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23 de abril de 2024

La Unesco alerta en su último informe sobre la amenaza que las redes sociales

La Unesco alerta de la polarización de las redes y de cómo éstas amenazan la libertad de expresión y el conocimiento de la verdad

Cuando las redes sociales amenazan la verdad y la libertad de expresión

El último informe de la Unesco (2016-2021) alerta sobre la amenaza de las redes para saber la verdad, aunque la tecnología permita acceder a la guerra en directo por Instagram

En el informe a propósito de la libertad de expresión y el desarrollo de los medios de comunicación entre 2016 y 2021, publicado recientemente por la Unesco, se alerta de uno de los aspectos más preocupantes –e inquietantes– de los últimos tiempos, y que parece no tener freno ni fácil solución: los medios de información están siendo desplazados, o sufren una «amenaza existencial» creciente por parte de los usuarios de las redes sociales. Dicho así no queda claro a qué tipo de amenaza se refiere. Pero si concretamos un poco más, quizá veamos algún reflejo en los comportamientos virtuales que se sufren a diario.

Las usuarios de redes sociales suben, los medios de comunicación bajan

La Unesco afirma que, mientras los medios de comunicación han bajado la tirada desde 2016 de 552 millones de ejemplares diarios a 474 millones en 2021, los usuarios en redes sociales suben de 2.300 millones a 4.200 millones, en un contexto en el que los contenidos y la información engañosa se multiplica y, paradójicamente, también crece la desconfianza en los periódicos.

La guerra en directo por Instagram

A esta desconfianza, se suma el acceso directo e inmediato de la información que los mismos usuarios cuelgan de los conflictos o polémicas políticas que antes podían perderse por insuficiente cobertura. Pero ya nada queda lejos. Ni siquiera las guerras.
La reciente invasión de Ucrania por parte de Rusia es el ejemplo más cercano de esa inmediatez del conocimiento, hasta el punto de que ya se puede acceder a una batalla o un bombardeo en tiempo real a través de las personas que sufren esa violencia a diario, sin saber, realmente, cuando y por qué ha explotado ese conflicto.
Allí donde hay un móvil y red de internet, hay también un testimonio del presente. Lo que antes se sabía por los libros, las películas documentales o por el filtro del corresponsal, ahora se puede ver en tiempo presente a través de sus protagonistas. De hecho, podemos ver la guerra en Instagram y ver –no tanto, sentir o conocer– su crudeza o su espectacularidad, desde el sillón de casa.
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Violencia real y virtual contra los periodistas en conflictos

El estudio de la Unesco ha indicado también la creciente frecuencia de encarcelamientos (274), expulsiones o ataques a corresponsales en países conflictivos, señalando que se tiene constancia de, al menos, 455 periodistas asesinados desde 2016 hasta finales de 2021, junto a la «violencia masiva en línea contra los periodistas»; una violencia que afecta de forma desproporcionada a las mujeres que están presentes en las redes y que reconocen haber sentido un acoso desmesurado.

¿Se adquiere el criterio de la verdad?

La Unesco insiste en que esta situación demanda que los gobiernos tomen medidas para apoyar la viabilidad económica de medios independientes, que se desarrolle la alfabetización mediática e informativa de los ciudadanos, y se impulsen normativas que apoyen la producción de noticias libres y pluralistas, que faculten a los ciudadanos para tomar decisiones basadas en información y datos fidedignos.
Sin embargo, no parece fácil ni inmediata la adquisición de este conocimiento como, desgraciadamente, vemos a diario en las polémicas y la polarización y la censura creciente entre los usuarios de las redes sociales. Por eso, urge conocer la dinámica de la información y la desinformación, la facilidad para diseminar una mentira interesada que, realmente, desinforma.
Al mismo tiempo, hay que saber que hay gran cantidad de agentes creando bulos, cuya viralización es inmediata y no siempre reconocible. ¿Cómo sospechar? ¿Cómo conocer su veracidad?
Educar en el sentido común, y en el reconocimiento de la necesidad de aprenderlo; de empezar a hacerse preguntas a propósito de quien envía la información y por qué; adquirir un espíritu crítico con uno mismo y con el mensaje recibido, tienen mucho que ver con la educación, con el aprendizaje tradicional y con el amor al conocimiento de la verdad que, para todos los hombres, es arduo, lento y no exento de error.
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