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Bela Lugosi, caracterizado como Drácula

Bela Lugosi, caracterizado como DráculaGTRES

Cine

El macabro detalle del entierro de Bela Lugosi que pagó Sinatra e incrementó su leyenda como vampiro

El famoso actor que dio vida a Drácula murió muy enfermo, con grandes problemas financieros y olvidado por Hollywood

Hay algunas viejas glorias de Hollywood que murieron desterradas, arruinadas, arrinconadas o en el más puro ostracismo. A ellas, Billy Wilder le dedicó su obra maestra El crepúsculo de los dioses porque el firmamento del cine está plagado de estrellas que se fueron apagando con el paso de los años y a las que muchos olvidaron. Una de ellas fue Bela Lugosi.

El actor astro-húngaro había nacido en el siglo XIX y combatido en la Gran Guerra para acabar emigrando a Estados Unidos debido a su actividad política de izquierdas y su abierto sindicalismo. Después de una más que aceptable carrera como actor en Europa, no tardó en encontrar trabajo en Hollywood, en donde empezó con algunos papeles menores que coincidieron con la transición del cine mudo al sonoro.

Pero en 1931 todo cambia. Universal encarga a Tod Browning la adaptación cinematográfica de Drácula y el director que al año siguiente haría La parada de los monstruos pensó inmediatamente en aquel actor europeo de extraño acento para dar vida al personaje de Bram Stoker. Bela Lugosi tenía casi 50 años y conocía, al fin, el éxito.

La película se convierte en un fenómeno y él en una de las caras más conocidas del cine de terror y misterio de la década de los 30 en la que haría El beso de la muerte, El doble asesinato en la calle Morgue, La isla de las almas perdidas, El cuervo, La marca del vampiro, La rebelión de los zombies o La sombra de Frankenstein.

Encasillado ya siempre en papeles de terror, en los años 40 compartió cartel con los otros grandes actores del género como Boris Karloff en Viernes 13 o El ladrón de cadáveres, Lon Chaney en El hombre lobo o El fantasma de Frankenstein y Basil Rathbone en El gato negro.

En esos años, y causa de los dolores que le acarreaba en una pierna una vieja herida de la Primera Guerra Mundial, Lugosi se hace adicto a la morfina. A consecuencia de ello su cuerpo empieza a resentirse y su capacidad de trabajo se ve enormemente mermada, con lo que sus papeles en el cine se van espaciando más y más para llegar a la década de los 50 apenas sin trabajar. Pero su admirador y amigo Ed Wood, terriblemente conmovido por las dificultades que afrontar el otrora Drácula, le dirigirá todavía en tres películas, Glen o Glenda, La novia monstruo y Plan 9 del espacio exterior. La buena relación entre ambos y el rodaje de aquellos filmes aparecen maravillosamente reflejados en la película que en 1994 Tim Burton hizo sobre el peculiar director.

Olvidado por Hollywood y con enormes problemas financieros, su adicción se extendió también a los analgésicos y con el paso de los años se hallaba cada vez más deprimido y debilitado con, además, enormes crisis de abstinencia. Sus problemas hacían tan ingobernable su vida que en 1955 ingresó en un hospital de Los Ángeles para tratar sus adicciones convirtiéndose en unos de los primeros actores en hacerlo públicamente. Sin embargo, la prensa, lejos de mirarle con cariño o compasión, se cebó con él y empezó a extender el rumor de que se había embebido tanto de su famoso personaje que vivía de noche, vestía de negro, dormía en una caja y que cuando sufría síndrome de abstinencia mordía a las personas. Nada de eso era verdad.

Debilitado y envejecido, murió de un infarto de miocardio el 16 de agosto de 1956. Tenía 73 años.

Fue enterrado en el cementerio Holy Cross de Culver City, en California y, a petición de su hijo y de su quinta mujer, en el féretro fue enfundado en una capa negra similar a las que usó para hacer de Drácula. Ello consolidó la idea entre sus fans de que la línea que separaba al personaje del actor era muy fina y se construyó en torno a él una imagen casi de leyenda.

El funeral fue sorprendentemente poco concurrido habida cuenta de que había sido uno de los actores más populares de su género y uno de los más rentables de la industria, pero, con todo, su amigo Ed Wood organizó su despedida y le lloró sinceramente. Además, enseguida empezó a circular el rumor de que Frank Sinatra, gran fan del actor y conocido por ayudar económicamente a viejas glorias del pasado, habría pagado parte de los gastos del entierro, cuando no en su totalidad, como asegura el libro Hollywood Babylon de Kenneth Anger.

Convertido en un actor de culto que en vida no terminó de gozar de la fama que le han dado generaciones posteriores, lo cierto y verdad es que Bela Lugosi no dio nunca demasiada importancia a su trabajo. Por eso será siempre famosa su frase: «Seré sincero, lo más importante para mí es el cheque semanal», mucho más prosaica que el glorioso lugar que ostenta en la historia del cine.

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