Kirsten Dunst
El gesto de Robin Williams con Kirsten Dunst en el rodaje de Jumanji que ella nunca olvidó
Kirsten Dunst tenía 13 años cuando rodó Jumanji y, sin saberlo, recibió de Robin Williams la mayor lección de humanidad
Cuando se piensa en Jumanji (1995), vienen a la cabeza los efectos especiales, el tablero maldito y la selva que invadía el salón. Pero para Kirsten Dunst, la película tiene un recuerdo mucho más íntimo: la humanidad de Robin Williams. No recuerda solo la aventura en pantalla, sino el ejemplo fuera de cámara de un hombre que, siendo una de las mayores estrellas del cine familiar, trataba a todos con la misma cercanía.
Juamanji
Kirsten tenía 13 años cuando le tocó compartir set con él. Ya había sorprendido al público en Entrevista con el vampiro, pero seguía siendo una actriz infantil rodeada de adultos, aún aprendiendo cómo funcionaba un rodaje de Hollywood. Williams, en cambio, era ya un mito. Venía de Hook, Mrs. Doubtfire y El club de los poetas muertos, películas que lo habían convertido en uno de los actores más queridos del mundo. Podría haberse mantenido distante, pero eligió lo contrario: acompañar, bromear, cuidar. En el set, el hombre que daba vida a Alan Parrish -el niño atrapado en el tablero que vuelve convertido en adulto- actuaba también como un mentor amable para los más jóvenes.
Papel de Williams en Jumanji
El rodaje, dirigido por Joe Johnston, no fue sencillo. Los efectos digitales estaban en pañales, las jornadas eran eternas y el trabajo con pantallas verdes exigía una enorme imaginación. En medio de aquel caos técnico, Robin se convirtió en el centro emocional del equipo: trataba con respeto al director, al cámara o al último asistente. Para una adolescente como ella, fue una lección práctica sobre cómo se puede ser una estrella sin creérselo.
Ahora, ya con 43 años, Dunst lo recuerda con la misma admiración. «Me impresionó muchísimo con su gracia y su forma de tratar a todos», explicó en The Drew Barrymore Show, donde habló con detalle de aquella experiencia. Allí también contó el gesto que más la marcó: «¿Y además, me regaló mi primer ordenador? Fue muy generoso». No fue el objeto en sí, sino lo que simbolizaba: alguien que no tenía ninguna obligación con ella decidió mostrarle cuidado y reconocimiento cuando todavía era una niña dentro de la industria.
cara
Ese recuerdo hoy pesa más porque ahora se sabe qué ocurría en silencio al otro lado de su vida. Cuando murió en 2014, a los 63 años, se creyó que el actor sufría Parkinson, porque ese era el diagnóstico que tenía en vida. Sin embargo, la autopsia reveló que en realidad padecía demencia por cuerpos de Lewy, una enfermedad cerebral muy agresiva que se confunde fácilmente con el Parkinson y que provoca alteraciones en el ánimo, la memoria y la percepción de la realidad. Esa confusión médica explica el deterioro que atravesó en sus últimos años. El público creyó que había sido un suicidio aislado; en realidad, su cerebro llevaba tiempo perdiendo funciones sin que él lo supiera.
Por eso Dunst confiesa: «Me pone muy triste pensar en él... me dejó una gran impresión». Porque ahora se entiende que detrás de aquel humor generoso había también una batallaEl tiempo también ha colocado a Jumanji en el lugar que merece. Aunque no fue un fenómeno arrasador en su estreno, terminó siendo un clásico generacional. Recaudó más de 260 millones de dólares en la taquilla mundial. Las nuevas versiones protagonizadas por Dwayne Johnson y Jack Black existen porque la original dejó huella.
En la pantalla, Alan Parrish era un hombre que regresaba del abismo después de haber estado atrapado en un mundo hostil. En la vida real, fue ese mismo intérprete el que se convirtió en refugio para una niña que estaba aprendiendo a actuar entre adultos.