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Denzel Washington, en una imagen de archivoGTRES

Cine

La película de la que Denzel Washington se siente más orgulloso

El actor reconoce que no triunfó entre el público por la mala campaña de marketing de su productora

Con nueve nominaciones al Oscar y dos premios a sus espaldas, el legado de Denzel Washington como uno de los mejores actores de Hollywood está más que consolidado. Es de esos talentos que trascienden y una de las estrellas más rentables del panorama cinematográfico. Y eso que siempre ha evitado las secuelas y las películas de superhéroes.

En su trayectoria –más de 50 películas desde 1981– atesora personajes como el activista de los derechos civiles Malcom X, policías corruptos como Alonzo en Training Day o el villano más famoso de Shakespeare en La tragedia de Macbeth. Sin olvidar el abogado defensor de Tom Hanks en Filadelfia o el magnífico soldado Trip en Tiempos de gloria, que le valió su primer Oscar como mejor actor de reparto –el segundo fue por Training Day–.

Sin embargo, aunque Washington tiene en gran estima a cada uno de estos papeles, hay un personaje por el que siente especial debilidad, el boxeador Rubin Carter, al que dio vida en Huracán Carter. La película se basó en el libro El decimosexto round, un relato no ficticio sobre este joven de origen humilde que se hizo un nombre como aspirante al título de los pesos pesados y cuya vida cambió cuando fue condenado injustamente a tres cadenas perpetuas por un triple crimen que no cometió.

«Es la película de la que más orgulloso me siento. A la altura de Malcom X», explicó en una entrevista concedida a Total Film y recogida por Espinof. La cinta fue acogida por la crítica con unanimidad, pero no así por el público y solo logró recaudar 20 millones de euros más de lo que había costado. «El estudio no la estrenó como es debido y quedó enterrada. Se esforzaron demasiado por posicionarla para los Oscar y eso terminó perjudicando la película».

Además, Washington indicó que es una de esas películas cuya reputación se consolidará con el tiempo. «Sin embargo, creo que el director, Norman Jewison, estaba mucho más frustrado que nadie. Estaba muy orgulloso de su trabajo, como debía estar, y se sintió totalmente traicionado por el equipo de marketing».

«John Ketcham, uno de los productores de la película, me presentó el libro El decimosexto round. Lo disfruté muchísimo. Simplemente, me pareció un libro fascinante», declaró Washington en una ocasión a The Guardian. Tras empaparse de su historia, el actor decidió reunirse con Carter. «Conocí a ese dulce hombre que te dirá hasta el día de hoy que no cambiaría nada; que todo lo que le ha sucedido lo ha convertido en una mejor persona y en la persona que es hoy», explicó. «Me inspiré en todo lo que me contó para intentar moldear el personaje».

Denzel Washington, en un fotograma de Huracán Carter

El resultado es el reflejo, su caída en desgracia y cómo permaneció comprometido con su propia verdad mientras veía cómo el mundo se volvía en su contra. Una historia real que también llevó a la música Bob Dylan en su canción protesta Hurricane. «Se oyen disparos de pistola en la noche del bar», se escucha en el primer verso. El 17 de junio de 1966, dos hombres se lanzaron a tiros en el bar y parrilla Lafayette de Patterson (Nueva Jersey). Tres personas murieron. Dos testigos oculares identificaron a los tiradores como dos hombres negros; otro declaró que se marcharon en un coche blanco. Rubin Carter y su amigo John Artis fueron detenidos por la policía poco después al coincidir con la descripción dada.

A pesar de que ambos tenían una coartada, el testimonio de dos supuestos testigos, junto con pruebas circunstanciales, fue suficiente para condenar a cada uno a tres cadenas perpetuas. Con el tiempo, pudieron demostraron que se les había ofrecido dinero para que delataran a Carter y Artis, y que ambos mintieron sobre su identificación.

Se les sometió a un segundo juicio en el que fueron condenados de nuevo, a pesar de que el principal testigo de la acusación era un conocido delincuente que ya había cambiado su versión en varias ocasiones. Años después, en 1979, una adolescente que vivía en Canadá convenció a los abogados Leon Friedman y Myron Beldock para que les ayudaran. Finalmente, en 1985, un juez dictaminó que la Fiscalía había actuado de mala fe durante los dos juicios anteriores y los dejó en libertad. Para entonces, ya habían pasado 20 años en la cárcel.