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29 de marzo de 2024

Adam Driver es Jacques LeGris y Matt Damon, Jean de Carrouges en 'El último duelo', la película de Ridley Scott que se estrena este viernes en los cines

Adam Driver es Jacques LeGris y Matt Damon, Jean de Carrouges en 'El último duelo', la película de Ridley Scott que se estrena este viernes en los cines20th Century Studios

Crítica de cine

'El último duelo': Ridley Scott cuenta la historia de la pionera medieval del MeToo

Ridley Scott firma una potente obra en 'El último duelo', que se estrena este viernes en los cines

Llega a nuestras pantallas la penúltima cinta del maestro Ridley Scott, responsable de inolvidables títulos como Los duelistas, Alien, Blade Runner, Thelma y Louise o Gladiator. El último duelo cuenta, además entre sus guionistas con Ben Affleck y Matt Damon, que a su vez son intérpretes en el filme y productores del mismo.
En el año 2004 el escritor americano Eric Jager publicó la novela The Last Duel: A True Story of Trial de Combat in Medieval France, en la que se relataba la historia real de Marguerite de Thibouville, una mujer que en 1386, y contra las costumbres de su tiempo, acusó públicamente al caballero Jacques Le Gris de haberla forzado. El marido de Marguerite, el caballero normando Jean de Carrouges, decide creer a su mujer y reta a un duelo a Le Gris, que niega la acusación de violación. La verdad estará del lado del que sobreviva. Le Gris es un antiguo amigo de su contrincante, fue su compañero de batallas, y ahora goza del favor del poderoso noble de la comarca, Pierre d'Alençon.
En aquella época, lo habitual era que una mujer violentada por un caballero guardase su secreto hasta el fin de sus días, con lo que la decisión de Marguerite era sorprendente: humillaba a su esposo y se enfrentaba a la corte judicial proclive a no creerla. Esta historia singular sedujo a la Fox al ver en ella un antecedente remoto de la situación actual, en la que numerosas mujeres han empezado a hacer público abusos de parte de los señores del siglo XXI: productores, famosos, cantantes, actores… desatando una caza de brujas en la que basta una declaración verbal en una red social para arruinar la vida del presunto agresor.
Pero Ridley Scott ha tenido el acierto de no caer en una burda caricatura maniquea o soflama ideológica, sino que ha preferido imitar al maestro Kurosawa en la película Rashomon, y ofrecer una interesante reflexión sobre la relación entre verdad y subjetividad. En primer lugar se nos cuenta el terrible suceso desde la perspectiva del marido agraviado; a continuación se nos vuelven a relatar los hechos, pero desde la perspectiva de Le Gris; finalmente los vemos desde el punto de vista de la mujer, que es el que Scott da por bueno. Las tres versiones son casi idénticas, pero sus pequeñas diferencias son las que marcan la diversa interpretación moral. Realmente ninguno miente, pero a cada cual le falta la falta la perspectiva del otro, y por tanto se le escapa la verdad completa del suceso.
La segunda parte de la película se centra en el duelo entre Carrouges y Le Gris. Es la parte más brutal, casi gore, pero también la más impactante desde el punto de vista cinematográfico, con un montaje subyugador. A pesar de la duración de la cinta, que supera las dos horas y media, el espectador es aferrado desde el principio por el oficio probado de Ridley Scott, que demuestra estar en plena forma. Pero también acierta en el reparto, encabezado por un Matt Damon de aspecto tosco y brutal, y seguido por un Adam Driver convincente en su frivolidad. Jodie Comer encarna a Marguerite de Thibouville, una mujer que armoniza belleza y sobriedad. Casi irreconocible está Ben Affleck en el papel del rubio Pierre d'Alençon. La fotografía, adusta y fría, es de Dariusz Wolski, iluminador habitual de Ridley Scott y de películas tan brillantes como Noticias del gran mundo, Marte, Exodus o Prometeo. Y el diseño de producción, otro de los aciertos del filme, está a cargo de Arthur Max, otro compañero habitual del director y al que debemos el esplendor de cintas como Gladiator, Black Hawk derribado o Seven.
En definitiva, estamos ante una potente obra de Ridley Scott, que entretiene e interesa a partes iguales, pero que se dirige claramente a un público adulto, no familiar. Sorprende que, al margen del oportunismo del tema, la cinta no caiga en los peajes de Hollywood en lo tocante a género y minorías étnicas.
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