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Sesión VII. Bioética con Alejandro Macarrón

Sesión VII. Bioética con Alejandro MacarrónCaptura

IV Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos de España

Alejandro Macarrón: «Santo Tomás de Aquino decía que la integración plena llegaba de los nietos de los inmigrantes originales»

Se trata de una de las citas más esperadas del panorama científico actual

Desde este jueves, la Universidad San Pablo CEU acoge el Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos de España, el cual durará hasta el mediodía de este sábado. Se trata de una de las citas más esperadas del panorama científico actual, en la que a través de ponencias magistrales, mesas redondas y sesiones de pósteres el congreso ha tratado una amplia gama de temas relacionados con la intersección entre la ciencia y la fe católica, con especial énfasis, en esta edición en el ámbito de la Inteligencia Artificial, Bioética y Experiencias Cercanas a la Muerte.

La mañana del congreso ha arrancado con la Sesión VII, dedicada a la Bioética, moderada por Daniel García Ovejero, en la que los ponentes han abordado algunos de los grandes retos éticos de la ciencia contemporánea. Alejandro Macarrón ha abierto la jornada con una reflexión sobre «El suicidio demográfico en España y a nivel mundial», seguida por la intervención de Gonzalo Colmenarejo, quien ha analizado el uso de la línea celular HEK-293 en investigación biomédica y sus implicaciones morales. Ha cerrado la sesión Eneko de Diego, con una ponencia sobre diagnóstico prenatal y preimplantatorio, antes de una ronda final de preguntas en la que los asistentes han podido dialogar con los expertos.

Alejandro Macarrón, responsable de Estudios y Análisis Social del Programa CEU-CEFAS, ingeniero de telecomunicaciones y uno de los demógrafos más reconocidos del país, ha abordado en su ponencia el grave problema que han afrontado las sociedades actuales por la falta de nacimientos. Ha recordado que san Juan Pablo II ya se ha referido en 1985 a este fenómeno como un «suicidio demográfico», un término que, según ha explicado, «tiene todo el sentido, porque es una especie de suicidio de un pueblo o sociedad por no tener niños».

Macarrón ha advertido que «la España de toda la vida se está destruyendo» por la falta de nacimientos y la desestructuración familiar. «Las parejas ya no se casan, y si lo hacen, muchas son inestables. La mitad ha acabado divorciándose», ha señalado. En su opinión, el país se ha estado suicidando «cuantitativamente, porque cada vez han nacido menos niños, y cualitativamente, por el envejecimiento social». Ha subrayado que no se trata solo de un problema numérico, ya que Dinamarca es «más pequeña que España, pero más próspera».

«El capital de una sociedad son las personas; si cada vez hay menos y además están más envejecidas, ¿qué puede salir bien?», ha planteado. Desde el punto de vista económico, ha reconocido que el problema de las pensiones es importante, aunque no el único ni el más grave. También ha alertado de un cambio profundo en los modelos de convivencia. Así, ha asegurad que «España ha avanzado hacia una sociedad en la que cada vez más gente vive sola. En los últimos 50 años, el número de ciudadanos que viven sin compañía se ha multiplicado por ocho».

Alejandro Macarrón, responsable de Estudios y Análisis Social del Programa CEU-CEFAS

Alejandro Macarrón, responsable de Estudios y Análisis Social del Programa CEU-CEFASEl Debate

Para Macarrón, la falta de hijos ha provocado un «empobrecimiento afectivo» cada vez más visible. «Las familias se han centrado en lo económico, todo se mide por el euro per cápita, pero no se tiene en cuenta este tipo de pobreza», ha lamentado.

En el plano político, ha explicado que las democracias actuales «tienden a ser sistemas descompensados», con un peso creciente de los mayores en la toma de decisiones. «Estamos entrando en una gerontocracia: si se ayuda más a los mayores, no queda para los niños, y viceversa. Ha comenzado a verse una lucha generacional», ha advertido.

También ha abordado las consecuencias geopolíticas del fenómeno: «Europa ha llegado a representar el 25 % de la población mundial en 1900, hoy apenas alcanza el 10 % y sigue bajando. Eso nos ha hecho perder peso en el plano internacional». Ha recordado que en el pasado la influencia entre los pueblos ha dependido del número de habitantes, y aunque la revolución industrial y tecnológica europea ha cambiado ese equilibrio, «ahora otros países nos han estado igualando, lo cual no es negativo, porque significa que han salido de la pobreza».

Tercera jornada del Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos de España

Tercera jornada del Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos de España

Macarrón ha calificado el proceso demográfico actual como un fenómeno «espontáneo», surgido de la propia sociedad, aunque también «favorecido y estimulado por el Estado», a través de políticas aprobadas democráticamente, de la influencia de los creadores de opinión y de leyes «antifamilia», directas o indirectas, entre ellas las sucesivas leyes del aborto.

Además, ha señalado que nuestro país se encuentra en un proceso de transformación demográfica. Al mismo tiempo que no tenemos niños, estamos recibiendo migración. Ya hay nueve millones de extranjeros, la mitad son hispanoamericanos y marroquíes. Más de dos millones son inmigrantes de segunda generación. Si a este grupo se le integra bien, no tiene por qué pasar nada; pero si se le integra mal, ocurre lo que pasa en Francia o Bélgica, ha resumido.

Santo Tomás de Aquino decía que la nacionalidad hay que concedérsela a los nietos de los inmigrantes originales, porque son quienes ya están plenamente integrados en el país.

Otra idea que ha querido transmitir el experto es que «no hay que resignarse ante esto». Ha detallado que «todavía somos muchos», por lo que, si la gente vuelve a tener hijos, aún es posible revertir la tendencia. De hecho, para los católicos, la esperanza es una virtud.

En cuanto a los nacimientos, hoy hay menos niños que durante la Guerra Civil y la posguerra. Incluso en el peor año de la Guerra Civil nacieron más niños en total, teniendo en cuenta que entonces había menos habitantes. Por último, ha advertido de que la tasa de fecundidad también ha disminuido. En 1950, el promedio era de casi cinco hijos por mujer; hoy, no llega a 2,3.

Uso de la línea celular HEK-293

Tal y como ha señalado, la línea celular HEK-293 está compuesta por «células humanas embrionarias de riñón obtenidas a partir de un aborto voluntario realizado en 1973 por Alex van der Eb». Estas células han sido inmortalizadas mediante la introducción de ADN de adenovirus tipo 5, y a partir de ellas se han generado diversas sublíneas derivadas, manipuladas de múltiples formas.

Se trata de una línea muy utilizada en investigación biomédica, cuyas ventajas han sido que, además de ser células humanas, son inmortales, fáciles de transfectar, de rápido crecimiento, económicas y no tumorales.

A pesar de sus beneficios, también ha presentado diversas desventajas. En primer lugar, ha indicado Colmenarejo, son células bastante alteradas, ya que han sido modificadas genéticamente. Además, poseen modificaciones postraduccionales humanas anómalas.

Estas células se han empleado en la producción a gran escala de proteínas terapéuticas (anticuerpos, factores de crecimiento, factores de coagulación, etc.); en ensayos celulares dirigidos a dianas de compuestos (screening molecular); en la producción de proteínas humanas para biología estructural; y en investigación básica sobre expresión y regulación génica.

Asimismo, han resultado útiles en la producción de vectores virales (virus atenuados o «capados»), empleados en la elaboración de vacunas, la terapia génica, la terapia celular y las terapias CAR-T, entre otras aplicaciones.

Desde el punto de vista bioético, el uso de estas células ha sido abordado en la sección 34 de la instrucción Dignitas Personae de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre la utilización de material biológico humano de origen lícito. Algunos comités de ética han aceptado el uso de estas células, argumentando que existía una separación entre el acto de quienes han practicado el aborto y quienes han empleado el material biológico resultante.

Sin embargo, el documento muestra que resulta insuficiente el llamado «criterio de independencia», según el cual sería éticamente lícito utilizar material biológico de origen ilícito siempre que haya una separación clara entre los que producen, congelan y dan muerte a los embriones, y los investigadores que desarrollan la experimentación científica.

Además, prosigue el documento, este criterio no ha bastado para evitar una contradicción en la actitud de quienes dicen desaprobar las injusticias cometidas por otros, pero al mismo tiempo han aceptado para su trabajo el material biológico obtenido mediante tales injusticias.

Cuando esos delitos han estado respaldados por las leyes que regulan el sistema sanitario y científico, ha sido necesario distanciarse de los aspectos inicuos de dichos sistemas, a fin de no dar la impresión de tolerancia o aceptación tácita de acciones gravemente injustas. De lo contrario, se ha contribuido a fomentar la indiferencia o incluso la complacencia con que estas prácticas han sido vistas en algunos sectores médicos y políticos.

Esto nos indica que el mal del aborto no solo afecta a colectivos como los sanitarios. También se extiende a todo el mundo científico. «El mal de esta práctica llega muy lejos», ha resumido. En estos casos existen dos formas de actuar. En primer lugar, apostando por la objeción de conciencia, oponernos e intentar no trabajar con este material. En segundo lugar, buscar o desarrollar alternativas, como por ejemplo líneas celulares no humanas, tumorales, no tumorales inmortalizadas…

Diagnóstico prenatal y preimplantorio

Por último, Eneko de Diego, estudiante de Medicina de la Universidad de Navarra con diploma en investigación biomédica, ha explicado en su mesa sobre diagnóstico prenatal y preimplantorio que el diagnóstico prenatal consiste en diferentes pruebas realizadas durante el embarazo para identificar diversas alteraciones, como el riesgo de síndrome de Down. Estas pruebas se realizan en todas las comunidades y en todas las mujeres, salvo que la paciente decida no realizarlas.

La forma de llevarlas a cabo es en la semana 12 de gestación, combinando un análisis de sangre con mediciones del pliegue nucal mediante ecografía. Con esta prueba se calcula un riesgo. Si el resultado es alto (mayor o igual a 1/1.270), se pasa a la siguiente fase: un test de ADN fetal en sangre materna. Un resultado negativo descarta anomalías y, además, permite conocer el sexo del bebé. Si el resultado es positivo, es necesario realizar una amniocentesis, procedimiento que conlleva un riesgo de aborto espontáneo de entre el 0,3 % y el 1 %. De esta forma, se obtiene el diagnóstico definitivo.

Eneko de Diego, estudiante de Medicina de la Universidad de Navarra con diploma en investigación biomédica

Eneko de Diego, estudiante de Medicina de la Universidad de Navarra con diploma en investigación biomédicaEl Debate

Si sale que tiene alguna malformación hay que mostrar apoyo a los padres, ha subrayado. Primero, ofreciendo un seguimiento más estrecho del embarazo, planeando cirugías y tratamientos prenatales y preparando a los padres de forma psicológica y social. Sin embargo, existe un grave problema, y es que el mal diagnóstico de estos embarazos puede acabar en un «aborto eugenésico» para evitar tener a ese hijo que es considerado por los padres como «no apto».

Esta mentalidad eugenésica, que según explica el estudiante cada vez «se extiende más», genera distintos problemas. En primer lugar, si los padres creen que es mejor abortar o no transferir un embrión por su discapacidad, ¿qué harán si esta aparece más adelante? El segundo problema que señala es que los defensores más extremistas de la eugenesia consideran egoístas o malos padres a aquellos que no aplican estas técnicas, bajo la idea de que no han evitado el sufrimiento de sus hijos. Por último, ha destacado la idea del uso del in vitro para que parejas sin fertilidad puedan elegir sus hijos a la carta.

Para concluir la primera mesa, Eneko ha expuesto la mirada al futuro. Aquí ha afirmado que históricamente la eugenesia forzada ha sido impuesta por varios países con el objetivo de mejorar genéticamente la población y reducir gastos –por ejemplo, Alemania, Estados Unidos y los países nórdicos–.

Cuidar a un niño con síndrome de Down es más costoso que recurrir a estas controvertidas prácticas. Por ello, ha señalado el experto, existe un miedo latente de que los Estados, ante el creciente nivel de aceptación social de estas prácticas, lleguen a un punto en el que consideren que es mejor practicar el aborto eugenésico que ayudar.

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