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13 de mayo de 2024

Retrato de Herman Melville

Retrato de Herman Melville

Cinco frases eternas de Herman Melville, autor de 'Moby Dick', en su aniversario

El escritor nació un 1 de agosto de 1819 en Nueva York y tuvo una vida azarosa: rico en la infancia, pronto se tuvo que ganar la vida en el mar. Vivió una fama literaria efímera que se hizo universal tras su muerte

«Llamadme Ismael»

Primera edición de 'Moby Dick' (1851)

Primera edición de 'Moby Dick' (1851)

Una de las frases más famosas de la literatura que da comienzo a una de las obras más famosas de la literatura, Moby Dick, el libro maestro del autor de Manhattan. La potencia de su significado estético, de su sonoridad, como una especie de imperativo épico y rotundo, la han mantenido en la traducción literal de «Call me Ishmael», a pesar de que algunos traductores la han llegado a interpretar como «Pongamos que me llamo Ismael», como si en realidad no fuera su verdadero nombre. El escritor argentino César Aira dijo que la verdadera traducción era «Podéis tutearme», lo cual tiene sentido porque en inglés no existe el tuteo. Pero, ¿quién recordaría entonces al gran protagonista y narrador? Sin el épico «Llamadme Ismael», tras el que uno casi escucha un golpe de tambor, nada sería lo mismo.

«La verdad dicha sin concesiones siempre tendrá sus bordes irregulares»

Manuscrito de 'Billy Budd' (1924)

Manuscrito de 'Billy Budd' (1924)

La obra perdida de Melville, Billy Budd, empezada a escribir 30 años después de que abandonara la literatura debido a los sucesivos fracasos y a su trabajo como inspector de aduanas y nunca terminada, es una especie de Titanic donde hay infinitos objetos valiosos como este. Un caos de anotaciones, correcciones y una letra casi ilegible conforman la historia de esta novela misteriosa, publicada póstumamente en 1924.

«¡Vaya! el que nunca ha estado lejos, que se vaya una vez de su casa, para saber qué es el hogar»

Primera edición de 'Redburn' (1849)

Primera edición de 'Redburn' (1849)

Redburn es la historia del primer viaje en barco como marinero de Melville, de Nueva York a Liverpool. Fue el cuarto libro del escritor (con el que intentó recuperarse del fracaso de Mardi, tras el éxito de sus dos primeros libros, Taipi y Omoo) escrito en menos de diez semanas, algunos críticos lo calificaron como un pastiche variado con el que trató de contentar a todos los públicos con el único propósito de recuperar su favor.

«Pero, cada noche, cuando cae el telón, la verdad entra con la oscuridad»

Primera página de la revista Putnam (1853)

Primera página de la revista Putnam (1853)

La Plaza fue el relato menos logrado de su colección reunida de Historias de la Plaza, entre los que se encontraban Benito Cereno y Bartleby. Ambas publicadas con éxito en The Putnam Magazine. La Plaza fue la única historia del volumen que no se publicó previamente. El cuento alude al poema de Ralph Waldo Emerson, El Problema, donde el protagonista y narrador (como Ismael), termina pensando que todo idealismo es ilusión.

«En ejércitos, armadas, ciudades o familias, en la naturaleza misma, nada relaja más el buen orden que la miseria»

'Benito Cereno' (1855), edición de Luz de Agosto

'Benito Cereno' (1855), edición de Luz de AgostoLuz de Agosto

Una pequeña, ínfima, muestra de las frases largas (faulknerianas o falknerianas), llenas de subordinadas, de pensamientos como postas, como paradas de un viaje donde casi pasar la noche. Benito Cereno es la truculenta historia de una barco pesquero estadounidense que encuentra a otro en muy mal estado. Una supuesta epidemia ha diezmado a su tripulación, pero nada hace pensar en lo que ha sucedido en realidad.
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