El cuarto episodio de la docuserie recuerda la boda de Harry y Meghan
Televisión
La segunda parte del documental de Harry y Meghan en Netflix, otra taza del mismo almíbar
El cuarto episodio de Harry y Meghan, ya estrenado en Netflix, mantiene el endulzamiento de su imagen
Windsor (Inglaterra), 19 de mayo de 2018. El rótulo que nos sitúa en el lugar y la fecha de la boda de Harry y Meghan y aparece en el cuarto episodio de la docuserie de Netflix –el que inaugura el segundo volumen en una mera estrategia de división de capítulos para multiplicar la expectación y la presencia en los medios– bien podría inaugurar la entrega. El rótulo lo vemos en los primeros minutos, pero no justo al comienzo.
Antes asistimos fugazmente a la boda de la Reina Isabel II con Felipe de Edimburgo. Y al saludo desde el balcón, junto a ellos pasado el tiempo, de los recién casados Diana de Gales y Carlos de Inglaterra. No hay mejores teloneros para presentar la boda de Harry y Meghan. Apenas ha transcurrido un minuto del nuevo capítulo y ya sabemos que el segundo volumen de Harry y Meghan está bañado por el mismo almíbar que el primero y que, una vez más, Meghan se presenta como víctima.
«El día de la boda entré en un estado de calma absoluta. No sé cómo me mantenía tan calmada. Solo quería una mimosa, un cruasán y poner la canción Going to the Chapelle. Y eso hice. Fue genial», explica Meghan Markle. La dosis de glucosa en sangre no la pone tanto el cruasán como el endulzamiento de su imagen. Enseguida, otra cucharada de azúcar. «Sabía que cuando llegase al castillo habría un montón de gente. Lo que no sabía es que iba a haber gente a los dos lados de la carretera durante 15 minutos», recuerda Meghan, que elogia a su suegro. «El padre de Enrique es encantador. Le dije ‘he perdido a mi padre por esto’, así que al ser suegro era importante para mí. Le pedí que me llevase al altar y me dijo que sí. Todo fue un poco surrealista porque en ese momento también vi a Enrique». Y Enrique se une en ese punto al baño de almíbar.
«Pensé: ‘mírame, mira lo que tengo, mira lo que he encontrado», presume Harry al recordar el momento en el que vio a la que iba a convertirse en su esposa. Meghan retoma la palabra. «El mundo nos observaba pero cuando subimos al altar fue como si estuviésemos solos. A Enrique y a mí se nos da muy bien encontrarnos el uno al otro en medio del caos. No es que el resto no importe, pero el resto parece accidental». El postre se ha vuelto directamente empalagoso. Después vemos cómo los recién casados cortan la tarta con una espada. Más azúcar.
James Holt, que fue portavoz del Palacio de Buckingham entre 2017 y 2019, interviene poco después. «Alguien me dijo una vez: si tuvieses que escribir la historia de la Familia Real como una novela estaríamos en ese punto del relato en el que te gustaría introducir a un nuevo personaje como Meghan. Necesitaba un golpe de energía, una modernización para atraer a una nueva generación», expone.
Meghan y la Reina Isabel
Han pasado 15 minutos del cuarto episodio de Harry y Meghan cuando volvemos a ver en la pantalla a la Reina Isabel. Las imágenes corresponden al 14 de junio de 2018. En Cheshire. Es el primer compromiso real de Meghan con la Reina de Inglaterra.
«Cogimos el tren real juntos y después desayunamos. Me lo pasé muy bien con ella. La traté como la abuela de mi marido. Era consciente de que debía haber una formalidad completamente distinta en público, pero cuando te sientas a desayunar tienes que poder hablar», apunta Meghan. Después continúa su relato. «Cuando subimos al coche entre los compromisos, me puso una manta sobre las rodillas. Estábamos ahí sentadas y pensé 'reconozco, respeto y sé que eres la Reina, pero en este momento agradezco que exista la figura de la abuela'. Porque eso te da la sensación de familia. Y como yo estaba muy unida a mi abuela y la cuidé en sus últimos años… Sí, sin duda, aquel fue un gran día. Nos reímos», recuerda Meghan con emoción. El documental destaca que los medios subrayaban entonces cómo Meghan «hizo reír a la Reina». «No solemos ver a la Reina riéndose», se escucha. A buen seguro, a Isabel II no le habría gustado ver Harry y Meghan en Netflix. El té lo tomaba sin azúcar.