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24 de abril de 2024

Pedro Sánchez en la tribuna del Congreso durante la moción de censura

Pedro Sánchez en la tribuna del Congreso durante la moción de censuraGTRES

Las «referencias culturales» de Sánchez, Díaz y Rufián durante la moción de censura

El efecto Dunning-Kruger es una distorsión cognitiva por la cual una persona sobreestima la capacidad o los conocimientos que tiene sobre algo

Mientras el candidato Ramón Tamames llenaba su discurso de referencias de autores clásicos (de cultura) como la de Isaac Asimov, de quien dijo que tardó menos tiempo en explicar la historia de la República y del Imperio romanos que Pedro Sánchez en replicarle, otra de sus oponentes le daba la bienvenida a «la España de las mujeres» sin citar a ninguna. No mencionó ningún nombre ejemplar, pero sí se atrevió a darle la bienvenida a su país a un hombre de 89 años que ha vivido y sigue viviendo, con visible lucidez, toda la historia reciente de España.
La exposición de Yolanda Díaz y de todo un Congreso español visiblemente afectado por el efecto Dunning-Kruger (que observaba el viejo profesor con ojos de tortuga casi centenaria), el curioso fenómeno por el que «las personas menos cualificadas ni siquiera tienen la experiencia necesaria para saber que lo están haciendo mal». Definiciones científicas que resultan casi físicamente dolorosas en los rescoldos que ha dejado la moción de censura. La invitación a la síntesis que les hizo Tamames al presidente y a la vicepresidenta fue el aviso subrepticio y al mismo tiempo público, de la incompetencia oponente, frente a la que apenas se esforzó (ni perdió el tiempo) en contestar, una vez mostrada.
Otra cosa hubiera sido si Díaz en esa bienvenida hubiera citado aunque solo fuera a una mujer (o a un hombre) eminente (más allá de Luis Cernuda, el comodín que usó con insistencia varias veces, como si fuera la única alusión cultural que pudiera hacer). Quizá se hubieran despertado sensaciones antiguas, en vez de escucharse el motor de un generador de consignas (que duerme, con toda intención, desde a Tamames al más inculto de los hombres), lo único a lo que se aferra un congresismo de ínfimo nivel. Ni una sola referencia cultural en el sesgo cognitivo por el que las personas con menos habilidades, capacidades, conocimientos y lecturas tienden a sobrevalorarse social e intelectualmente en el convencimiento de que saben mucho más que los demás. Lo que coloquialmente se conoce como «el fenómeno de los ignorantes que se creen los más listos»
La idea del efecto Dunning-Kruger que asola a la política española, manifestado en esta moción cultural y terapéutica, surgió tras el curioso caso de un hombre que fue detenido en Estados Unidos tras atracar un banco en la creencia de que, rociado con zumo de limón como estaba, era invisible. Aquel hombre se preguntó cómo fue posible que le vieran y le detuvieran, pues se había creído lo que dos amigos habían mencionado días atrás como una broma.

Pedro Sánchez no es de ningún partido, es de nuestro país y debemos agradecerle aquí lo que está haciendoYolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo

Al parecer la casualidad hizo que se hiciera una foto antes de cometer el atraco para comprobar su invisibilidad, pero la cámara no funcionó correctamente y su figura no apareció en la imagen dando pábulo a la necedad. Este caso dio pie a la investigación de dos profesores (Dunning y Kruger), quienes hicieron un estudio de competencia de un grupo de personas en distintas materias y luego les pidieron que se evaluaran ellos mismos.
El resultado fue que cuanto más incompetente era la persona, más competente se creía (y al revés) en la completa ignorancia de sus verdaderas capacidades, como Yolanda Díaz demostró llegando a decir que la reforma laboral se estudiaba en las «grandes universidades» en medio de la inanidad ya no solo referencial, sino por supuesto conceptual: «[Pedro Sánchez] Es el presidente de todos los españoles y españolas. No es de ningún partido, es de nuestro país y debemos agradecerle aquí lo que está haciendo», dijo.
El retrato de una Cámara, en este caso de los oponentes, que casi cultivaron Tamames y Vox en un experimento socio-cultural sin precedentes en el que el «representante gubernamental de España» tardó más tiempo en responder al candidato, como dijo el mismo candidato, que Isaac Asimov en explicar la República y el Imperio romanos, y donde la única «referencia cultural» (excepto la tabarra con el gran Cernuda) fue la de Mario Vaquerizo (con todos los respetos para Mario Vaquerizo) por boca de un Rufián que leyendo tuits de otros en la tribuna se creía Cicerón.
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