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Margot Robbie y Sharon Tate

Cine

El terrible final de Sharon Tate que Tarantino se atrevió a reinventar

Su asesinato, a manos de la Familia Manson, sigue siendo uno de los más estremecedores de su generación

Pocas muertes conmocionaron más al mundo del cine que la de Sharon Tate, una bellísima y joven actriz casada con el director más underground del momento y que mejor ejemplificaba la contracultura de los 60. Una contracultura que su terrible muerte ella terminó de sacudir.

Prototípica joven del medio oeste americano, había nacido en Texas en 1943 y su sueño era convertirse en actriz desde que, siendo aún adolescente, presenció el rodaje de varios péplums en Italia, donde vivió su familia debido al destino de su padre, coronel del Ejército Americano. Tenían algo aquellas actrices ataviadas de heroínas clásicas que la embelesaron, y ese mundo de mentira y cartón piedra la atrajo ya para siempre.

Jack Palance, a quien conoció en esa época, la convenció para que se presentara a varios castings en Roma. Pero, aunque su aspecto angelical, dulce y altivo llamó la atención de todos, las pruebas no fructificaron, pues aún se estilaba el estilo más voluptuoso y soez de la Lollobrigida, y ella resultaba «demasiado inglesa» para el péplum. Con todo, aquello terminó de convencerla.

En 1962 se instala en California, busca representante y consigue un contrato de siete años con la productora Filmaways. Pronto empieza a llamar la atención en los castings por esa belleza lánguida, pero, sobre todo, porque se negaba a hacer desnudos durante las pruebas o a hacer pruebas a puerta cerrada en el despacho de ningún productor o director. ¡Bravo, Sharon!

En 1964 mete la cabeza en la industria con El ojo del diablo junto a David Niven y Deborah Kerr y No hagan olas junto a Tony Curtis y Claudia Cardinale. Pero lo que cambia su vida es conocer al director europeo Roman Polanski durante un viaje a Londres en 1966. Para él protagoniza El baile de los vampiros e interviene también en El valle de las muñecas, La mansión de los siete placeres y ¿Cuál de las tres? Sharon Tate empezaba a estar en boca de todos.

Se casa con Polanski en 1968 y ese mismo año se quedó embarazada. Pero unos días antes de salir de cuentas, se produjo la tragedia con la que rubricó su fama para siempre.

Mientras el director se hallaba en Londres preparando el rodaje de El día del delfín (que nunca llegó a realizar), Sharon Tate invita a la casa que tenían alquilada en Los Ángeles a unos cuantos amigos: el peluquero de las estrellas y exnovio suyo, Jay Sebring; el escritor polaco Wojciech Frykowski y su novia, Abigail Folger, heredera de los cafés Folger; y Steven Parent, un joven conocido del matrimonio de apenas 18 años.

Margot Robbie, caracterizada como Sharon Tate en Érase una vez en... Hollywood

Margot Robbie, caracterizada como Sharon Tate en 'Érase una vez en... Hollywood'

En la noche del 9 de agosto, cuatro miembros de la secta La Familia Manson, liderada por el maquiavélico Charles Manson (que no estuvo presente en lugar de los hechos, pero que fue su autor intelectual), irrumpen en casa de los Polanski y matan a todos los presentes a puñaladas. Incluida Sharon Tate que, según contó uno de los acusados en el juicio, suplicó insistentemente que la raptaran y dejaran con vida hasta que naciera su hijo. Pero sus ruegos fueron inútiles. Fue apuñalada con alevosía y murió en el acto.

Al día siguiente, un Roman Polanski devastado aterrizaba en Los Ángeles ante las cámaras y micrófonos de un montón de periodistas que le acosaron con toda clase de preguntas impropias. Tres días después, la actriz era enterrada en el cementerio Holy Cross de la ciudad de las estrellas con su hijo no nato en brazos por expreso deseo de su marido, que estuvo acompañado de algunas de las figuras más relevantes del cine como Warren Beatty, Yul Brynner o Peter Sellers.

Hollywood entero lloraba a la actriz. Y más cuando, días después de la tragedia, el director se dejó fotografiar en una todavía ensangrentada escena del crimen para la revista Life en un reportaje desgarrador. De aquel crimen, que marcó para siempre su filmografía, diría: «Reafirmó mi fe en el absurdo». Y ese es, en definitiva, el sello de identidad del cine de Polanski.

Manson pretendía que sus seguidores aniquilaran a blancos ricos y poderosos para que los crímenes parecieran perpetrados por afroamericanos y consumar así sus ideas radicales que buscaban la destrucción y el caos y satisfacer sus delirios mesiánicos. Los asesinos no fueron capturados inmediatamente. Les dio tiempo a cometer otro crimen múltiple –el del matrimonio LaBiancaa– sin que, inicialmente, la policía los relacionara. Finalmente, les capturaron por unos delitos menores y en sus confesiones acabó aflorando la macabra y terrible verdad.

Margot Robbie, en una escena de la película

Margot Robbie, en una escena de la película Érase una vez en.. Hollywood

Tras un juicio mediático y polémico, en 1971, cuatro de los cinco miembros de la Familia Manson fueron condenados a muerte (una de las mujeres no lo fue por colaborar con la justicia). Pero al año siguiente, la pena fue conmutada a cadena perpetua. En 2017, Charles Manson murió en prisión sin haber mostrado nunca un ápice de arrepentimiento.

La vida y trágico final de Sharon Tate ha sido objeto de muchas novelas, libros de no ficción y series. Aunque la más significativa sigue siendo la de Érase una vez en… Hollywood de 2019, en la que su director, Quentin Tarantino, quiso no solo homenajear a la actriz, sino también la inocencia perdida del viejo Hollywood ofreciendo una realidad alternativa en la que Tate, interpretada por la también bellísima Margot Robbie, no moría, sino que sus vecinos, los personajes de Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, la salvaban del terrible final que tuvo en realidad. Un final que nos sigue helando la sangre.

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