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16 de junio de 2024

El director portugués Miguel Gomes, realizador de la película Grand Tour

El director portugués Miguel Gomes, realizador de la película Grand TourEFE

Cine

La película que ha fascinado a Cannes y suena a premio en su palmarés

El certamen proyecta en las últimas horas un sorprendente experimento cinematográfico firmado por el portugués Miguel Gomes

Un curioso experimento cinematográfico, fin en sí mismo, del portugués Miguel Gomes y una vuelta a sus raíces del brasileño Karim Ainouz, hoy radicado en Alemania, fueron las nuevas ofertas del 77º Festival de Cannes. Grand Tour es algo más que la suma de sus componentes, que ensambla una banal historia de un hombre que huye de su novia el mismo día de la boda y de esta que lo sigue por media Asia, y estampas de la vida cotidiana de siete países, unido el todo por música y canciones que nada tienen que ver con lo que transcurre en la pantalla.

El filme, cuyo nudo argumental está ambientado en 1917, en el ocaso del imperio británico, está hablado en portugués (aunque los personajes sean ingleses), narrado en birmano y filmado en blanco y negro con algunas pocas escenas en color, en Myanmar, Vietnam, Tailandia, Singapur, Filipinas, China y Japón.

Lo extraordinario es que Gomes haya logrado dar coherencia y consistencia a este galimatías que termina por fascinar al público que lo aplaudió largamente en la proyección oficial pero sin ovacionarlo. Es la tercera vez que este excrítico cinematográfico y cortometrajista, a sus 52 años de vida y 25 de carrera, visita Cannes, donde ya había participado en 2015 en la reseña paralela Quincena de Realizadores con su trilogía de Las mil y una noches, pero es la primera vez que Gomes entra en el concurso oficial con paso seguro y más de una posibilidad de entrar en los premios finales.

El filme recuerda la estructura de una de esas pocas audacias que ha tenido el cine a lo largo de su centenaria historia, esa Son nom de Venise dans Calcuta desert, de Marguerite Duras, donde nuevas imágenes filmadas en un hotel desierto, se superponían a la banda sonora original de India Song, instituyendo una total independencia entre imagen y sonido. Si el jurado presidido por Greta Gerwig es sensible a este tipo de experimentos, Cannes tendrá el filme que lo distinguirá en su palmarés.

El toque original que le ha dado Ainouz a su undécimo largometraje es haber dado un diferente final feliz al clásico de la novela policial norteamericana, El cartero siempre llama dos veces, de James M, Cain, varias veces llevado a la pantalla por genios del cine como Luchino Visconti, Tay Garnett y Bob Rafelson. En efecto, mientras en las otras tres versiones la pareja criminal recibía su merecido, en Motel Destino el todo se resuelve con un accidente y no con un asesinato y los amantes se separarán pero con la intención de volverse a ver.

La película está filmada enteramente en Cearà, en el Nordeste brasileño, en un hotel de citas y por horas donde se refugia un joven perseguido por una banda de forajidos y cuya llegada desencadenará una tempestad de pasiones entre el dueño del motel y su amante. Descubierta por el hombre, decidido a matarlos, la pareja huye y se libera de la persecución cuando el hombre sufre un accidente mortal en su coche.

Aimouz es un constante invitado del festival habiendo frecuentado las distintas secciones, desde la Quincena de Realizadores (donde presentó su opera prima Madame Satán, en 2002) a la paralela oficial de Una Cierta Mirada, que lo premió en 2019 por La vida invisible de Eurídice Gusmao, al concurso principal.

El trío protagónico de Motel Destino está compuesto por Iago Xavier, impresionante debutante, y los veteranos Fabio Assunçao y Nataly Rocha, pero el filme, iluminado con colores contrastantes por la francesa Hélène Louvart, de abultada carrera en Europa (incluyendo los dos últimos filmes de Ainouz, no impresionó demasiado a la crítica, que le brindó apenas un respetuoso aplauso.

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