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Celebración de la COP30 en BrasilAFP

La COP30 busca reducir emisiones entre contradicciones y con la ausencia de los países más contaminantes

Lula da Silva, presidente del país anfitrión, ha sido blanco de las críticas de los ambientalistas por permitir la explotación petrolera en la Amazonía

Desde el pasado día 6 de noviembre y hasta el próximo día 21 se está celebrando en la ciudad brasileña de Belém la COP30, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Una reunión anual que, una vez más, trata de acordar una reducción de los gases de efecto invernadero para evitar el aumento de la temperatura global.

No obstante, ninguna cumbre del clima está exenta de polémica. En ediciones anteriores, las críticas se centraron en la llegada masiva de jets privados utilizados por los mandatarios, quienes no predican con el ejemplo al optar por medios de transporte sostenibles o, al menos, por vuelos comerciales. En la última edición, celebrada en Azerbaiyán, la controversia se debió a que el país anfitrión depende en gran medida de los combustibles fósiles, precisamente aquellos que estas cumbres buscan sustituir por energías renovables.

Este año, la cita ha comenzado nuevamente rodeada de polémicas. En primer lugar, destaca la hipocresía del anfitrión, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que se presenta como alguien comprometido con los objetivos de la cumbre tan solo unas semanas después de haber concedido los derechos de exploración de cinco bloques petroleros en aguas profundas del Amazonas. Esta decisión reafirma la apuesta del país presidido por Lula da Silva por la expansión petrolera, una política cuestionada por organizaciones ambientalistas.

Tras la polémica generada por esta concesión, el presidente izquierdista ha defendido la decisión y ha recalcado que su país no puede «renunciar al petróleo de un día para otro». El mandatario ha reiterado, además, que la licencia para iniciar investigaciones en una región ubicada a 500 kilómetros de la desembocadura del río Amazonas, en el estado de Amapá, fue autorizada por el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama).

Ausencia de los más contaminantes

China, Estados Unidos y la India son los tres países más contaminantes del mundo, y precisamente ellos no acuden a la COP30. Xi Jinping, Narendra Modi y Donald Trump no han asistido a la cumbre, lo que invita a preguntar qué sentido tiene mantener la reunión de dos semanas cuando los actores principales no están allí.

Desde el otro lado del charco, Trump decidió dejar de asistir después de desmantelar programas de energía limpia y ciencia climática, además de retirar al país del histórico Acuerdo de París.

Rusia y la Unión Europea, cuarta y quinta potencias más contaminantes, sí que han acudido, y centrarán sus esfuerzos en la financiación climática, además de discutir sobre los esfuerzos necesarios para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C.

Uno de los principales objetivos de esta cumbre es definir un conjunto unificado de criterios para medir, monitorear y evaluar el avance de las acciones de adaptación frente a la crisis climática. En la actualidad, existe una lista con cerca de un centenar de indicadores, pero alcanzar un consenso no será sencillo, a juzgar por el desarrollo de las primeras reuniones.

Fuentes de la sociedad civil señalan que el grupo de países africanos propone prolongar los trabajos técnicos durante dos años más y posponer la decisión final hasta 2027. Esta postura genera preocupación entre otras delegaciones, que interpretan la iniciativa como un intento de retrasar la adopción de objetivos concretos en materia de adaptación.

Diez años del Acuerdo de París

Esta reunión tiene aún más simbolismo si se tiene en cuenta que se cumplen 10 años de la firma del Acuerdo de París, que comprometió a los países a limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 °C respecto a los niveles preindustriales, con el objetivo ideal de no superar los 1,5 °C.

En aquel momento, las proyecciones advertían de un incremento superior a 7 °C. Aunque las previsiones actuales son menos extremas, la ONU alerta de que los planes vigentes aún conducen a una «grave intensificación de los riesgos climáticos». Los dos últimos años han sido los más cálidos de los que se tiene registro, y las temperaturas globales ya se acercan peligrosamente al umbral de 1,5 °C.

La COP30 marcará el punto en que las naciones deberán presentar sus nuevos planes nacionales de reducción de emisiones. Hasta la fecha, solo un tercio de los países lo ha hecho. Las miradas estarán puestas especialmente en China y la Unión Europea, cuyas estrategias podrían ser decisivas para determinar si el planeta logra volver a la senda de sus objetivos climáticos.