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Raphael, de niño, en la iglesia de San Antonio

Raphael, de niño, en la iglesia de San AntonioMovistar Plus+

'Raphaelismo'

El primero que tuvo fe en Raphael fue un sacerdote

El cantante desvela en el documental sobre su vida el decisivo apoyo del padre Esteban, su descubridor

La familia Martos acaba de llegar a Madrid procedente de Andalucía para instalarse en la casa de una familiar. Desde el balcón se ve la fachada de la iglesia de San Antonio, en la madrileña calle Bravo Murillo. Le parece una buena señal. Lo será. Será fundamental en la vida de ese bebé que portan en brazos y que nueve meses atrás ha sido bautizado en Linares como Miguel Rafael Martos Sánchez.

Pasan los años, pocos. El bebé se convierte en un niño regordete al que apodan Falín, derivado de Rafaelín, que se pasa los días cantando. Su hermano Juan se entera de que en el coro de la iglesia necesitan un solista. Él cree en Falín, que será niño del coro de los capuchinos. «Yo cantaba en el coro, y en misa de doce los domingos», cuenta nuestro protagonista en Raphaelismo.

No solo cantará en misa. «Era un chico muy simpático y amo del cotarro. Capitaneaba la pandilla y he sido siempre muy mandón». Así que jugaba a ser cura: «Yo decía misa en el portal. Unía a mis amigos y les decía cuándo tenían que rezar, cuándo no... Todas esas pequeñas cosas han ido formando mi personalidad», asegura Raphael en el cuarto y último capítulo de su serie documental.

Raphael, los niños del coro de la iglesia de San Antonio y el padre Esterra

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De bien nacido es ser agradecido, y el cantor de Yo soy aquel lo es. Así que en Raphaelismo se acuerda de su descubridor: «La primera persona que me ve potencial es el padre Esteban, en el colegio San Antonio. Él me enseñaba a cantar con las canciones populares de la época. Me tenía mucho cariño y yo a él. Y aunque era un poco trasto, siempre me protegía».

Al padre Esteban recurría cuando lo echaban de clase, lo que ocurría «muchas veces» por falta de atención, porque se distraía con el vuelo de una mosca y siempre estaba pensando en cantar.

Raphael, de niño, en la iglesia de San Antonio

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Con 5 años ya es la primera voz del coro. Con 9, participa en un festival en Salzburgo con el coro del colegio y se lleva el premio a la mejor voz infantil de Europa. «Desde esos nueve años yo estaba predestinado».

Es su primer gran triunfo. Llegarán muchos más. Y así hasta hoy.

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