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28 de marzo de 2024

Sin novedad en el frente, una película de Edward Berger

Sin novedad en el frente, una película de Edward Berger

Crítica de cine

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El director Edward Berger ha tenido que admirar mucho a Spielberg, a Mel Gibson, al mismo Clint Eastwood y ver muchas veces Salvar al soldado Ryan, Hasta el último hombre, Banderas de nuestros padres, Cuando éramos soldados, La delgada línea roja y otras aventuras bélicas sanguinolentas para plantearse que él iba a ir mucho más allá y a hacer la película sangrienta definitiva.
Por otro lado, como buen alemán, seguro que había estudiado eso de que en un ya remoto día de 1918, exactamente el día 11 del mes 11 a las 11 horas, había entrado en vigor el armisticio que siguió a la capitulación de Alemania tras la 1ª Guerra Mundial. Esa coincidencia cabalística del 11.11.11 debió impresionarle mucho y decidió que en un futuro, cuando hiciera su película sangrienta definitiva, tenía que meter eso como fuera.
Ya solo faltaba darle un cuerpo reconocible a ese empeño y es cuando debió de caer en sus manos la novela que publicó en 1929 el también alemán, Erich María Remarque, Sin novedad en el frente, donde se narraban las aventuras y desventuras de una cuadrilla de amigos que se embarcan frívolamente en el horror de un conflicto que ya iba por su tercer año.
Ya tenía todos los elementos para hacer su película sangrienta definitiva, metiendo a esa cuadrilla de desgraciados en un embolado bélico de una dureza y crueldad inusitadas, lleno de metralla, sangre y vísceras en los días anteriores al 11.11.11.
Él quería hacer una cosa con muchos tiros, explosiones, desmembramientos y demás y había encontrado en esa novela, curiosamente prestigiada como antibelicista, el marco argumental perfecto para desplegar todo su ingenio sobre cómo rodar la película bélica sangrienta definitiva.
Tuvo que tomarse algunas licencias para que aquello pudiese encajar bien. Por ejemplo, el día 11.11 parece que fue movidito en el frente –se calcula que unas 3.000 personas murieron en las horas anteriores al armisticio– pero en la novela se habla de un día de octubre, es decir un 10.11, «tan tranquilo, tan quieto en todos los sectores, que el comunicado oficial se limitó a la frase: sin novedad en el frente». Pues se deja el título, que suena bien, pero se cambia la fecha, para meter de paso lo del 11.11.11 y ya tenemos un día bronco lleno de novedades en el frente.
Otra: el protagonista desaparece con demasiada frecuencia del escenario bélico para reunirse con su familia y eso quita tiempo a los tiros, explosiones y a las desgracias que tiene que sufrir el chico. Pues se elimina esa parte de la familia y se suple con otra de higadillos.
Resultado, una película durísima, a veces visualmente insoportable, emocionalmente vacía, donde se chapotea sin descanso en el barro y la sangre, eso sí, magníficamente rodada y con escenas de una belleza fría impactante.
Berger ya ha sido bienvenido al mundillo de las hazañas bélicas del menudillo, donde podrá codearse con Spielberg, Gibson, Eastwood y algún que otro por ahí, aunque en el fondo los considere unos blandos romanticones empedernidos.

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