy importante, señala, es que el dinero «no pasa por manos de nadie».
Los tres españoles dan visibilidad al proyecto y luego las personas que lo deseen pueden donar. Ellos ahora, además de pensar en el siguiente reto, están centrados en ayudar a todas aquellas personas que necesitan la ayuda para poder seguir viviendo de una forma digna.
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