Nódulos repartidos por el cuerpo de una vaca
El reto de encerrar un virus que obliga al sacrificio del ganado en su mejor momento de precios
La bonanza del sector se topa ahora con la expansión de la dermatosis nodular contagiosa, que después de meses con focos en Italia y Francia ha atacado por primera vez en España
La dermatosis nodular contagiosa (DNC) ha superado la barrera de los Pirineos y ya se ha cobrado sus primeras 123 víctimas en España.
Esta enfermedad, exclusiva de bovinos y búfalos y que en ningún caso se transmite a las personas ni por contagio ni a través del consumo de sus productos y derivados, hace sus primeros estragos en la cabaña ganadera nacional. La dolencia se caracteriza por fiebre, nódulos en la piel, en membranas mucosas y órganos internos, extenuación, la inflamación de los nódulos linfáticos, edema cutáneo y en ocasiones la muerte.
Los ganaderos de vacuno, que han levantado el vuelo después de varios años al borde del abismo –incluso más allá en muchos casos–, se preparan para afrontar una nueva amenaza.
Los altos costes de producción, la falta de lluvias y el bajo precio de los animales obligó a que miles de ganaderos tuvieran que sacrificar ganado para continuar con la actividad. El golpe fue especialmente duro para aquellos que acababan de incorporarse al negocio y para los que agotaban su vida profesional; unos habían agotado su capacidad de endeudamiento, mientras que los otros no contaban con margen para volver a empezar.
La sangría en la rentabilidad aumentó con el efecto devastador de la enfermedad hemorrágica epizoótica y la tuberculosis bovina; sin embargo, la escasez de cabezas de ganado y la fuerte demanda –sostenida con la pujanza en el mercado exterior– han puesto al vacuno en los mejores valores que se recuerdan.
La bonanza del sector se topa ahora con la expansión de la DNC, que después de meses con focos en Italia y Francia ha atacado por primera vez en España. El primer caso de este virus de la familia Poxviridae, género Capripoxvirus, detectado en una explotación de recría de vacuno de leche en el Alto Ampurdán, en Gerona, ha provocado el sacrificio de 123 cabezas de ganado. La comarca gerundense acapara las miradas de todo el sector, que teme que moscas, mosquitos y tábanos propaguen el virus por el resto de regiones, ya que las consecuencias son letales.
La confirmación de un foco de la DNC implica el sacrificio obligatorio de todos los bovinos positivos en la enfermedad, así como a la de aquellos que presenten signos clínicos. Esta situación generaría un agujero gigantesco en las explotaciones ganaderas: la pérdida por cada hembra reproductora ascendería a más de 3.000 euros por animal, mientras que la de sus crías, en función de la edad, difícilmente bajaría de 1.000 euros.
El principal problema para contener la DNC pasa por imponer las medidas sanitarias pertinentes sin lastrar la actividad comercial del sector. Asaja se ha dirigido al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para exigir firmeza y proporcionalidad. «El cierre de fronteras no sería una medida sanitaria, sino un castigo económico para un sector que ya soporta demasiadas incertidumbres», apunta la organización, que clama por aplicar el principio de regionalización, recogido en el Manual Práctico de Operaciones en la Lucha contra la Dermatosis Nodular Contagiosa del propio Ministerio.
Este principio limita las restricciones comerciales únicamente a los territorios afectados por la enfermedad y evita el cierre generalizado de los mercados y las exportaciones de animales y productos de origen vacuno de todo el país.
«El cierre de las exportaciones supondría un golpe económico inasumible para el sector vacuno español, altamente dependiente del comercio exterior para mantener la estabilidad de precios en el mercado nacional. España produce más carne de vacuno de la que consume internamente y, por tanto, necesita mantener abiertas las fronteras para garantizar la viabilidad de miles de explotaciones ganaderas», aseveran en Asaja, donde aluden a la experiencia reciente con enfermedades vectoriales como la lengua azul o la fiebre del Nilo Occidental, que ha demostrado que la regionalización resulta eficaz y justa: permite mantener el comercio desde zonas libres, garantizando al mismo tiempo la contención sanitaria en las áreas afectadas.