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03 de mayo de 2024

Mario Vargas Llosa junto a su exmujer, Patricia Llosa, y al hijo de ambos, Álvaro, en París

Mario Vargas Llosa junto a su exmujer, Patricia Llosa, y al hijo de ambos, Álvaro, en París

¿Por qué la cultura francesa se ha rendido a Mario Vargas Llosa?

El Nobel hispanoperuano, que ocupará el sillón 18, será el primer miembro de la Acadèmie que no ha escrito en la lengua de Molière

Una revolución. Eso es lo que ha traído consigo el ingreso en la Academia francesa de Mario Vargas Llosa, que se produce hoy entre indignación de unos, orgullo de otros y sorpresa de todos. Lo cierto es que es una revolución para esta institución fundada en el siglo XVII por el cardenal Richelieu y criticada por su inmovilismo. Por primera vez en su historia, tendrá en sus filas a alguien que no ha publicado ni un libro en la lengua francesa, cuya defensa y preservación es la razón de ser de la institución.
La ceremonia de recepción del hispanoperuano, que ocupará el escaño número 18, es un momento insólito para la Académie, y ha sido calificada de osadía por parte de una institución que parece reacia a dar pasos en pos de la modernización. El escritor pasará a ser inmortal (así se califica a los académicos en el país galo) ante la incredulidad de muchos. Sin embargo, en ningún lugar, ni estatuto ni reglamento, se establece que para ingresar en la Academia francesa haya que escribir en francés.
Además, Vargas Llosa tiene una gran simbiosis con Francia, país en el que vivió en los años 60, y con la cultura francesa, determinante en su formación literaria, lo que explicaría de por sí su entronización. «No conozco a nadie que hable tan bien de Flaubert como él», asegura Hélène Carrère d'Encausse, directora del equivalente francés de la RAE. Y remacha, a pesar de ser partidaria de Michel Houellebecq: «Ha ayudado a la cultura francesa más que muchos escritores franceses».
Vargas Llosa «es un escritor nacido en Perú, y esos años son muy formativos. En París se descubre como latinoamericano. Y ahora, desde España, tiene ese aspecto europeo», explica a AFP Eduardo Ramos-Izquierdo, titular de la Cátedra de Literatura Latinoamericana de la universidad de la Sorbona.
La Academia Francesa acoge además a un declarado amante de la lengua de Molière: Vargas Llosa publicó en 2004 La tentación de lo imposible sobre una de sus obsesiones literarias, Los Miserables, de Victor Hugo. Apenas dos años después sacó otro ensayo, La orgía perpetua (2006), sobre Madame Bovary, de Gustave Flaubert, uno de sus escritores favoritos.

La reticencia de la 'gauche caviar'

Aunque cuenta con 86 años, Vargas Llosa comenzó a despuntar en la carrera literaria con tan sólo 20, y alcanzó el éxito que desde entonces fue imparable con la publicación de su primera novela, La ciudad y los perros. En ese primer libro ya daba lecciones de escritura en cuanto a diálogos, estructura, el manejo del espacio y del tiempo, en lo que el escritor fue maestro desde joven. Cada una de sus novelas posteriores es una lección el arte de narrar.
Debido a la polémica que suelen generar sus constantes declaraciones a favor de las economías liberales y en contra de los gobiernos socialistas, principalmente los iberoamericanos, la obra de Vargas Llosa suele ser rechazada de antemano. No obstante, sus palabras merecen ser leídas y discutidas, y sus ideas contempladas.
Cuando le concedieron el Premio Nobel en 2010, la academia afirmó que su distinción se debía a «su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual». Es decir, más allá de su capacidad literaria, Vargas Llosa destaca, también y precisamente, por su inteligencia y su voluntad libertaria y democrática. El poder es uno de los asuntos fundamentales de la literatura iberoamericana: desde luego que se trata de un poder colmado de anormalidades, o anormal en sí mismo, y por tanto novelable por su singularidad.
A lo largo de su vida ha escrito novelas, cuentos, memorias, ensayos, teatro, discursos y artículos periodísticos. Ha protagonizado foros, conferencias y mesas redondas. Ha reflexionado sobre el devenir del mundo y de la literatura. Y se ha convertido en una de las voces contemporáneas fundamentales, tanto por su altura de miras como por su elevada prosa, cultivada en la estela de grandes como Thomas Mann, Jean Paul Sartre, Gustave Falubert, Gabriel García Márquez o Juan Carlos Onetti.
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