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La lluvia cae sobre un tejado

La lluvia cae sobre un tejadoPxhere

Tanques de tormentas y captación de tejados: las soluciones urbanas para reutilizar el agua de lluvia

Hasta un 80 % de las cubiertas serían aptas para instalar sistemas de almacenamiento pluvial, lo que podría traducirse en un ahorro de hasta el 44 % del consumo de agua potable

Las intensas lluvias de las últimas semanas han supuesto un alivio para el estado de los embalses, que se sitúan al 75,6 % de su capacidad a nivel nacional, pero también han generado nuevos desafíos. A pesar de su valor, algunas de estas precipitaciones han sido de carácter torrencial, sobre todo las ocurridas durante el mes de marzo, provocando inundaciones, daños materiales y complicaciones para el almacenamiento del agua en condiciones óptimas.

La pendiente natural de los terrenos urbanos, sumada a la fuerza de las lluvias torrenciales, suele provocar que las zonas bajas de las ciudades se vean especialmente afectadas. La acumulación de agua en estos puntos dificulta la labor de los sistemas de evacuación y sobrecarga los colectores, aumentando el riesgo de estancamientos y daños locales.

Para paliar estos efectos y, al mismo tiempo, sacar partido del agua de lluvia, varias ciudades han apostado por soluciones como los tanques de tormentas: enormes depósitos subterráneos que recogen el agua caída durante estos episodios extremos. Posteriormente, esta agua se dirige a estaciones de tratamiento donde se eliminan contaminantes arrastrados durante su trayecto, lo que permite su reutilización en usos urbanos como el riego de parques, el llenado de fuentes o incluso piscinas públicas.

Además, expertos de la Universidad Autónoma de Barcelona han señalado que existe un enorme potencial de captación de agua de lluvia a través de los tejados de los edificios. Según sus estudios, hasta un 80 % de las cubiertas serían aptas para instalar sistemas de almacenamiento pluvial, lo que podría traducirse en un ahorro de hasta el 44 % del consumo de agua potable. Eso sí, advierten de que alcanzar este objetivo requiere una colaboración activa entre administraciones públicas, empresas y centros de investigación.

En este contexto, no hay que olvidar que España ya ocupa una posición destacada a nivel internacional en cuanto a reutilización de agua. De hecho, es el país líder en Europa y el quinto del mundo en capacidad instalada para la regeneración de agua, según datos de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR). Más de 2.000 estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) operan en el territorio, y alrededor del 27 % de ellas están equipadas con tratamientos terciarios que permiten reutilizar el agua para diferentes usos.

Cada año, nuestro país consigue reutilizar más de 400 hectómetros cúbicos de agua, lo que equivale a entre el 7 % y el 13 % del total de aguas residuales tratadas. Esta práctica es especialmente relevante en zonas sometidas a un elevado estrés hídrico, como la Comunidad Valenciana, la Región de Murcia, Andalucía, Canarias y Baleares. No obstante, grandes ciudades como Madrid y Barcelona también avanzan en esta línea, conscientes de la importancia de gestionar cada gota de agua en un futuro cada vez más condicionado por el cambio climático.

Murcia es la comunidad que más agua residual reutiliza, con un impresionante 90 % del total tratado. Si se suma la producción de la Comunidad Valenciana, ambas regiones concentran más de la mitad del agua regenerada que se emplea para el riego en España.

Aportación desde casa

Aunque estas iniciativas para reutilizar el agua son muy importantes, cabe destacar que los usuarios desde casa también tienen que contribuir haciendo un buen uso, y es que invertir en infraestructuras de saneamiento avanzadas no sirve de nada si se hace un mal uso de la red. Desde Agbar —compañía referente en el sector de la gestión integral del ciclo del agua y del medio ambiente— recuerdan la importancia de utilizar correctamente el inodoro y evitar arrojar residuos como colillas, aceites, productos de cuidado personal (toallitas, pañales, bastoncillos, discos desmaquillantes, tampones), mascarillas o medicamentos.

Aunque pueda parecer un gesto inofensivo, convertir el inodoro en un cubo de basura tiene consecuencias graves: estos desechos son responsables de atascos en las tuberías de edificios, daños en las redes públicas de alcantarillado, obstrucciones en equipos de bombeo e incluso fallos en las estaciones depuradoras de aguas residuales.

El impacto no es solo técnico, también es ambiental. La acumulación de residuos en los colectores provoca vertidos de aguas contaminadas que, en ocasiones, terminan en ríos o playas, deteriorando los ecosistemas y afectando a la calidad del agua. Agbar insiste en que un pequeño gesto de responsabilidad individual puede evitar grandes daños colectivos.

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