Un cazador junto a su perro

Un cazador junto a su perroEuropa Press

El cazador español no es como crees: cobra lo mismo que la media y tiene más estudios

El número de cazadores en el país asciende a 577.742 y la cifra de licencias autonómicas es de 891.889

La imagen del cazador medio que existe en España tiene poco que ver con la realidad. Los prejuicios y la desinformación dibujan al cazador como un ser alejado del día a día de las personas y ajeno a los problemas de la sociedad. Como si fuera habitante de un mundo paralelo y careciera de empatía por los animales y aquellos que no coinciden en su forma de vivir.

Ese tipo de consignas son las que pone en evidencia el Estudio de impacto económico, social y ambiental de la actividad cinegética en España en el año 2023 realizado por Deloitte para Fundación Artemisan, cuyo objetivo es acercar al público la relevancia de la práctica cinegética y poner en valor el papel del sector primario en la generación y conservación de los recursos naturales.

La figura del cazador y sus costumbres aparece vilipendiada desde muchos sectores pese a que, tal y como demuestra la investigación impulsada por Fundación Artemisan, la caza genera un valor trascendental para el país, con un botín de 10.190 millones de euros de Producto Interior Bruto (PIB) y una contribución clave para el mantenimiento de 199.000 puestos de trabajo –45.642 de ellos directos–.

El análisis de Deloitte, además de sostenerse en los positivos datos económicos, acaba con el tópico erróneamente extendido para tratar de hacer daño a la cinegética que dice que 'la caza es una actividad elitista que no se preocupa por el medio ambiente'. El estudio, que cuenta con más de 6.500 encuestas a cazadores, rehaleros, titulares de cotos, organizadores de cacerías, administraciones públicas competentes, federaciones de caza, asociaciones cinegéticas y empresas cárnicas, detalla el perfil sociodemográfico del cazador español.

«Se trata de un hombre (un 97 % frente a un 3 % de mujeres) de 53 años de edad de media, asalariado o con ingresos provenientes de alguna actividad empresarial o por cuenta propia y con un nivel de estudios ligeramente superior a la media poblacional», apunta el informe. La media de ingresos mensuales netos que percibe el cazador español es de 2.011 euros, similar a la de la media de los asalariados (1.977 euros) y de los autónomos (2.006 euros) e inferior a la de los empresarios (2.506 euros).

La elevada formación es otro de los rasgos que describen al cazador mayoritario en España. Un 41,4 % de los cazadores cuenta con educación universitaria y postuniversitaria, frente al 38,1 % de la población española.

El cazador sobresale como el principal agente de la actividad cinegética, por encima de rehaleros, titulares de coto, federaciones y asociaciones y organizaciones y profesionales de caza. El análisis cifra en 320 millones de euros anuales la inversión en conservación por parte de los cazadores. De ellos, 289 millones de euros se destinan a medidas de gestión como el aporte de agua y alimento, siembras y desbroces; y 31 millones a programas de conservación de especies por parte de federaciones y asociaciones de caza.

«Tras la Administración, los cazadores son el colectivo que más invierte en gestión y conservación del medioambiente en España. Los cazadores juegan un papel esencial en la protección y recuperación de especies amenazadas o de alto valor faunístico, ya que el 58 % de los titulares de coto y el 67 % de organizadores de cacerías indican contar con especies protegidas emblemáticas en sus acotados», precisa el informe.

El rejuvenecimiento de este protagonista aparece como uno de los grandes retos que plantea Fundación Artemisan para el sector, ya que según describen su impacto en la biodiversidad, la economía rural y el arraigo poblacional es clave para mitigar el fenómeno de despoblación que sufre España actualmente. El 80 % de los empleos directos que genera la caza se da en el mundo rural y el 32,6 % de los cazadores vive en municipios de menos de 5.000 habitantes. Para la gran mayoría de ellos, la caza es un factor clave para residir en dichas poblaciones, al mismo nivel que los motivos familiares.

La Fundación concluye que la actividad cinegética y otros usos responsables del medio natural son esenciales para la conservación de los ecosistemas, así como para el desarrollo económico y social de las zonas rurales.

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