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25 de abril de 2024

Máximo Huerta, este lunes en 'El Hormiguero'

Máximo Huerta, este lunes en El HormigueroAntena 3

El Hormiguero

«Me pregunto qué dirá de mí la Historia»: Máximo Huerta confirma la vanidad de Sánchez

Cuando el exministro le anunció su intención de dejar el cargo, el presidente del Gobierno comenzó a divagar sobre su propio legado político

Fue a El Hormiguero a hablar de su libro y de su librería, pero por supuesto también salió el tema. Es decir, su fugaz pasó por el Ministerio de Cultura en el primer Gobierno de Pedro Sánchez.
Su libro es Adiós, pequeño. «Se ha disparado entre los más leídos del país. Es un libro que toca el alma. Va por la quinta edición. Todo el que lo lea se encuentra su familia», presumió, antes de anunciar que regalaría un ejemplar a cada uno de los asistentes al programa. La historia gira en torno a una madre «invisible», de esas que no pudo decidir cómo sería su vida.
Así arranca la novela: «Mi madre habría sido más feliz si yo no hubiera nacido». Y podría estar hablando perfectamente de su progenitora. «Yo soy consciente de que mi madre, Clara, habría sido más feliz sin mí. Porque habría viajado, habría hecho lo que hubiera querido, se habría ido a vivir a otro lugar, habría probado con otros hombres, no solo con aquel que se quedó, que es mi padre, que ha sido mi padre y punto… Pero habría tenido ella, y otras claras, otra vida mucho más luminosa».

Cuidando de su madre

El estado de salud de su madre, que padece demencia («por la mañana soy su hermano y por las tardes soy su hijo») y ha superado dos tumores, fue el que motivó a este hijo único a dar un giro a su vida e irse a vivir a un pueblo famoso en toda España: «Me fui a vivir a Buñol para cuidarla. No quiero tener una pena de futuro, en plan ‘no hice todo lo que tenía que hacer’». «Envejecer es una putada… Ahora solo puedo mezclar comidas», contó después, más acorde con el tono festivo de El Hormiguero.
No solo se ha ido a Buñol a cuidar de su madre. Ha aprovechado para abrir una librería que no tiene ni persiana en «el kilómetro cero de la tomatina». Es La librería de doña Leo, decorada al «al estilo francés, británico».

Recuerdo de su etapa ministerial

En su casa del pueblo guarda su único recuerdo de la etapa que le tocó ser Gobierno de España. Motos le preguntó al principio de la entrevista qué era más arriesgado, si abrir una librería o aceptar ser ministro: «Sin lugar a dudas, una librería, porque me ha costado mucho más». Fue entonces cuando revelo cuánto tardo en contestar a la propuesta de Pedro Sánchez: «Es que ser ministro lo decidí en 30 segundos con Virginia, tomándome un cruasán y un café con leche. Me dijo aquel, Pedro, ‘¿quieres o no?' Y son treinta segundos. En cambio, abrir una librería… Admiro a todos los empresarios que no lo son, que en el fondo es una carnicería, una droguería, una librería… Lo que cuesta en este país montar una simple librería de papeleos, de todo… Eso ha sido mucho más complicado, pero mucho más gratificante».
Ocupó el cargo durante una semana. La publicación de un fraude a Hacienda le obligó a dimitir. Motos se interesó por si le pagaron al menos el mes entero. «Lo correspondiente, 1.000 euros, me parece», contestó.
«Mucha gente cree que tienes un sueldo vitalicio… Yo incluso a lo que me tocaba renuncié. De hecho yo no quería nada. Ni siquiera cargos que me ofrecieron después para quedar bien. Quería hacer una digestión lenta, larga y dolorosa. No me quedé más que con el maletín, que está en casa», reveló.

La conversación con Sánchez

«El gestor lo hizo como lo hizo», se excusó. Considera que pagó «tres veces» por aquel asunto fiscal: «Pagué lo que debía. La multa. Y con la dimisión».
Se sintió solo en el momento del adiós: «Me tiraron al precipicio. Si no te apoyan… A los demás les hicieron: 'Eh, Pedro Duque, quédate, que no pasa nada'. 'Eh, Nadia Calviño, quédate, que no pasa nada'. A mí, no. No hubo nadie. Esa tarde no llamó nadie. No llamó nadie. Yo pedí el coche y subí con el discurso ya escrito para dimitir».
Fue entonces cuando decidió dar un paso adelante, y tomar la iniciativa. «Yo subí con el coche a Moncloa, con el discurso en el móvil para imprimirlo». Llegó al palacio presidencial y lo hicieron esperar. Reveló por primera vez –así lo remarcó– la conversación que tuvo con Pedro Sánchez. «Me voy, no pasa nada», le dijo a Sánchez. «Lo que resultó paradójico es que en lugar de… Ni un 'confío', ni un 'pues ha sido…'. Empezó a hablar de él, de cómo se le vería en la Historia en el futuro. Empezó a hablar de que todos acaban mal en política, 'mira cómo acabó Zapatero, mira como acabó Aznar, mira cómo acabó González'… '¿De mí, qué dirán?'». Hace unos días recordó esa pregunta que se hizo el presidente voz en alta: «¿Qué dirá de mí la historia?». Huerta se quedó asombrado: «Me entraban ganas de decir. Padre, que estoy hablando yo. Déjeme hablar».
Pedro Sánchez le pidió en aquella reunión algo muy concreto. «Me dijo que estuviera un mes callado. Estuve un mes callado no porque me lo pidiera él, sino porque no podía hablar». Después, al mes, le ofreció otro cargo, no detalló cuál. Lo rechazó.
De entrada, se quiso apartar del mundo: «Era terrible subir al AVE. Me daba angustia subir al AVE. Me daba angustia todo». Después llegó la rabia: «Pedro Duque no ha pagado nada y sale y le defienden. Y eso me hace más daño». Y la pérdida del amor propio: «Me quedé sin autoestima y empecé a ir al psicólogo y al psiquiatra».
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