La directora científica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), María Blasco, durante su comparecencia este martes
Testimonios
Las «constantes amenazas» de María Blasco, al descubierto gracias a sus trabajadores: «Hay miedo a una lista negra»
Varios de los investigadores y afectados por las políticas y conductas de la actual directora del CNIO han revelado a este periódico su día a día
El futuro de la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), María Blasco, sigue dando de que hablar. Su destitución e imputación llega en un momento en el que prácticamente todos sus trabajadores han destacado la difícil convivencia laboral que existía.
Desde que Blasco pasó a ser el centro de la atención mediática, muchos han sido los investigadores que han puesto de manifiesto el complicado trato que han tenido con la directora desde que accediera al cargo en 2011.
«Ha tenido muchos problemas con subordinados», exponían a este periódico varios jefes de unidad y proyectos del centro. De igual manera, las mismas fuentes destacaban que desde hace años hay «un descontento generalizado con la directora». Estos motivos llevaron a los investigadores a pedir el relevo de Blasco como directora científica el pasado diciembre, alegando que «un cambio de cara vendría bien a la entidad y sería sano».
Estos supuestos problemas con gran parte de sus empleados adquiría un cariz más preocupante el pasado 17 de enero. Tal como adelantó ABC –y posteriormente confirmado por este periódico– entre 2013 y 2025 tuvieron lugar al menos 10 denuncias por acoso laboral hacia la directora, las cuáles habrían sido presuntamente ignoradas por el comité del centro.
Una de ellas habría sido protagonizada por el científico austriaco Erwin Wagner. El bioquímico de 75 años llegó en 2008 como un fichaje estrella para el CNIO y acabó abandonando la entidad por la puerta de atrás diez años después. Esto sucedió después de que Blasco optara por «despedir a cualquier 'líder' internacional a costa de meter a sus amigos». A pesar de que el austriaco «intentó de todo con compañeros, patronato, Secretaría de Estado para cambiar su opinión», nadie le hizo caso.
«No quiero que me recuerden mucho de esta horrible persona, casi todos los españoles en ciencia o política la querían, era realmente 'intocable'», finaliza Wagner.
Más allá de las acusaciones que versan sobre ella, en las últimas horas la propia Blasco negaba la existencia de estas denuncias por acoso laboral o abuso de poder. En declaraciones a los medios ha explicado que sólo se dirimió un caso y que éste se acabó archivando, y ha incidido en que es ella misma la que está sufriendo desde hace varias semanas una campaña de acoso laboral, de desinformación y de bulos, o que ha llegado a recibir amenazas de muerte. Una postura que era desmentida por los distintos científicos con los que El Debate ha hablado en las últimas horas.
Las fuentes consultadas por este periódico destacaban un caso de «constantes amenazas» hacia varios miembros del centro. En concreto, han señalado el caso de una persona que publicó varios tuits críticos hacia la polémica iniciativa CNIO-Arte. «Al día siguiente le llamaron al despacho con amenazas. Lógicamente no fue, no tenía que responder por haber criticado el programa», destacan las mismas fuentes.
Cuando tu jefe es también tu mentor o tu trayectoria científica depende de ello, es difícil ponerse en contra
A esto hay que sumar la gran cantidad de expertos e investigadores que en los últimos años decidían no interponer ningún tipo de denuncia «por miedo a represalias».
«No denunciaron ya que Blasco es su responsable directa. Tiene la potestad de echarlos. Están en la cuerda floja», detallan los investigadores.
«Verte en la calle es bastante complicado. La gente que lo ha sufrido no tiene alternativa. Cuando tu jefe es también tu mentor, o tu carta de presentación o tu trayectoria científica depende de ello, es difícil ponerse en contra. En general, hay una sensación de indefensión», alegan.
En relación a la carta enviada por varios expertos del centro, estos señalaban a El Debate que «cuando los investigadores enviamos la carta abierta pidiendo el cese de la directora, ha habido otros que han escrito a la Secretaría del Gobierno uniéndose a la carta».
Finalmente, a pesar de que las sensaciones de los científicos pasan por un cese inmediato, la realidad es que existe el miedo ante una «política de terror» y una «lista negra» que podría ser más evidente que nunca si Blasco continúa en el cargo.