Una de las frases más famosas de la literatura que da comienzo a una de las obras más famosas de la literatura, Moby Dick, el libro maestro del autor de Manhattan. La potencia de su significado estético, de su sonoridad, como una especie de imperativo épico y rotundo, la han mantenido en la traducción literal de «Call me Ishmael», a pesar de que algunos traductores la han llegado a interpretar como «Pongamos que me llamo Ismael», como si en realidad no fuera su verdadero nombre. El escritor argentino César Aira dijo que la verdadera traducción era «Podéis tutearme», lo cual tiene sentido porque en inglés no existe el tuteo. Pero, ¿quién recordaría entonces al gran protagonista y narrador? Sin el épico «Llamadme Ismael», tras el que uno casi escucha un golpe de tambor, nada sería lo mismo.
La obra perdida de Melville, Billy Budd, empezada a escribir 30 años después de que abandonara la literatura debido a los sucesivos fracasos y a su trabajo como inspector de aduanas y nunca terminada, es una especie de Titanic donde hay infinitos objetos valiosos como este. Un caos de anotaciones, correcciones y una letra casi ilegible conforman la historia de esta novela misteriosa, publicada póstumamente en 1924.
Redburn es la historia del primer viaje en barco como marinero de Melville, de Nueva York a Liverpool. Fue el cuarto libro del escritor (con el que intentó recuperarse del fracaso de Mardi, tras el éxito de sus dos primeros libros, Taipi y Omoo) escrito en menos de diez semanas, algunos críticos lo calificaron como un pastiche variado con el que trató de contentar a todos los públicos con el único propósito de recuperar su favor.
La Plaza fue el relato menos logrado de su colección reunida de Historias de la Plaza, entre los que se encontraban Benito Cereno y Bartleby. Ambas publicadas con éxito en The Putnam Magazine. La Plaza fue la única historia del volumen que no se publicó previamente. El cuento alude al poema de Ralph Waldo Emerson, El Problema, donde el protagonista y narrador (como Ismael), termina pensando que todo idealismo es ilusión.
Una pequeña, ínfima, muestra de las frases largas (faulknerianas o falknerianas), llenas de subordinadas, de pensamientos como postas, como paradas de un viaje donde casi pasar la noche. Benito Cereno es la truculenta historia de una barco pesquero estadounidense que encuentra a otro en muy mal estado. Una supuesta epidemia ha diezmado a su tripulación, pero nada hace pensar en lo que ha sucedido en realidad.
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